El PP acaricia el vuelco en los comicios del 25 de marzo en Andalucía
El presidente andaluz, José Antonio Griñán, firmó ayer la disolución del Parlamento regional y la convocatoria de elecciones para el 25 de marzo. Fue el pistoletazo de salida para una de las contiendas electorales más trascendentales de la historia de la autonomía, en la que por vez primera el PP parte con una clara ventaja en la intención de voto y está en disposición de arrebatar el Gobierno a los socialistas después de 30 años.
Los populares ya lograron el vuelco en las municipales y en las generales del 2011 y las encuestas les colocan al borde la mayoría absoluta, lo que les abriría de par en par las puertas del palacio de San Telmo. Las posibilidades de que Javier Arenas presida la Junta dependerán de la capacidad de recuperación del PSOE, que le alejaría de la mayoría, y del papel que jueguen partidos minoritarios como IU y, especialmente, UPyD, que serán claves en la investidura si los populares no logran la mitad más uno de los escaños.
La batalla por Andalucía es vital para las dos grandes formaciones, por su evidente trascendencia nacional, por lo que no han dudado en escoger Sevilla como sede de sus respectivos congresos para escenificar ese anhelo. El PSOE tratará de amarrar el único gobierno autonómico que, junto con Euskadi, les queda tras la debacle del año pasado. En caso de lograrlo, presentará la victoria como el inicio de la reconquista de una España teñida de azul. Los populares ansían completar con esta autonomía el control casi absoluto que tienen sobre el poder territorial y, sobre todo, conquistar el último bastión socialista.
Los novenos comicios autonómicos serán los primeros en celebrarse por separado desde 1990. Pese a los reproches de otras formaciones, el PSOE fue siempre el principal defensor de la convocatoria conjunta, confiado en que el efecto arrastre de las elecciones generales les favorecía. Sin embargo, Griñán, que esta vez separó los comicios para evitar el previsible castigo electoral a José Luis Rodríguez Zapatero, resaltó ayer que de esta manera los problemas de los andaluces «presidirán los debates y las propuestas».
Precauciones mutuas
El líder socialista andaluz se enfrenta a su primer examen en las urnas, ya que llegó a la presidencia en el 2009, desde la consejería de Hacienda, tras la marcha de Manuel Chaves al Ejecutivo nacional. En estos tres años se ha vivido un mandato intenso y difícil, en el que la crisis económica y el paro han copado todos los debates. Y es que la tasa de desempleo regional se sitúa ya en el 31,2%, ocho puntos por encima de la media. Este dato, junto al desgaste de 30 años de gobierno ininterrumpido, se ha convertido en el principal lastre del PSOE de cara a la campaña.
Pese a que las encuestas dan vencedor al PP, Griñán considera que los socialistas tienen «una posición sólida» y pueden remontar las encuestas como han hecho otras veces, ya que un solo escaño puede decantar el Gobierno hacia uno u otro lado. Pero en anteriores ocasiones no contaban con la puntilla de la corrupción, que, según fuentes del partido, les está impidiendo levantar cabeza. El escándalo por el supuesto fraude en los ERE pagados con dinero público, con falsos prejubilados y ayudas concedidas con total discrecionalidad a empresas y ayuntamientos afines, les está haciendo «mucho daño», según reconocen. Tanto el Ejecutivo como el PSOE defienden que nunca han ocultado lo ocurrido, sino que, al contrario, fueron quienes denunciaron y más colaboran con la Justicia al ser parte perjudicada.
Javier Arenas, que ya ha sido derrotado tres veces en las autonómicas por Chaves, ha encontrado precisamente en este escándalo su principal ariete contra el PSOE. Pese a todo, no quiere dar la victoria por segura y reclama una mayoría suficiente para evitar tener que negociar una alianza con UPyD, que podría estrenarse en el Parlamento y ser decisivo con solo 2 o 3 escaños.