Mohamed VI achaca a la sequía la grave crisis económica que asola Marruecos
Lehbib Abdelhay.- Invocando a Dios y lo que hace o deje de hacer Dios, Mohamed VI, rey de Marruecos, hace creer a su pueblo que la grave crisis económica que amenaza con inminente estallido social es culpa de la sequía. No mencionó el Sáhara Occidental ni Ceuta y Melilla. Su discurso de este viernes se concentró en graves problemas internos que amenazan la estabilidad económica y social del país, en particular en la sequía extrema derivada, según el monarca, del cambio climático, y en la necesidad de atraer inversiones para reactivar una economía nacional en declive. Y para ello, Mohamed VI llamó a los parlamentarios a acabar con el “despilfarro y el uso irracional” del agua al margen de la confrontación política. El soberano reclamó además medidas concretas para preservar la capa freática frente a los abusos en su explotación.
Para calmar la situación, el monarca alauita habló de un plan nacional de inversiones junto con la banca de más de 50.000 millones de euros con el objetivo de crear 500.000 puestos de trabajo en los cuatro próximos años (2022 – 2026) en la economía de Marruecos.
Mohamed VI llegó a la sede del Parlamento, junto con su hijo, el heredero del trono El Hasan, vestidos ambos con la tradicional chilaba. En contra de lo habitual, el hermano del monarca, el príncipe Mullay Rachid, no asistió al acto oficial. Dos horas antes, la prensa marroquí informó que el hermano del rey marroquí está con covid-19.
No hace falta acudir a ningún ulema para acreditar la herejía del miramamolín, basta con ver los datos de la oficina de estadísticas de la ONU o el FMI donde se refleja el declive de la economía. Evidentemente, si no hubiera desigualdad y precariedad, no habría tantos marroquíes manifestándose por la falta de alimentos ni tampoco tantos sueltos en las calles en busca de comida en los contenedores de basura en el reino.
Según el periodista, las cifras oficiales de la balanza comercial en Marruecos registran, para los primeros siete meses de 2022, un déficit en alza de más de 17.000 millones de euros, a pesar de un aumento del 40% de las exportaciones. Mientras el déficit comercial se explica mayormente por el aumento (duplicado) de la factura energética en un país marcado por un crecimiento débil, un alza de la inflación y desigualdades cuyas consecuencias, en términos de estabilidad social, siguen siendo a la vez imprevisibles y constantes.
Según el último informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Marruecos ocupa el 123er lugar de 191 países, un retroceso de un puesto respecto al año pasado. Lo superan todos los países del Magreb: Argelia (puesto 91), Túnez (97), Libia (104) y Egipto (97). En el mismo informe, la ONU resalta de nuevo los dos grandes fracasos del régimen marroquí, la enseñanza/educación y la salud, en un contexto de injusticias y de desigualdades que no dejan de crecer.
Aún con todo eso, los ulemas marroquíes y los políticos españoles y franceses, dirán que las alegaciones de Mohamed VI son ciertas. Sin embargo, el mar, las masivas manifestaciones en las calles de Marruecos y las estadísticas del banco mundial lo desmienten categóricamente.
En este sentido, el monarca llamó al gobierno de Aziz Ajanuch, durante el discurso en el Parlamento, a movilizar inversiones para reducir las disparidades y mejorar la situación económica del país devastado por la sequía, el aumento de los precios de los alimentos, la guerra de Ucrania y el mal funcionamiento de los proyectos y el modelo económico en el país.
El discurso, pronunciado con ocasión del año legislativo en Marruecos, suponía además la primera aparición pública del monarca tras su larga estancia en París, y en esta ocasión el rey apareció más delgado y pálido de lo habitual, con una voz quebrada con la que se equivocó en varias ocasiones al leer su texto.
El monarca insistió en la necesidad de crear actividades generadoras de empleo (hasta 500 mil para el 2026) y acelerar el ritmo de acceso a los servicios sociales básicos, sin embargo Mohamed VI lleva 22 años exigiendo las mismas demandas en un país donde sólo manda él representado por el Majzén.
En el discurso que dirigió el viernes 14 de octubre, el rey de Marruecos omitió esta vez de su discurso las orientaciones del “nuevo modelo de desarrollo de Marruecos” que tanto ha defendido en anteriores discursos.
Cabe recordar que Marruecos, un país que alberga 35 millones de personas, está experimentando una grave crisis económica y se espera que el crecimiento caiga a 6.2 por ciento en 2022, según datos del Banco Mundial. El desempleo sigue cerca del 44 por ciento y es particularmente alto entre los jóvenes, según informa el FMI. “Nuestro trabajo no se limita solamente a enfrentar esta sequía, sino que también tiene como objetivo abordar sus repercusiones sociales y económicas, dentro de una perspectiva integral de futuro”, dijo el rey de Marruecos.
Como es el caso con cada crisis, el régimen de Mohamed VI se ha asegurado de que el trabajo del gobierno y los partidos políticos hayan quedado atrás, quienes simplemente han observado y bendecido las decisiones tomadas. El rey en primer y último plano, se apoya sus Consejeros reales, impuestos al gobierno por el Palacio, y apoyándose en tecnócratas.
En su discruso, Mohamed VI asegura haber ordendor al gobierno iniciar las inversiones adecuadas para garantizar la seguridad alimentaria de los ciudadanos. Sin embargo, Mohamed VI intenta culpar a dios del fracaso en la gestión de la actual crisis.
Ante la precariedad de la infraestructura y los servicios de salud, recurrir a Dios sigue siendo para muchos marroquíes y su rey el único refugio.
El nerviosísmo y el malestar mostrados por Mohamed VI no son inesperados, y pueden explicarse por las circunstancias excepcionales, expresadas anteriormente por el pueblo en las calles y en las redes sociales.
Marruecos es uno de los países más desiguales del mundo. La desigualdad y la pobreza en Marruecos no cesa. Es lo que ha denunciado la ONU en sus informe que evidencian que la recuperación económica ha favorecido cuatro veces más a los ricos que a los pobres. Según la organización, la “desigualdad en el reino continúa en niveles desorbitados y está fuera de control”, fruto de un modelo económico que incentiva la concentración de riqueza en manos del Palacio Real (Majzén).
Anda, la cosecha de porros debe de estar bajo mínimos..
Ahí tendríamos que estar, ayudando. Ayudando a hundirlos.
El dato mata al relato