«Impuesto solidario», las ideas kirchneristas del gobierno español
Marcelo Duclos.- La coalición izquierdista que gobierna España, no puede hacerle más daño al país, solamente por la pertenencia al bloque de la Unión Europea. Mientras que las nuevas derechas critican duramente al bloque (que sí merece ser criticado por varias cuestiones y también corregido), habría que tener en cuenta una virtud que posee, que parece ser intangible: las limitaciones que puede poner a los países que caigan en las garras del populismo. Al igual que con la dolarización en Ecuador, que permitió que el país no se hunda del todo con Rafael Correa, la UE y su euro harán que, dentro de todo, España sobreviva a la tragedia del PSOE y Podemos. ¿Qué se le ocurrió ahora la coalición izquierdista liderada por Pedro Sánchez? El impuesto solidario.
Parece calcado, hasta en su nombre, de las ideas kirchneristas en Argentina. Desde su título, hasta su justificación, pasando por su supuesta duración. El adefesio español, dicen que tendrá vigencia solamente para los años 2023 y 2024. Pero si miramos los antecedentes peronistas, el 100% de las veces que se implementaron iniciativas necesarias, todas llegaron para quedarse y se renuevan todos los años.
En una presentación ante la prensa, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, presentó el nuevo impuesto, que tendrá como finalidad otorgarle al fisco 1.500 millones de euros. El “impuesto solidario” será del 1,7%, para los que posean un patrimonio de entre 3 y 5 millones, de 2,1%, para las fortunas de entre 5 y 10 y de 3,5% para los que posean más de 10 millones de euros. El gravamen lo tiene todo: hasta los incentivos nefastos del impuesto progresivo, que genera serios desincentivos en las futuras capitalizaciones.
Uno de los “caballitos de batalla” de la izquierda alrededor del mundo es la necesidad de los impuestos progresivos, para que los que “más tengan, más pagan”. Cuando las alícuotas son fijas (flat tax), los que más tienen, más aportan al fisco, obviamente. Si la carga impositiva es del 10%, el que posee un patrimonio de 1.000 paga 100, el que tiene 5.000 paga 500 y el que tiene 1.000.000 aporta 100.000. Ahora, cuando el porcentual se incrementa según el ingreso o el capital, llega un punto en la curva donde conviene no producir ni ganar más dinero, ya que se lo lleva todo el fisco. Esto genera grandes desincentivos, sobre todo cuando se implementa como “impuesto a las ganancias” a los empleados en relación de dependencia o a la producción en las empresas.
Una cuestión no menos importante que merece ser destacada es la falacia de lo solidario en materia impositiva. Un impuesto nunca puede ser “solidario”, justamente, porque es un impuesto. La solidaridad tiene como condición necesaria la voluntariedad. Sin embargo, los gobiernos populistas tienden a utilizar estos nombres engañosos, para justificar sus arbitrarias iniciativas. Si una persona que ya pagó todos sus impuestos pudo llegar a tener una fortuna superior a los 3 millones de euros, el nombre adecuado para esta iniciativa pareciera ser el de “impuesto al éxito”. La solidaridad es producto de las acciones libres y voluntarias. Las acciones de gobierno son, por definición, coercitivas.
Decir “impuesto solidario” es una burda contradicción en términos y la discusión por estos temas (que parecen retóricos) no es menor.