Carta abierta a Díaz Ayuso
Usted ha sido la única personalidad dentro del PP que aceptó de buen grado colaborar con VOX, el cual la apoyó a usted sin entrar en su gobierno. El fruto de esa colaboración han sido políticas en general acertadas, sobre todo en el plano económico, que han culminado en la derrota de las izquierdas y su casi expulsión del espacio político de Madrid. Sin embargo, al haber obtenido usted mayoría absoluta, ya no necesita a VOX, y desde la subida de Feijóo a la dirección del PP, su actitud hacia VOX se ha vuelto tan dura e intransigente como la de casi todos los demás jefes regionales correligionarios suyos.
Pero por mucho que su política, o gran parte de ella, haya contrastado con la del resto de su partido, es muy cierto que usted está en él, en el PP. Y, al margen de sus posibles buenas intenciones, se trata de un partido con dos características básicas: a) su apoyo y financiación a los separatismos, en lo que no se diferencia del PSOE, sino que rivaliza con él; y b) su adopción de medidas antidemocráticas como la anulación de la independencia judicial repartiéndose a los jueces con el PSOE y los separatistas, o las leyes de género, trans y similares, y en particular las de memoria histórica. No se trata aquí de acusaciones inventadas, sino de hechos que no responden a políticas coyunturales, sino que siguen una línea desde hace décadas.
Le ruego repare particularmente en la ley de memoria que con insolencia totalitaria llaman democrática. Se trata de imponer a los españoles las versiones elaboradas por la propaganda socialista y separatista y de borrar físicamente las huellas del pasado, al estilo de los regímenes comunistas. Esa ley no solo pretende despojar a los españoles de la libertad de investigar y entender críticamente su historia, sino también pretende despojarlos de su historia misma.
Debería llamarse propiamente “ley de falsificación histórica”, sobre la que diseñan gran parte de sus políticas. Es por lo tanto una gravísima amenaza. En la que nadie quiere reparar, porque la mentira sobre la república, la guerra y el franquismo se ha convertido en un dogma absurdo y estúpido, que no admite revisión, y que comparten su partido, señora Díaz Ayuso, con los socialistas y los separatistas. Esas versiones necesitan imponerse por ley, evidentemente totalitaria, por la sencilla razón de que no podrían sostenerse en un debate intelectual democrático. Esto no puede ocultarse a nadie que piense con su propia cabeza.
Un punto especialmente doloroso de esas medidas es, precisamente en Madrid, la progresiva profanación y destrucción o transformación ideológica del Valle de los Caídos. Usted ha tenido la ocasión de evitar males mayores declarándolo Bien de Interés Cultural, y no lo ha hecho, alegando no tener competencias para ello, lo cual no es cierto.
Ha dicho también que el único valle que le interesa es Silicon Valley. Pero Silicon Valley no tiene la menor importancia política o histórica para España, mientras que no puede tenerla más el Valle de los Caídos. Este no solo es uno de los monumentos más impresionantes y logrados del siglo XX, sino que representa dos hechos de la mayor transcendencia histórica: primariamente, la victoria sobre el Frente Popular, una alianza de partidos comunistoides y separatistas que amenazaba destruir España por sovietización o disgregación. Y a continuación se transformó en monumento a la reconciliación nacional. Reconciliación que cambió la sociedad española y permitió, en una transición poco traumática, la democracia de la ley a la ley, la monarquía y ante todo la continuidad histórica de España como nación, hoy muy seriamente amenazada por fuerzas herederas de las que provocaron la guerra civil y encuentran en el Valle de los Caídos el símbolo de todo aquello que odian.
Señora Díaz Ayuso: la derogación de las leyes liberticidas impuestas por el PSOE y aceptadas incluso con fervor por su partido, no son un asunto menor, al nivel o incluso por debajo de los problemas económicos que surgen a cada paso. Tampoco es un tema sin urgencia, cuyo tratamiento pueda aplazarse indefinidamente. Muy al contrario, es un asunto clave y cada vez más urgente para la subsistencia de España y de la democracia. Usted lo sabe, su partido finge ignorarlo y colabora con los destructores de la unidad y la libertad de España. Con esta carta quiero sencillamente hacerle consciente de unos hechos indiscutibles que no creo que usted pueda permitirse pasar por alto. Y que en todo caso interesan a todos los españoles, a quienes quiere distraerse con asuntos importantes, pero menores o solo coyunturales.
Gracias don Pío
Ha dado usted en el clavo
Es lo más importante, el honor.
Gracias