La Constitución de la Concordia (no del sanchismo)
Hoy es el día de la Constitución, fiesta oficial del Estado y que recuerda el referéndum nacional que el 6 de diciembre de 1978, aprobó por abrumadora mayoría el proyecto de Constitución sometido al voto de los españoles.
El Rey la sancionó ante las Cortes Generales el 27 de diciembre y publicada en el BOE entró en vigor el 29 de diciembre. Fue considerada la Constitución «del consenso» por haber sido elaborada por una ponencia de 7 diputados que representaban a los principales grupos parlamentarios que componían el Congreso surgido de las elecciones generales del 15 de junio de 1977, sobrevenidas en Cortes Constituyentes.
Con los calificativos de «consenso» y «concordia», se quiso enfatizar la voluntad política de un auténtico reencuentro entre «las dos Españas» tras la muerte de Franco, violentamente enfrentadas durante la Guerra Civil. La Transición entre el franquismo y una democracia parlamentaria liberal estuvo presidida por ese «espíritu» pilotada por Adolfo Suárez nombrado por el Rey a esos efectos. También con él se quería acabar con la penosa experiencia constitucional del siglo XIX donde cada cambio de gobierno significaba una nueva Carta Magna lo que fue popularizado con la expresión del «¡trágala!». Fueron diversas las canciones que con ese común título de ¡Trágala! expresaban la voluntad de los radicales de izquierda de someter a los liberales moderados cuando «cambiaban las tornas», y con ellas también la Constitución.
El espíritu de consenso permitió un efectivo reencuentro social y político con escasas excepciones. Hoy, a 46 años de aquel acontecimiento, ese espíritu brilla por su ausencia, oscurecido por el sanchismo que para acceder y mantenerse en la Moncloa ha creado un nuevo Frente Popular que evoca a aquel infausto y –hasta ahora– único, que mediante un pucherazo electoral accedió al gobierno en febrero de 1936 y precipitó a la Guerra Civil. No es una expresión retórica la calificación de FP ya que exactamente son los mismos componentes políticos nucleados por Largo Caballero en torno al PSOE, los que ahora hacen lo propio con Sánchez y su PSOE. Y que Rubalcaba calificó de «Frankenstein» por tratarse de un auténtico monstruo político.
Afortunadamente no estamos ahora en aquellos tiempos, pero el daño a España y a la convivencia entre los españoles cuya polarización y división promueve el sanchismo, son la antítesis del espíritu de concordia de la Transición y la Constitución. Por ello, destacados socialistas como Felipe González y Alfonso Guerra –entre otros y no pocos– que participaron de manera destacada en esos hechos históricos se alejan y critican duramente el sanchismo. Y ni siquiera aparecen por el auto Homenaje al líder supremo celebrado en su Sevilla natal.