Nos la vuelven a pegar con ETA
No tiene enmienda. Lo del PSOE de Zapatero con ETA, como lo otro, no tiene enmienda. Porque en el fondo actúan igual que ese marido incapaz de sublimar sus instintos maritales y termina buscando a la misma barragana (o fulana) una y otra vez. La tendencia del PSOE de Zapatero siempre fue clara: diálogo con ETA, optimización electoral de una nueva paz-trampa, disminución del poder del Estado en el País Vasco y futura negociación con el nacionalismo para liquidar cuentas pendientes con la Constitución del 78. En algo sí llevan razón los peneuvistas. Es de todo punto inaceptable que se les ataque por defender lo que socialistas de distinto pelaje vienen haciendo desde hace años. De no ser por las acechanzas de la legítima, los líos de cama ya se habrían reanudado hace tiempo. ETA les pone. Cosas de la barraganería.
A Carod se le quiso linchar por pactar con la banda terrorista la exclusión del espacio de Cataluña de cualquier atentado. Se le llamó desde canalla hasta traidor, lo que dirigido a un tipo como él no debería parecer insulto. Desde aquella reunión de Perpignan y la posterior victoria en las urnas, el PSOE ha podido hacer lo mismo, acotando la acción de los pistoleros en base a cálculos partidarios y nunca al interés de la nación. Hasta el SUP halló sobradas evidencias de la argucia. Las martingalas con ETA forman parte de la cultura política de algunos líderes de la izquierda española, desde las invocaciones a la amnistía a mediados de los 70 al más reciente ‘caso Faisán’. Cuando la pretensión de orillar las posibilidades electorales de los rivales se sobrepone al objetivo de derrotar a ETA, el panorama no puede ser más sombrío para España.
No soy de los españoles que hoy deberían rasgarse las vestiduras por la concurrencia electoral de Bildu. Nunca tuve fe ni confianza en esta democracia ni en sus abyectos representantes. Desde la transición no han hecho otra cosa que engañarnos firmando acuerdos y consorcios que el pueblo nunca ha elegido. Nos engañó el Rey rompiendo con el régimen político al que juró lealtad. Nos engañó Suárez al subvertir las reglas de juego en favor de los perdedores de nuestra contienda civil, quienes no han tardado ni tres décadas en reproducir los mismos virus de entonces. Nos engañaron las principales instituciones del Estado al demoler el andamiaje nacional con toda suerte de engaños y tretas. Nos engañó la derecha liberal al dar patente de legitimidad política a esta pantomima. Y no ha hecho otra cosa que engañarnos el todavía presidente Zapatero desde que llegó al poder a lomos del atentado terrorista del 11-M.
Es un hecho que en pocos países podrían ocurrir tales cosas. Seamos realistas, nuestro queridísimo país cada día es menos agradable. Nos gusta porque no tenemos otro. Pero para el resto del mundo, civilizado y no civilizado, la España de Zapatero no es más que un país asustado y resignado; una plataforma con mano de obra barata; un refugio para los inmigrantes; una diana perfecta para todos los dardos envenenados del nacionalismo excluyente; un pozo de mala baba; un erial cultural sin ideas ni talento; un campo inmoral de mercachifles traficando en programas televisivos con todo lo que tenga algún valor emocional; dos supervivientes con retraso mental severo centrando nada menos que el debate nacional en horarios de mañana, tarde y noche; un puñado de mediocres legislándonos a todos; un fuerte sitiado por cuatro indios mal equipados y peor pertrechados; un lugar donde la gente está lejos, muy lejos, de quererse y gustarse a sí misma.
¿Podrían haber sobrevivido ETA y un tipo como Zapatero en otro país que no fuera este?