Patricia, no uses la palabra “madre” en vano
AD.- Debo decirte, Patricia Rueda, que das mucho grima. Eres y representas políticamente todo lo que más detesto. No vales nada, no eres nada, tu simpleza y mediocridad terminarán esfumándose en la densa niebla del tiempo. No puede haber legado de quien solo representa insustancialidad, falsedad y postureo. José Enrique Lara te eligió como candidata al Congreso porque, según dijo, “dos tetas” se cotizarían más alto que llevando de candidato a José Manuel Rojas, que no debo decirte, vale infinitamente más que tú. Pero a ti tamaña denigración te dio igual y aceptaste el puesto con la misma indignidad con la que ahora, desvergonzadamente, te incluyes entre las madres españolas. Debería darte vergüenza.
En un nuevo episodio de sus cortas luces, publicó el 25 de enero un artículo de opinión donde batió un nuevo récord al superarse a sí misma. Llenó unas líneas (probablemente alguien las escribió en su nombre porque también en eso resulta bastante mediocre), en las que ni opinaba ni informaba de nada. El medio que recogió el articulillo, propio de un boletín escolar de primaria, se llama Málaga Actualidad. Ya ahí encontramos la primera paradoja, ya que eligió para su insulsa y pueril disertación un asunto de hace semanas, es decir, no actual, tal y como admite en el escrito.
Usa como excusa las declaraciones del ministro de Consumo, Alberto Garzón, en relación con la ganadería intensiva, para buscar un lucimiento que no consigue. La polémica postura de Garzón en torno a las explotaciones ganaderas españolas son resumidas por la infantil Rueda como “críticas a la carne”.
Sin aportar ni un solo dato ni una reflexión adulta para contrarrestar “las críticas a la carne” de Garzón, Rueda recurre a un instinto maternal del que carece para anunciar la gran gesta de que va a luchar “por el pan de nuestros hijos”. Pues qué bien.
¿De qué hijos hablas, farsante, si ni los tienes ni parece que tengas voluntad de tenerlos algún día? No ensucies la palabra ‘madre’ poniéndola en tu boca. No utilices la maternidad en vano. No es la tierna demagogia lo que convierte a una mujer en madre, sino el esfuerzo de alumbrar una nueva vida y dedicarle años de atención y cuidados. Eso obliga a las madres a muchas privaciones y a renunciar a cosas a las que una egoísta nunca renunciaría. Por desgracia hay muchas mujeres y hombres sin el instinto que en cambio sí tuvieron nuestros padres y madres, incluida Mari Carmen. Vivimos en una sociedad desnortada y decadente, que ha dado la espalda con la mayor desvergüenza a las prescripciones establecidas por Dios. Hasta Irene Montero, que ve crecer a sus hijos, está más autorizada moralmente que Patricia Rueda para hablar en nombre de las madres.
No podemos pedirle peras al olmo, ni ideas brillantes a la diputada Rueda, aunque deberíamos. En los impúdicos 120.000 anuales que .cobra cada año la vividora debería residir su penitencia.
Y mañana, más.