¿La hora de Anglada?
José Montilla se olvidó de que es el hijo de un agricultor andaluz; se olvidó de que tenía dos hijas a las que ofrece una educación muy por encima en calidad de la que ha ofrecido a miles de niños hispano-parlantes; olvidó el decoro y el pudor al no representar a todos los catalanes; se olvidó de su sentido de Estado al amancebarse con los inmigrantes ilegales, sin importarle la indignación de quienes deberían haber estado por encima de sus ilícitas relaciones. Lo bueno es que la ‘pesadilla Montilla’ acabará para Cataluña y el resto de España el próximo domingo. Lo peor es que no sé yo si el remedio convergente será lo mejor para Cataluña.
La campaña catalana está siendo llamativamente pobre. Cuando problemas de tan enorme trascendencia como el aumento del paro, el crecimiento de la inmigración ilegal, la agravación de la crisis económica y el desarrollo del islamismo impune no se examinan a fondo por los que aspiran a convertirse en representantes de la voluntad popular, se refugian en tertulias muchas veces sin contenido y se disfrazan de pornocandidatos, lo normal sería que los electores diesen el domingo la espalda a las urnas o se refugiasen en la única opción que ha mirado de frente a los ciudadanos honestos advirtiéndoles del peligro que la inmigración musulmana, la corrupción y la rendición de los políticos tradicionales puede traer consigo. Hablo de Plataforma per Catalunya, con cuyo líder mantuve abiertas algunas heridas que Gerard Bellalta y la gravedad del momento político presente ayudaron a restañar de una forma urgente.
Con todos los reproches que del caso me haga acreedor en este comentario, debo decir que no hay color entre lo que representa la PxC y el papel infame que llevan a cabo esos políticos catalanes que parecen agallinados ante el moro invasor. No hay color entre Anglada y ese nacionalista de salón que claudica y se amorronga sin luchar contra los que quieren sodomizar su tierra al grito de ‘Alá Akbar’. Los políticos catalanes, como los viejos políticos de la vieja Europa, han perdido la dignidad de su función y balan sin cesar como tiernos corderos ante un problema que los catalanes de Vic, de Salt, de Hospitalet, de Badalona, del Vendrell, de Santa Coloma, de Lérida, ven cada día más cercano.
Con los imanes salafistas tocando a rebato, con Cataluña cada día más perdida entre un dédalo de mezquitas ilegales, con las calles cada vez más inseguras, con las empresas en bancarrota, con la competencia ilegal de los chinos y los paquistaníes, con todo eso y mucho más, los candidatos de los partidos tradicionales continúan su campaña con manifiesta impasibilidad. Si viniesen los marcianos también seguirían haciendo lo mismo. Montse Nebrera posa bajo un albornoz entre jadeos orgásmicos, mientras una guarra del porno se convierte en la sensación de la campaña y Alicia Sánchez-Camacho navega en clave justiciera para decirnos ‘digo’ donde sus compañeros de Melilla dicen justamente lo contrario.
Resulta triste tener que recordar aquí y ahora qué han hecho los grupos con representación en el Parlament que hoy tienen la desfachatez de pedir su voto a los catalanes. ¿Qué temas trascendentales han llevado a la Cámara? ¿Qué propuestas decisivas han mejorado las condiciones de vida de los catalanes? ¿Son esas condiciones de vida mejores que la de hace cuatro años? ¿De qué ha servido una legislatura plagada de hechos diferenciales, de consultas soberanistas, de tensión con el Estado, de corrupción descontrolada, de restricciones a los no nacionalistas, de corrosión social, de prohibiciones contra los toros, de concesiones a los ilegales, de intervención estalinista en las empresas, de quiebra del principio de autoridad en materias como la seguridad ciudadana…? ¿Qué grupos políticos han hecho oír su voz en el Parlament exigiendo medidas contra la criminalidad, reivindicando los derechos de los catalanes autóctonos, denunciando las irregularidades en el censo y en la prestación de las ayudas a extranjeros? ¿Qué imagen ha dado el Parlament estos cuatro años? Seamos sinceros: una imagen penosa. Una imagen de ineficacia y de rendición ante los ilegales.
Es muy lamentable que la participación electoral en Cataluña no superará el domingo el 55 por ciento. Es lamentable que tras este dato tengamos que reconocer que el pueblo catalán, los honestos ciudadanos de a pie y la clase media, se sienten enteramente desvinculados de sus políticos. Más todavía: muestran una total indiferencia por lo que salga elegido para el Parlament. No creen en los políticos catalanes, en definitiva. A tal indiferencia les ha llevado quienes, carentes de todo compromiso con el país al que pertenecen, han convertido la política en una especie de club privado, que funciona en el vacío, ajeno a la palpitación del cuerpo social que debería representar.
Es ante ese vacío de legitimidad democrática que yo reivindique aquí y ahora la oportunidad para la Plataforma per Catalunya. Si otros la han tenido y dilapidado, ¿por qué no dársela esta vez a quien se presenta a las elecciones con un discurso que rompe con la seráfica y siempre feliz moderación de la casta política con los asuntos que de verdad importan a los catalanes? El discurso de los políticos catalanes de siempre es irreconocible para la mayoría de los ciudadanos. Los intereses sociales y económicos son tan enormes que hasta las voces más valientes de algunos de esos partidos se ven obligadas a defender cosas distintas de las que se pregonan a veces.
Sea porque Josep Anglada haya sido el único que, discrepancias a un lado, ha debatido con oportunidad los grandes asuntos que realmente preocupan a miles de catalanes invisibles, pido para su plataforma el beneficio de la duda.
Estoy convencido de que ninguno de los representantes de la casta política catalana cree en Cataluña. La están utilizando como pantalla, ya que todo se ventila a espalda del futuro de Cataluña; un futuro que, o bien es el representado por la Sagrada Familia, felizmente célebre estos días, o no será. Es por tanto la hora de que al menos un representante del próximo Parlament tenga la autoridad emanada de una adhesión política que no se rija por el sistema partitocrático de siempre.
Estoy tratando en mi pueblo de hacer una lista para presentarnos por PXC en las municipales
PSC, CIU, ESQUERRA, INICIATIVA VERDS ayudarian antes a un terrorista islamico que les diera un solo voto que a los casi 200.000 catalanes que acuden cada dia a Caritas porque ya no tienen ni para comer.
Los autóctonos somos ciudadanos de segunda. Los inmigrantes reciben muchas más ayudas. Y en el médico y en Urgencias pasan delante (tengo testigos de esto). No es racismo. Es la pura y dura realidad.
El único voto útil es Plataforma X Catalunya.
Más casos reales y comentarios en:
http://yovotareanglada.blogspot.com
¡VIVA ANGLADA!