El Barça, con antecedentes por primera vez en su historia, podría desaparecer si reincide en el futuro
El caso Neymar concluye con el Barça asumiendo su culpa y unos antecedentes que podrían desembocar en su disolución en caso de reincidencia en el futuro.
Lo mejor es que se acabó un culebrón que duraba ya dos años. Lo peor, que a falta de la sentencia definitiva del juez, la gestión de la actual Junta Directiva que preside Josep Maria Bartomeu, así como la que presidió Sandro Rosell, deja a Barcelona en la situación más delicada de su historia. Por primera vez en ciento diecisiete años, el club tiene antecedentes penales que podrían condenarlo, en el peor de los casos, a su desaparición en caso de reincidencia en el futuro.
El presidente Bartomeu sacó pecho el lunes en cuanto a su “responsabilidad” pero lo cierto es que los hechos lo desmienten, más allá de ser el máximo responsable del club y, en consecuencia, también de lo bueno o lo malo que le suceda. En esta línea, y pese a la insistencia en que se someterá la decisión al veredicto de la próxima Asamblea de Compromisarios, sea ordinaria o extraordinaria, lo cierto es que poco decidirá el socio, pues la decisión ya está tomada.
Barcelona, según explicó Bartomeu, acepta su culpabilidad y pagará por ello una suma de 5,5 millones de euros en concepto de multa. Eso sí, tanto el presidente como su antecesor, aun siendo máximos responsables, no asumen responsabilidad alguna. Ni siquiera ante el socio, al que no permitirán ratificar la decisión de no ir a juicio tras el mencionado pacto porque, de nuevo, ya está tomada. A lo sumo, se le preguntará si le parece bien. Y si no le parece bien tampoco pasará nada.
El mencionado pacto exculpa a ambos dirigentes y determina que los cuarenta millones que ingresó el padre de Neymar fueron en concepto de sueldo, lo que a su vez anulará la reclamación de DIS. “El pacto es bueno para el club” pregonó Bartomeu ante la prensa, equiparando su figura a la de la institución, y añadiendo que “volveríamos a fichar a Neymar, aunque igual cambiaríamos algún asesor” para mayor gloria del vodevil que protagoniza. En otras palabras, que el mismo que habla de asumir responsabilidades evita asumirlas y pone en entredicho a sus propios asesores.
El socio puede estar preocupado. Se lo deja decidir sobre la acción de responsabilidad ante la Junta de Joan Laporta, pese a la abstención de su mayor promotor, Rosell, pero no sobre el hecho de la aceptación de una pena que deja en el aire la estabilidad institucional en caso de que el futuro depare un presidente tan responsable como el que nos asiste, pues cualquier infracción grave al respecto podría conducir a la disolución del club ante la imposibilidad de cumplir pena de prisión al no tratarse Barcelona de una persona física.
El presidente acabó su comparecencia pidiendo “hacer las cosas bien” en el futuro. Así tendrán que hacerse, porque gracias a la gestión de Bartomeu y Rosell, todo lo que no sea hacerlas de forma inmaculada puede acabar desembocando en la disolución del club o en una multa mucho mayor de la que le tocará pagar tras percibir el juez que sí hubo fraude.