Sanchismo: «la sombra de la corrupción es alargada»
El caso que mantiene en la situación procesal de «investigado» por el Tribunal Supremo nada menos que al Fiscal General del Estado, ya se ha cobrado una víctima, de momento «colateral» –pero significativa–, en la persona del líder de la Federación Socialista de Madrid, Juan Lobato.
El sucio juego con una posición «preeminente» –según la UCO– del FG Álvaro García Ortiz para dañar a una rival política del Gobierno tiene una gravedad cualitativa extrema en la medida en que es el máximo responsable de la institución del Estado, encargada precisamente de promover la acción de la Justicia en «defensa de la legalidad». La carta de dimisión del dirigente socialista contiene una curiosa afirmación: «su manera de entender la política no parece compatible con la mayoría de la actual dirigencia del partido».
Al margen de la casuística notarial que ha provocado su renuncia, lo cierto es que estamos ante una situación insólita en la que el actual inquilino de La Moncloa –mientras a Puigdemont y Otegi les convenga que siga allí– es realmente insostenible. Quien llegó al Gobierno para «acabar con la corrupción» está rodeado de ella por los cuatro puntos cardinales: su partido, su Gobierno, su esposa y su hermano. Además de su Fiscal General.
En cuanto a «su» partido (con «su» posesivo) la dimisión de Lobato no hace sino confirmar una ya histórica desestabilización de la federación madrileña que no consigue consolidar un liderazgo mínimamente estable, hasta el punto de ser la tercera fuerza política en la Asamblea y el Ayuntamiento, superado por Mas Madrid –con Mónica García de candidata y Rita Maestre respectivamente–, lo que ya es decir.
Asimismo, mañana comienza el Congreso Federal de su PSOE, adelantado por Sánchez un año, para cerrar filas en torno a él ante la sucesión de problemas para mantener en pie un gobierno apoyado en una miscelánea de siglas solo unidas por intereses particulares y sin más objetivo que obtener beneficios del poder, distintos y distantes entre sí, y ajenos al interés general de España y al bien común de los españoles.
Sin duda «la sombra de la corrupción es alargada» ante este cónclave al que Felipe González ya ha manifestado que invitado o no, no piensa acudir pese a celebrarse en su Sevilla natal, al igual que Alfonso Guerra. No está prevista tampoco la asistencia de Ábalos, mano derecha de Sánchez para recuperar la Secretaría General, ni tampoco del «ejemplar militante socialista» Koldo García, custodio de sus avales de la militancia para las Primarias.
En cuanto a Víctor de Aldama no se tienen noticias al respecto. Pero aunque no estén físicamente presentes, sin duda su espíritu sí estará.
Una larga y otra ancha.