Carta abierta al señor Sánchez, Doctor
Podría comentarle muchas cuestiones, pero me contentaré aquí con tres, que juzgo determinantes: su antifranquismo, su idea de la democracia y su idea de España.
Da la impresión de que toda su política tiene como motor de fondo la lucha contra el franquismo, desaparecido hace más de cuarenta años. Usted mismo se ha vanagloriado como su máxima obra, de la exhumación de la tumba de Franco –que otros llaman profanación–. Es la hazaña, si la queremos llamar así, por la que usted considera que pasará a la historia. Nada menos. Sin embargo, esa hazaña habría correspondido mucho mejor a los comunistas o a la ETA, que en su tiempo confesaron sus deseos de matar al viejo Caudillo: al no haber podido hacerlo, se vengarían a su manera heroica, como usted ha hecho. Ahora bien, al revés que el PCE y la ETA, que lucharon contra el franquismo, el partido que usted preside nunca le hizo la menor oposición reseñable. Más aún, es un hecho indiscutible que la gran mayoría de sus correligionarios prosperaron normalmente en aquel régimen, incluso como funcionarios del mismo y algunos hasta como confidentes de la policía.
Me pregunto, entonces, qué autoridad moral pueden tener usted y su partido para realizar la heroicidad –o profanación cobarde y absurda, según se mire– por la que espera usted recibir los laureles de la historia. A decir verdad, apenas habría sido más chocante que su acción la hubiera realizado el PP, pues este partido también presume de antifranquista sin haber luchado contra aquel régimen y habiendo prosperado en él sus componentes en todos los niveles. Quizá pueda comprender usted que a mí, como a muchas otras personas, lo que usted supone una valerosa gesta de alcance histórico nos suene inevitablemente a farsa un tanto psicótica.
Es posible que usted se haya animado a realizar tal proeza por una lógica aversión democrática a un dictador, aun si este llevaba casi medio siglo fallecido. Sin embargo, ¿cuál es su idea de la democracia? Como usted sabe muy bien, el franquismo no tuvo oposición democrática, a no ser que consideremos modelos de ella a comunistas y etarras.
Según hipótesis no descartables, la pasividad del PSOE se debió a que sus jefes estaban ocupados en el exilio en repartirse y disputarse los enormes tesoros saqueados en España durante la guerra civil. Pero, en fin, ¿qué ocurrió desde la transición, cuando un rey nombrado por Franco y unos políticos salidos directamente de aquel régimen decidieron establecer un régimen de libertades, aceptado por la gran mayoría de la población en referéndum “de la ley a la ley”? ¿Venían ustedes a perfeccionar la democracia o a perturbarla aprovechando unas libertades que nada debían al PSOE?
En mi opinión, las principales aportaciones de su partido han sido, a) El intento de “matar a Montesquieu”, de matar la independencia del poder judicial repartiéndoselo con el PP y los separatistas; y usted no puede ignorar que sin independencia judicial, la democracia queda malherida. b) Si la memoria histórica no me falla, su partido se presentaba como el de los cien años de honradez, no obstante lo cual empezó con él, desde el poder, una verdadera oleada de corrupción, que se mantiene bien a la vista. c) Imposición de leyes totalitarias de lucha de sexos, llamadas “de género” y “de odio”, tratando de someter, no ya solo el pensamiento libre sino los mismos sentimientos personales de la gente. d) Leyes de corte soviético tratando de obligar a todos los españoles a comulgar con las ruedas de molino de la versión de la historia que conviene al PSOE. Y no mejora esas leyes, sino al contrario, el hecho de que el PP haya participado en todas ellas. Podría seguir, pero creo que esto basta para definirle no como demócrata sino como un grave peligro para la democracia y la libertad de los españoles.
¿Y cuál es su idea de España? Usted no ha vacilado en aparecer en algún momento ante una gran bandera nacional, pero toda su política ha consistido en atacarla, financiando y aliándose a los que aspiran a desintegrar la nación en unos cuantos pequeños estados, manejables para potencias más fuertes. Y este es un proceso emprendido hace muchos años, en el que viene colaborando también el PP, y que está alcanzando dimensiones críticas. La idea de fondo, mal disimulada o bien clara según los momentos, consiste en volver a España políticamente a la edad media, incluyendo un creciente poder islámico, montando una confederación entre supuestas naciones prácticamente separadas salvo acaso por algún superficial barniz “unitario”. Es decir, en invertir cinco siglos de historia de España hacia un evidente caos, ya bien expuesto en el golpismo separatista catalán y en la conversión de la ETA –por su partido, el PSOE– en una potencia política.
A esta política disgregadora le acompañan ustedes otra internacional equivalente: su partido abrió la verja de Gibraltar convirtiendo la invasión de un punto estratégico de España en un emporio parasitario y profundamente corruptor de la política española; ustedes continúan la política del PP, llamada “europeísta”, de entregar la soberanía española a la burocracia de Bruselas y a los designios de la OTAN (que incluyen la entrega, a medio plazo, de Ceuta y Melilla a la “democracia” marroquí). Designios de la OTAN que ya han ocasionado la destrucción de países enteros, cientos de miles de muertos y millones de desplazados y refugiados. Ustedes combinan simultáneamente el aborto masivo con la inmigración masiva mientras han llevado a España a la tasa de desempleo más alta de Europa. Y, por no seguir, ustedes se adhieren a la agenda 2030, penúltima utopía, o más bien distopía totalitaria, diseñada por grupos de supermillonarios “iluminados” al margen de toda democracia y con aspiración a disolver las naciones en un supergobierno mundial, y las culturas en una única dominada por la lengua inglesa.
Usted empezando por su doctorado, y su partido empezando por la “O” de obrero, son una farsa, que podría ser hasta cómica si no amenazara ser trágica al final. Usted y su partido están llevando a España al caos y el despotismo, como ya hizo el PSOE en la república, hasta provocar la guerra civil. Una guerra promovida por su partido en alianza con comunistas y separatistas (¡la historia se repite!). Hace algún tiempo escribí Por qué el Frente Popular perdió la guerra, del que la editorial envió a usted un ejemplar. Que no habrá leído, claramente. Pero le sintetizaré la cuestión con una cita de Azaña en plena guerra, y otra de Besteiro al final de ella. El primero escribe: “A qué pocos nos importa la idea nacional. Ni aún el peligro de la guerra ha servido de soldador. Al contrario, se ha aprovechado para que cada cual tire por su lado”. El segundo explica: “Estamos derrotados nacionalmente por habernos dejado arrastrar a la aberración bolchevique, la aberración política mayor que han conocido quizá los siglos (…) La reacción a ese error la representan, sean cuales sean sus defectos, los nacionalistas que se han batido en la gran cruzada antikomintern”.
La unidad nacional construida en largos siglos de esfuerzos, de éxitos y fracasos, es el suelo sobre el que puede funcionar la libertad, en este caso la democracia. Su partido, en alianza con comunistas y separatistas, está atacando tenazmente las dos cosas. Pero llegados a un punto, la rebelión contra los intentos de destruir nación y democracia es un derecho elemental de supervivencia, refrendado por la historia. Y ustedes deberían ser conscientes de las responsabilidades en que están incurriendo.
Desde la más remota antigüedad se ha considerado que desenterrar a un semejante es una profanación, una vulneración gravísima del respeto que se debe al cuerpo que, ya sin vida, albergó un alma, pues lo justo es que lo ampare para siempre el piadoso abrazo de la tierra, su sepulcro inviolable, por intuir en nuestra ignorancia el sagrado misterio que envuelve la existencia. Desmemoriar, borrar del pensamiento el recuerdo de las experiencias vividas en un tiempo que ya pertenece al pasado es un intento inútil. Porque no es posible alcanzar lo inalcanzable, alterar lo inalterable, hermético a la patética manipulación que intente secuestrar… Leer más »
Me temo que este magnífico artículo de Moa resbalará por las espaldas del psicópata de la Moncloa como la lluvia por un tejado. Si este traidor tiene como mérito haber profanado la tumba de uno de los personajes más grandes de la historia de España, de la misma manera sería para él una gloria descuartizar y desintegrar a España en una serie de pequeños estados odiándose unos a otros. El jefe del gobierno español se alimenta con el odio visceral que él y su partido tienen a España. Y su ego inmenso le lleva a creerse un personaje imperecedero, cuando… Leer más »