Blas Piñar escribe para los lectores de AD: “La España plural y un poco de humor”
Blas Piñar.- Hacer una fotografía de la España en que ahora vivimos, nos permite tener a la vista y verla con detenimiento, así como definirla y calificarla de plural, o mejor, con esdrújula, pluralísima.
Ya no se trata de la España singular, distinta, diferente, identificable y reserva espiritual de Occidente. Esa singularidad se ha perdido. Hoy somos una España plural y con muchos plurales, y alejada de su quehacer histórico, en el cual podía hablarse de las Españas.
Somos tan plurales, que la variedad, fruto de la unidad, enriquecedora de ella, se ha convertido en dispersión, que la rompe. De este modo, tenemos un Estado plurinacional, pluricultural, plurilingüístico, plurifiscal y plurirreligioso.
Este pluralismo se ha puesto de relieve en el plano político y en el Palacio de la Zarzuela. Los nuevos ministros juraban o prometían, y lo hicieron demostrando ese pluralismo. Es verdad que todos lo hicieron de pie (antes de la Transición se juraba de rodillas y estando en un reclinatorio), pero ahora unos lo han hecho con la mano sobre la Biblia, otros con la mano sobre la Constitución, me parece que otros sobre los dos libros, y me parece también que otro con un dedo sobre el papel en el que estaba escrito el texto del juramento. Al pluralismo de los juramentados hay que añadir el pluralismo de los que, tomando más tarde posesión de otros cargos, simplemente -y para no comprometerse con exceso- sólo prometieron.
Insistiendo en el pluralismo de los juramentados, conviene destacar que ninguno de ellos juró por Dios, quizá porque en la subconsciencia de los mismos estaba el recuerdo de que no se debe jurar por Dios en vano, ya que no cumplirlo sería un pecado de perjurio; y de este perjurio hay ejemplos bien conocidos. Jurar, a secas, sin ningún añadido, deja pendiente la respuesta a un interrogante: ¿A quién se hacía referencia con este juramento?. Es posible que la contestación no sea otra que a la propia conciencia, o también que era una triquiñuela semántica, para que los católicos que habían votado al partido que iba a gobernar, creyeran que, gobernando, derogaría el ordenamiento jurídico “contra natura”, que está descristianizando a nuestro pueblo, al servicio de la cultura de la muerte.
El pluralismo a que me estoy refiriendo, se aprecia igualmente en lo que podemos llamar, a un tiempo, el beso político y la pipa de la paz.
Beso político en la toma de posesión y cese de los ministros. No sólo hubo un cortés apretón de manos entre los cesantes y los entrantes. Cuando eran de sexo distinto hubo besos repetidos, acompañados de sonrisas, como si se tratara de viejos amigos que, después de algún tiempo, se reencontraran. No sé por qué, pero lo cierto es que al contemplar a través de la televisión tan afectuosas escenas me vino a la memoria la pipa de la paz.
La pipa de la paz es la que fumaban los indios y los soldados del ejército norteamericano al poner fin a las hostilidades; y con ella vino a mi memoria el famoso abrazo de Vergara. Los que se habían dicho de todo durante los últimos años, y especialmente en la durísima campaña electoral, ahora se han abrazado y besado. Incluso imaginé que los nuevos ministros gritaban a coro: “los que han jurado unidos-jamás serán vencidos”, mientras que los cesantes, en alta voz, repetían: “los que ahora, vencidos, nos marchamos –con todo cariño- os saludamos”. ¡Veremos lo que dura!.
Por último, quiero traer a colación las carteras que cada ministro cesante entregaba al entrante. Las carteras que se traspasaban, eran y son grandes, con indicación del respectivo ministerio (que ahora son, en varios, triministerios). Deben pesar bastante. Ninguno las abrió. No sé si estaban vacías, si llevaban los periódicos de la semana, las facturas que el Gobierno anterior no había pagado, o los proyectos de los Decretos-Ley aumentando los impuestos que habían prometido no subir, así como los recortes que iban a hacer para pagar la deuda pública, que ahora se denomina soberana, no sé si para hacer responsable de ella a la soberanía del pueblo o porque siendo soberana es al pueblo, al que estimo inocente, el que por ser soberano, con notable sacrificio, la tiene que pagar.
En todo caso, es posible que en los presupuestos que en su día se aprueben, haya una partida para el “seguro de cartera”, cubriendo los supuestos, de que quienes integran el poder ejecutivo, la pierdan, se la roben, o se deterioren por el uso; sin olvidar el acuerdo unánime de conceder a todos los ministros cesantes, incluido Rodríguez Zapatero, una de nuestras condecoraciones más altas y significativas desde el punto de vista político y religioso. Con ella, los ministros que acaban de cesar podrán ir con decoro por la calle.
Muchos echamos de menos la presencia de este grandísimo orador que es don Blas Piñar, tanto por las formas, elegantes, cultas y correctas, como por el fondo, verdadero, oportuno y valiente. Desde su retirada de la política activa nuestro estercolero democrático apesta aún más. No debemos echar en saco roto todas las verdades que nos dice cada vez que habla de la España actual, o de lo que ella nos queda, pues siempre sabe discernir los verdaderos problemas de las chorradas y cuentos con los que pretenden confundirnos los vividores de PP, PSOE y demás basura política. Que su ejemplo… Leer más »
Leer a Don Blas Piñar siempre es un acierto, entre tanta morralla como circula por ahí. Aún tengo en mi poder las revistas de Fuerza Nueva que compré en los primeros años 80 y recuerdo aquella portada que reflejó la traición de quien afirmó que su mano no temblaría a la hora de defender los principios que acababa de jurar. En aquellos ejemplares se terminó de formar mi adhesión al Régimen del 18 de Julio y leyendo los encartes centrales con los discursos de Blas por toda España, esos principios arraigaron en mi forma de pensar política hasta el día… Leer más »
Y yo pregunto… si no tenemos nada en común los unos con los otros, si en realidad lo que nos caracteriza es la pluralidad, si vale lo mismo prometer que jurar, la Constitución del 78 (enésima) que la Biblia, el desempeño de unos que de otros a efectos de reconocimiento con menciones o medallas o mismamente,a la posibilidad de pertenencia al Consejo de Estado… pregunto pues ¿por qué hemos de estar unidos? ¿por qué hemos de estar todos sometidos a esta tiranía liberal- socialista, judeo-masónica?
El gran Blaspi es un español ejemplar.
Larga vida a Blas Piñar.
Com pot a ser que aquest senyor amb l’edat què té, pugui fer aquests escrits i les conclusions tant impressionants i tan bé reflectides, molt dels politics haurien de prendre nota d’ell.
Som molts els catalans que en aquests moments trobem a faltar a FRANCO, encara que la resta d’espanyols es pensen que els catalans no ens sentim espanyols, doncs els hi torno a dir que estan molt equivocats, som molts els que ens estim ESPANYA, i volem tornar a sentir-nos com un espanyol més.