El Madrid cae en Granada (1-0) con un gol de Cristiano en propia puerta
Un gol del portugués a la salida de un córner dio la victoria al Granada por 1-0. El equipo de Mourinho podría quedarse a 18 puntos del Barça. Con esta victoria, el Granada sale del descenso. El Madrid sufre la quinta derrota de lo temporada en Liga, cuatro de ellas en Andalucía.
El Real Madrid volvió a sufrir otra estocada liguera y retomó las malas sensaciones al caer derrotado en el campo del Granada, que jugó un partido de mucho sacrificio y trabajo y se llevó un triunfo que le mantiene fuera del descenso gracias a un gol en propia meta del portugués Cristiano Ronaldo en el minuto 22.
El equipo blanco, que sigue a quince puntos del Barcelona, jugó un mal partido, no fue capaz de tirar a puerta en el primer tiempo y apenas creó peligro en la segunda ante un renovado equipo andaluz que ofreció una gran imagen y sigue fuera del descenso.
Ante el peor conjunto de la Liga en casa no tuvo recursos para revertir la situación y volvió a salir de un campo andaluz, como en todas sus anteriores visitas esta campaña, derrotado.
El entrenador portugués del Real Madrid, José Mourinho, volvió a apostar, como en Copa del Rey ante el Barcelona, por la titularidad de Diego López, mientras que Toño regresó varias semanas después a la meta del Granada con la llegada al banquillo de Lucas Alcaraz, que durante la semana sustituyó al destituido Juan Antonio Albacete Anquela.
El equipo madrileño empezó mandando en el partido ante un conjunto andaluz con un esquema valiente pero con demasiado respeto al rival de inicio, aunque la primera ocasión del choque fue un cabezazo fuera de Íñigo López (m.13).
A los 21 minutos, Arbeloa tocó lo justo para quitar al debutante Nolito un gol cantado y mandar la pelota a córner, saque de esquina que terminó con el 1-0 al marcar el portugués Cristiano Ronaldo en propia meta cuando trataba de despejar de cabeza un lanzamiento muy cerrado del propio Nolito.
El Real Madrid, que fue de más a menos con el paso de los minutos, apenas tuvo protagonismo en ataque en la primera media hora, salvo un disparo de falta directa de Cristiano Ronaldo que se marchó desviado.
Pese al interés del croata Luca Modric y la movilidad de Cristiano, los de Mourinho fueron incapaces de disparar entre los tres palos rivales en una primera parte que acabó con una buena contra local mal finalizada por el nigeriano Odion Ighalo y con un disparo fuera del alemán Sami Khedira tras la única indecisión de la zaga rojiblanca antes del descanso.
Tan poco le gustó la primera parte de los suyos al técnico madridista, que no salió del banquillo en el primer tiempo y no se sentó en el segundo. En el intermedio dejó en la caseta a Khedira y un inédito argentino Gonzalo Higuain para dar entrada a José Callejón y al francés Karim Benzema.
Mejoró ligeramente en cuanto a vocación, en cuanto a intención, el Real Madrid, pero tardó 58 minutos en tirar a puerta. Lo hizo Ronaldo desde lejos, pero Toño mandó a córner con una buena estirada.
El Granada, pese a tener menos posesión del balón que en el acto inicial, se defendió en todo momento con orden y seguridad, y hasta dio un susto a la contra con un remate de espuela de Ighalo que se marchó fuera por muy poco.
Una pérdida de balón del brasileño Marcelo nada más entrar al terreno de juego estuvo a punto de costarle un susto a su equipo, aunque Nolito se dejó el balón atrás cuando estaba en franca posición para marcar, justo antes de que Ronaldo volviera a poner a prueba desde lejos a un seguro Toño.
Los madridistas, con más ganas que fe y fútbol, pudieron empatar en un mano a mano de Callejón ante Toño y, en la misma acción, un posterior remate de Benzema, en la mejor ocasión del partido (m.84), pero el tiro del francés se marchó muy cruzado.
Con el galo Raphael Varane de delantero improvisado, el Real Madrid lo intentó hasta el final pero no volvió a crear peligro y solo le quedó asistir de espectador a la fiesta que se montó con el triunfo en las gradas de Los Cármenes.
EL MÁLAGA SE ATASCA OTRA VEZ EN LA ROSALEDA (1-1)
El Málaga no pasa por su mejor momento. Ha vuelto a quedar de manifiesto en su estreno matinal en la élite con la actual denominación. Atascado, sin frescura y como con digestión pesada, su juego a impulsos, sin continuidad, se asemeja al estado de forma de Baptista, cuyo regreso después de casi 500 días se vio relegado este mediodía a un segundo plano. Pero el empate a uno también ha sido una merecida recompensa para un Zaragoza brillante en su concepción del partido y que incluso regresa a casa con la sensación de haberse dejado dos puntos.
El Málaga tuvo que superar desde el primer minuto el inteligente planteamiento de Manolo Jiménez. El Zaragoza protegió su defensa con una sola pieza, José Mari, mientras Movilla y Apoño actuaban más adelantados para neutralizar los movimientos y la puesta en escena de la pelota por parte de Toulalan y Camacho, respectivamente. Por cierto, los dos exmalaguistas no recibieron desde la grada el mismo trato. Mientras el madrileño escuchaba el tradicional cántico de “Illa, Illa, Illa, Movilla maravilla”, el centrocampista de La Palmilla fue pitado en cada intervención.
La baja de Demichelis se dejó sentir demasiado. Como es habitual, por otra parte. Ya quedó patente en la visita al Mallorca que el Málaga sufre para sacar el balón jugado desde atrás con Lugano y Weligton. Si a ello se añaden el bloqueo al que estuvieron sometidos los dos medios centro y la ausencia del traspasado Monreal, fue fácil constatar que el conjunto blanquiazul iba a tener que recurrir más de la cuenta al envío en largo a Santa Cruz.
El Zaragoza estuvo a sus anchas durante casi veinte minutos, sin sufrir y con el balón alejado de su área. Incluso, en un regalo de Lugano (cedió un córner cuando Caballero tenía todo a su favor en la falta lateral botada por Apoño), se adelantó en el marcador por medio de Hélder Postiga. Conviene apuntar que el Málaga sufrió en exceso en la primera parte en cada saque de esquina. De hecho, Caballero estuvo providencial en el minuto 43 al volar al palo derecho para sacar el tiro a bocajarro de Montañés a la altura del punto de penalti.
Con el marcador en contra, el Málaga sufrió otro contratiempo. Ya se sabe, la ley de Murphy. Primer partido sin Monreal y lesión de Eliseu, al que tuvo que sustituir Sergio Sánchez. Paradójicamente, al minuto siguiente una combinación entre los tres malagueños del equipo (Jesús Gámez, Isco y Portillo) sirvió para generar el primer córner. Y, como en la portería contraria, también tuvo consecuencias. El asistente de Preferencia entendió voluntariedad en una mano de Paredes. Isco no perdonó desde el punto fatídico.
El gol despertó definitivamente al Málaga, que desde ese instante ejerció un control férreo del partido, amparado especialmente en la lucidez de Portillo en casa acción. Posiblemente el paleño, parece que con una enorme confianza tras el pase de gol a Monreal una semana antes, firmó en la primera parte los mejores minutos tomando la iniciativa y tirando del equipo. Joaquín e Isco, últimamente algo atorados, se contagiaron y regresaron a su mejor versión. Movilla, bajo los palos, y Roberto, en el suelo con el pie derecho, evitaron sendos goles de Isco y Jesús Gámez que pudieron suponer al descanso la ventaja del Málaga con más sabor malagueño de la temporada.
Pero el Málaga no pudo mantener esa inercia en la reanudación. El Zaragoza juntó aún más las líneas a costa de rebajar una pizca su presión y la jugada le salió perfecta, porque en toda la segunda parte el conjunto blanquiazul no creó ocasiones. Portillo ya no tuvo libertad de movimientos e Isco empezó a recibir más lejos. La entrada de Saviola aportó muy poco (demasiado acelerado, incurrió sistemáticamente en fuera de juego). Mientras Roberto pasaba inadvertido, Caballero volvió a ser decisivo en un disparo envenenado de Víctor. Además, Apoño estrelló el balón en el palo en un libre directo y Movilla desperdició el rechace con la portería vacía.
La única positiva para el Málaga en todo el partido fue el regreso de Baptista a las 13.27 horas, en el minuto 69. El brasileño ni siquiera tuvo una opción de remate y se le vio tan voluntarioso como falto de chispa. Pero su regreso llega en el mejor momento. El conjunto de Pellegrini vive la etapa de más atasco en su juego en lo que va de temporada.
CUARTA VICTORIA CONSECUTIVA DEL ESPANYOL EN CASA (3-2)
El Espanyol logró su cuarta victoria seguida en casa, ante el Levante, con dos goles en los minutos 68 y 69, de Stuani y Sergio García, que rompieron un empate fruto, primero, de un tanto en propia puerta de Iborra y de un error defensivo de Colotto en la primera parte. Pero no fue una victoria tranquila. Además del 3-2 de Martins en el 86, un remate de Míchel creó más que tensión en el área de Casilla. Colotto, bien colocado, subsanó su fallo en el 1-1 y salvó los tres puntos para el Espanyol. El portero atrapó el rechace y calmó los nervios. Ya no había tiempo para más.
Los de Juan Ignacio Jiménez cedieron demasiado el balón a los de Javier Aguirre, en clara línea ascendente. Los blanquiazules vieron recompensada su insistencia en uno de sus mejores partidos, sobre todo en ataque. El Levante, por su parte, tuvo problemas para conectar con sus delanteros durante casi todo el encuentro.
El choque arrancó con un ritmo elevado. En el minuto 8, Héctor Moreno salvó un gol cantado de Martins, que ya se había despegado del portero Casilla con una velocísima carrera tras un pase de Barkero. El mexicano se estiró y frenó el 0-1 justo en la misma línea de fondo cuando el nigeriano ya celebraba el tanto.
Los dos equipos apostaban por un fútbol directo en Cornellá-El Prat, sin complicaciones en las transiciones ni en la medular. Martins era la amenaza ‘granota’ y Sergio García, la blanquiazul. El delantero local, en el minuto 11, pidió mano de Héctor Rodas en el área de Munúa, pero el árbitro no señaló penalti. La intensidad inicial se enfrió a partir del cuarto de hora y las ocasiones de ambos equipos disminuyeron sensiblemente. Al Espanyol, sin embargo, no le interesó este ritmo y pronto subió revoluciones arriba. El juego de bandas y las combinaciones de Verdú consiguieron poner en aprietos en más de una ocasión al meta del Levante.
La insistencia local casi tuvo premio. Una jugada entre Capdevila y Longo, en el 31, pudo acabar en gol, pero el ariete italiano, que controló con comodidad ante la presión de los centrales, falló un disparo a puerta vacía. El Levante, por su parte, se limitaba a esperar. No había noticias visitantes arriba. Y justo cuando el bloque ‘granota’ ya firmaba el empate antes del descanso, el Espanyol sumó el 1-0. Tras un córner desde la derecha, Navarro rechazó el balón con un cabezazo, rebotó en la espalda de Iborra y acabó en la red de Munúa. El Levante dispuso de réplica, pero Kiko Casilla salió con contundencia y seguridad por alto.
Los locales iban camino de su cuarta victoria seguida en casa, pero el fútbol no creyó justo que lo hiciera con un gol en propia meta. Del regalo de Iborra se pasó al de Colotto. El central despejó hacia atrás sin notar que Rubén García estaba cerca. El canterano superó con la cabeza la salida de Casilla y firmó el empate en el marcador. Ningún equipo se conformaba con un punto pero el Espanyol se mostraba mucho más incisivo. Martins, en el bando contrario, apenas recibía balones. El trabajo de los de Aguirre obtuvo su recompensa a partir del minuto 68, con dos acciones que cambiaron el signo del partido y sentenciaron los tres puntos.
La primera, una jugada personal de Sergio García que, tras sortear a varios contrarios, se escoró a la derecha para centrar un balón a Stuani. El ítalo-uruguayo remató a placer con la cabeza (2-1). Pero justo en la jugada siguiente, con el Levante aún conmocionado, llegó el 3-1 a Cornellá-El Prat. Esta vez fue Stuani el que asistió al delantero catalán tras varios regates en la frontal. El punta cruzó el balón, sentenció el choque y se fue a la banda para mostrar una camiseta en honor a su suegro, recientemente fallecido. Juan Ignacio Martínez, técnico ‘granota’ gastó todos sus cambios buscando soluciones.
Refrescó el ataque y la medular, intentando frenar a un Espanyol con la moral por las nubes. Con todo arriba, Martins logró meter miedo al equipo local en el 86, ganando la posición a los centrales (3-2) e incluso la épica visitante pudo ir a más si Colotto no llega a estar en la línea de fondo tras un remate de cabeza de Míchel.
EL GETAFE REMONTA ANTE UN DÉPOR QUE SE HUNDE (3-1)
El Getafe ganó 3-1 al Deportivo, incapaz de aprovechar durante más de 50 minutos un marcador favorable y una superioridad numérica tras la expulsión de Miguel Ángel Moyá, y sacó los colores al conjunto de La Coruña, que dio una imagen sin actitud llena de conformismo.
Ambos equipos iniciaron un duelo marcado por la necesidad de los dos contendientes. El Getafe sumaba nueve partidos oficiales sin ganar, y, a ocho puntos del descenso y a ocho de Europa vivía envuelto en una modorra peligrosa de la que necesitaba salir con una victoria.
El Deportivo, que experimentó una ligera mejoría tras la llegada del luso Domingos Paciencia al banquillo, poco a poco fue desinflándose hasta acabar el pozo de la clasificación. Necesitaba ganar para acabar con una situación peligrosa. Y muy pronto, a los diez minutos, se encontró con una situación perfecta, soñada para cualquier entrenador y jugador. La provocó el delantero Riki, que fue derribado por el portero Miguel Ángel Moyá dentro del área y el árbitro, Paradas Romero, no dudó en señalar penalti y en expulsar al jugador del Getafe. Pizzi no falló y adelantó a los gallegos, que tenían ochenta minutos por delante para afianzar tres puntos muy valiosos para el Deportivo. Sin embargo, los hombres de Paciencia acusaron una debilidad defensiva que evidenció dónde están todos los males del cuadro gallego.
Con Evaldo, un extremo, en el lateral izquierdo, con el nuevo fichaje, el brasileño Kaká, todavía desubicado, y con Manuel Pablo bastante flojo y en ocasiones lento, el Getafe encontró una mina que no tardó en explotar con un fallo en cadena de la defensa deportivista que acabó en un penalti de Evaldo sobre Colunga. Diego Castro no lo desaprovechó y subió el empate al marcador. El Getafe, algo mejorado con la vuelta de Abdel Barrada de la Copa de África, se echó atrás e intentó aprovechar algún contragolpe para marcharse con ventaja al banquillo. No lo consiguió, de hecho, no tiró entre los tres palos. Tampoco el Deportivo, incapaz de crear ocasiones con uno más. Fue todo un horror para los ojos de los espectadores, que encontraron su diversión en los penaltis.
No mejoró mucho el espectáculo en la reanudación. Más de lo mismo, con el Deportivo mostrando un aspecto peligroso, de desidia y parsimonia, dejándose llevar cuando tenía que ir a morder a un rival en inferioridad que debería estar sentenciado desde el minuto diez. Y lo pagó. Lo pagó carísimo y, jugando así, huele a Segunda División. Con el árbitro empeñado en sacar tarjetas (mostró doce en total), el Deportivo no fue listo y Abel Aguilar vio su segunda amarilla y se marchó al vestuario. Las fuerzas se igualaron y, con el desastroso juego que estaban mostrando los gallego, se mascaba la tragedia.
Álvaro Vázquez y Adrián Colunga se encargaron de dar la vuelta al marcador. En dos minutos, el 81 y el 83, marcaron dos golazos que dejaron totalmente descolocados al Deportivo, que pagó su parsimonia y salió derrotado del Coliseum. El Getafe, arregló la crisis de sus delanteros, poco acertados a lo largo de la temporada, y, ya de paso, acabó con una racha de siete encuentros sin conocer la victoria.
Los ha metido de todas las maneras la única que le faltaba por meter es en propia meta. Así le van a dar el balón de Oro.