El cogote de Diego Estrada y la deriva peripatética de la Gestora de Vox Málaga
Un partido necesita, como presupuesto de existencia, unas buenas dosis de dignidad y de decoro. Su actividad al final queda limitada por el alcance de sus propias fuerzas. Cuando más, si acaso, por el sentido moral del que dispongan sus líderes. A esa merma debe Vox Málaga su aparente vidriosidad.
Ana Gil es una señora mediocre y gris, a quien la vida le vino a ofrecer, sin esfuerzo alguno, un puesto de diputada en el Parlamento de Andalucía. Ana Gil responde a la lógica bastante ilógica que impera en los partidos políticos. Ninguna gran empresa privada contaría con ella para nada. En estas cosas, Vox no difiere ni tanto así del resto de los partidos de la casta. Repasen el organigrama de Vox Málaga y digan cuántos de ellos alcanzaría a triunfar en el ámbito de la gestión privada. Al final, la política como refugio de los peores comienza a ser un clásico también en Vox. Ana Gil es un buen ejemplo de ello.
Hace unos días, la esteponera escribía en Twitter sobre la reunión mantenida por miembros de Vox Málaga con el presidente de la asociación Amigos de la Catedral, Diego Estrada. En la reunión fueron informados de la crítica situación de la catedral de Málaga. “Urge reparación de la cubierta”, señalaba Gil. Desde la perspectiva de un cristiano de verdad, tal vez lo más acuciante fuese la presencia de feligreses en la catedral, pero sería como pedirle peras al olmo esperar un atisbo de trascendentalidad en estos políticos tan farsantes. Porque había que verlos a ellos y a ellas, fingiendo interés más allá del electoralismo cutre y garbancero, mientras Diego Estrada les daba detalles acerca de la restauración catedralicia.
Pero por si quedaba dudas acerca de la querencia unineuronal de los mandamaces de Vox Málaga, he aquí la prueba definitiva. Sabíamos que al insignificante Caillou le gusta más salir en una foto que a Nanda un potaje de garbanzos. Pero no que se superara a sí mismo con una ridiculez aún mayor que la anterior. En la foto de familia que estos pellas han colgado en redes sociales, de Diego Estrada solo se aprecia su espalda, mientras ellos exhiben ante la cámara sus feas caras y sus torvas miradas con auténtica impudicia. Como si en una foto de boda destacara el careto del padrino por encima del cogote de los novios.
No hay duda de que hablamos de gente que no es normal. Esta gente de la Gestora de Vox Málaga ha desarrollado una inquietante disonancia cognitiva que les hace percibir la realidad de forma distinta a como esta es percibida por gente normal.
La deriva peripatética de la Gestora está provocando la importante baja de los mejores activos del partido. Ellos no quieren ser responsables de haber sostenido y no enmendado este esperpento.