El separatismo es Muerte, el Patriotismo es Resurrección

A la izquierda, la Semana Santa en Andalucía; a la derecha, la Semana Santa en Bilbao. A esto les ha conducido décadas de adoctrinamiento separatista. Andalucía, reserva espiritual de lo que queda de España.
AD.- Que las imágenes valen más que mil palabras queda reflejado en las multitudes que contemplan los sagrados tronos en Málaga, Sevilla, Córdoba o Granada y la vaciedad más absoluta con la que se desarrollan en Bilbao o en la misma Cataluña. Si no fueran la representación plástica de la Pasión y de la muerte de Nuestro Señor Jesucristo, parecieran allí una manifestación vacía, solitaria y sosa, realizada por unos pocos nostálgicos de la arqueología religiosa.
En Bilbao, cuatro personas -no hay más- contemplando el paso de unas docenas de cofrades y de un escaso centenar de devotos que acompañaban la procesión por unas calles prácticamente vacías. En Barcelona, en las escaleras de la Catedral, el restaurado Cristo de Lepanto, que ya no se parece en nada al anterior, y un desmayado canónigo predicando un insustancial Sermón de las Siete palabras ante unos pocos feligreses y bastantes más curiosos turistas que, lógicamente, no se enteraban de nada.
Vaciamiento absoluto de la fe. Esto es lo que trae el nacionalismo. Por eso hacen muy bien Valencia y Baleares de no querer saber nada de esta purria ideológica y moral, pues en sendas comunidades todavía algo se puede respirar. Estas son las consecuencias de cuarenta años de destrucción de las esencias religiosas de los pueblos y de sus tradiciones más arraigadas. La divinización del territorio que hacen los separatistas, se ha convertido en un arma arrojadiza excluyente, que desposee al pueblo de cualquier apego trascendente o espiritual por el que pueda sentirse identificado con el resto de españoles que tienen, en principio, la misma fe.
Cuando se educa a las futuras generaciones en el odio a España y a sus símbolos, se producen imágenes como estas: escalofriantes y decrépitas. Son cuatro y el del tambor, en comparación con Andalucía o casi con cualquier otro sitio. Cualquier equiparación entre el fervor católico de los andaluces y la nadería espiritual de catalanes y vascos es un insulto a la inteligencia. Este desastre es lo que ha traído el nacionalismo exacerbado en Cataluña y en Vascongadas. La diferencia pues está en la fe, en el amor a Dios y a la Patria, a la Tradición incardinada en el catolicismo.
Por ello, el pueblo más identitario de Europa ha sido y es el andaluz: la Navidad, la Semana Santa, el Corpus Christi, las cruces de mayo, las romerías, las exaltaciones Marianas… se celebran como en ningún sitio, con fervor y en olor de multitudes. Y es que las sociedades contaminadas por tantos años de separatismo y corrupción moral no tienen otro destino que la desaparición.
Sólo sintiéndonos hijos de la Iglesia y orgullosos de nuestro origen, la antigua piel de toro, que todavía nos sustenta, seguirá siendo esta “tierra de María” Santísima a la que tantas veces se refirió el recordado papa Juan Pablo II.
Que la luz de la Pascua penetre tantos corazones emponzoñados por la mentira de la cultura woke y podamos levantarnos, con la fuerza de Cristo resucitado, del ponzoñoso sepulcro de la abyecta inmoralidad a la que nos han confinado los que detentan el poder.
Bueno…en casi toda España, excepto en las zonas adoctrinadas por la masonería y los joodios, Cataluña y Vascongadas. Pero es cierto que en Andalucía de forma especial… que maravilla !!!
Y Salamanca, y Zamora, y otras ciudades… ¡Eso sí que son procesiones hechas con el corazón, el respeto y la devoción!
Y Valladolid. Doy fe.
Aprecuado AD, la expresiln tradicional es “loor de multitudes”, el olor es el de la santidad