No hay que dar nada al tercer mundo
Gerard Bellalta.- Esto en un país con 5 millones largos de parados, la pobreza extendiéndose como una mancha de aceite y la miseria llamando a las puertas de nuestra casa. Este es un país de Quijotes. ¿He oído gilipollas? Se acepta la corrección.
No entiendo que, dada la crisis que se prolonga en España y el estado de necesidad y penuria en que han caido muchos españoles, no exista un clamor general contra las invasiones procedentes del África que estamos sufriendo desde hace años. No entiendo que la muerte de centenares de ancianos españoles por no poder comprar los medicamentos que necesitan, no esté teniendo la repercusión mediática que tiene por ejemplo la situación de los africanos que tratan de entrar ilegalmente, muchas veces con violencia, en nuestro país, ni la respuesta en clave solidaria por parte de ONGs y organizaciones católicas buenistas. Claro que ya conocemos que las voraces ONGs no reparan en esa clase de consideraciones. Lo que cuenta para ellas es explotar estas “crisis humanitarias” para reflotar sus arcas con el cuento de llenarle el estómago a los de fuera. Si pueden rebañar unos euros, buenos son.
Hay que ser claro y hablar sin tapujos ni mojigaterías: estamos ya más que hartos de todo este tinglado. Nos toman por el pito de un sereno. Somos los europeos los malos malísismos de la película, la hez del mundo, el cáncer de la humanidad, pero siempre somos nosotros los que hemos de salvarle el cuello a todos los demás pueblos de la tierra, incapaces de salir adelante sin que estemos perpetuamente asistiéndolos como a eternos menores de edad.
Voy a ser directo: no hay que dar nunca nada a esta gente. Nunca nada. Si queremos dar algo a alguien, tenemos con toda seguridad a nuestro alrededor a compatriotas con necesidades básicas que atender. Están ahí, a la vuelta de la esquina, tal vez en el mismo bloque que cualquiera de nosotros. Hay pobreza y hasta miseria muy cerca de nosotros, a veces en nuestra propia familia y no queremos verla, para no tener que hacer algo.
No debemos darles de comer a los hijos de los extraños cuando los nuestros pasan hambre. Hay que hacer oidos sordos a los profesionales de la generosidad, a los maestros de la solidaridad, una manga de espabilados y zánganos que viven demasiado bien a costa de la credulidad y la tontería de muchos. Hace apenas unos meses, la prensa nos traía la enésima versión de una noticia que ya es un clásico: en este caso era el juicio a los directivos de una conocida y muy mediatizada ONG contra la lepra, por embolsarse el dinero de los donantes, reblandecidos por la exibición de las llagas a toda pantalla de sus supuestos favorecidos.
Guardemos nuestro dinero y nuestra compasión para los que la necesitan entre los nuestros. Es la manera más segura y eficaz de no engordar a esos farsantes que trafican con las miserias del mundo y la credulidad de los paganos.
Nos están metiendo la mano en el bolsillo continuamente, de una manera u otra, ya sea de forma indirecta con el dinero del erario público que los gobiernos de España, del color que sea, distribuyen tan alegremente por el mundo, o por las colectas directas de las ONGs llevan a cabo por distintos medios. Hay que acabar con este síndrome de Papá Noel.
Nuestros ancestros europeos no se han dado tanto trabajo para que sus descendientes sean mendigos por tener que compartir los merecidos frutos de su civilización con los pueblos que nunca hicieron nada salvo rascarse la barriga tendidos al sol. Somos los hijos de todas esas generaciones que han trabajado, luchado, sufrido, inventado, creado, mientras tanto otros tocaban el tam tam, comían larvas y esperaban a que lloviese. Esto sin duda era más descansado que lo que hacían nuestros antepasados, pero claro, ahora los descendientes de esos pueblos “naturales” comen piedras. Ley de vida.
*Político y empresario catalán.
Aayyy señor, cuánto tonto suelto y una con tan pocas balas… Les recuerdo que no hace mucho eran los españolitos muy españolitos los que a falta de pan y Demasiadas balas marchaban a “hacer las Américas” o a trabajar en francia, alemania y demás paises de europa. Este país siempre ha sido la risa de Europa, los españolitos que no les quedaba otra que hacer trabajos que los otros no querían. Habéis descuidado el campo, para basar la economía en los ladrillos, dejabais que los chavales se dedicaran a ganar dinero en lugar de estudiar, y ahora qué tenéiS?, millones… Leer más »
Todo el mundo sabe que lo mejor para el bienestar y el nivel de vida del hombre negro es que la África subsahariana estuviera totalmente administrada y desarrollada por el hombre blanco. Los africanos, sin tener que emigrar, podrían tener una educación y sanidad aceptables, tener trabajo y vivir su vida como lo hace cualquier español con pocas luces. Claro que a cambio deberían aceptar un hijo por pareja o medidas de ese tipo. Para pensar en lo mejor para los africanos hay que tener muy presente que sus capacidades desarrolladoras de progreso social, material y tecnológico son ínfimas. Ese… Leer más »
Estoy de acuerdo contigo. En el siglo XVIII hubo una colonización masiva de europeos en África. En aquella época los africanos estaban prácticamente en el Neolítico. Solo habían superado la fase de “Cazador recolector”. Vivían de algo de ganadería, algo de agricultura y algo de caza. Ni siquiera habían llegado a la Edad del hierro. El hombre blanco monto plantaciones que producían alimentos que en general exportaban a Europa. Y a su vez daban trabajo y enseñaban un camino a seguir. Hay muchas películas/novelas que tratan este tema. “Memorias de África” una danesa que tiene una plantación de café; “Palmeras… Leer más »
Así es D. Gerard.
El sistema pretende que los europeos pidamos perdón por existir y tratar de vivir lo mejor posible gracias al trabajo y sacrificio de nuestros ancestros y al nuestro propio como si el bienestar del que, por cierto, cada vez disfrutamos menos, nos hubiera llegado por ciencia infusa. El problema es el grado de estupidización buenista implícito en una gran parte de la población europea, que hace mirar para otro lado cuando no admite de buen grado la llegada a Europa de hordas de delincuentes disfrazados de pobres desamparados.
La pura realidad, don Gerard.
Se puede decir más alto, pero no más claro.
Pero el problema de España es que no hay peor sordo que el que no quier oír.
A los partidos políticos, organizaciones no gubernamentales (todas las cuáles viven del dinero público, es decir que en realidad son gubernamentales), etc., les interesa esta invasión, pues luego ellos “administran” el dinero que se destina a mantener a toa esta gente.
¡Y claro el que administra dinero ajeno, NUNCA PASA HAMBRE!