El silencio de los corderos
Tal vez, lo más normal en una sociedad que no estuviese inundada por la esquizofrenia política, donde sus habitantes no viviésemos rodeados de una casta decadente, salpicada por una hipocresía elevada al extremo y por unos representantes del pueblo, que en su mayoría han perdido la vergüenza, si es que algún día la gozaron. Tal vez, decía, debería empezar esta columna diciendo que me sorprende el silencio de la clase política catalana, y más si cabe del comunismo y la izquierda catalana en el escabroso y vomitivo asunto del Imán de Terrassa. Pero no, no me sorprende, aunque por más que no me sorprenda no deje de producirme un sentimiento de aborrecimiento integral.
En cualquier caso, hay que tener más cara que espalda para erigirse como el legitimo y acreditado defensor de la mujer, para monopolizar continuamente la igualdad de género, para llevar un tema tan sensible como la violencia doméstica como bandera y esconderse como una gallina asustadiza y pávida cuando un pedazo de cabrón como el Imán Abdeslam Laarusi de Terrassa proclama ante 1.500 creyentes barbaridades como: “¡Amonestad a aquéllas de quienes temáis que se rebelen, dejarlas solas en el lecho, pegarlas! si os obedecen, no os metáis más con ellas, Alá es excelso, grande” o alentando al valiente hombre musulmán a que “el hombre deje sola a su esposa en el lecho, solamente en el lecho, negándole las relaciones sexuales”.
Para dedo en alto adoctrinar a los de la chilaba diciendo que “una barra de madera que tiene la medida de un dedo, en el Islam los golpes son una práctica tolerable, pero tienen límites a los que se llega cuando las otras soluciones no son efectivas”.
No veo por ningún sitio la opinión de Joan Herrera o a Laia Ortiz, ni tampoco a Junqueras o a Bosch, ni veo a Nadal, ni a los de la CUP, ni a los de SI, ni siquiera he visto a la derecha, ni a Alicia Sánchez Camacho, ni a Albiol que permite en Badalona la construcción de una mezquita muy parecida a la de Terrassa, ni por supuesto al maniquí de Zara Albert Rivera,.
Ni aprecié que en el congreso de CIU que se afrontara el problema del islamismo radical en Catalunya, ni ha aparecido Duran (que solo lo hace en época electoral), ni Mas, ni Oriol Pujol. Todos miran hacia otro lado, la cobardía les atenaza, todos menos Pere Navarro que se apresuró a dejar claro que el Imán de Terrassa era un hombre correcto y moderado.
El hombre que hoy dirige el PSC, el hombre que quiere dirigir un día Cataluña, ese hombre tenía de vecino a un líder religioso que predicaba ante 1500 fieles de Terrassa el maltrato a la mujer y ni tan siquiera se había enterado, o lo que es peor, prefirió mirar hacia otro sitio con forma de urna.
Y he visto eso sí, a mi presidente Josep Anglada, y a mi formación Plataforma per Catalunya, actuar con contundencia presentándonos como acusación particular, presentado mociones de condena en todos los Ayuntamientos donde estamos representados. Porque nosotros sin necesidad de grandes aspa vientos si defendemos con sangre si hiciese falta, los derechos de la mujer ante los continuos ataques de los radicales a los que tan amablemente ha abrazado el comunismo, la izquierda y la derecha catalana.
*Secretario general de Plataforma per Catalunya (PxC) y concejal en Igualada.