El periodismo de rodillera, el último gran baluarte de Sánchez para tapar su corrupción
CE. – Con Sánchez acorralado por la corrupción socialista y con su única defensa ya quemada, La Sexta programa una noche sobre Franco.
Durante el mandato de Felipe González (1982-1996), esos escándalos acabaron siendo algo cotidiano, igual que lo son ahora bajo el mandato de Pedro Sánchez. Igual que hoy, entonces hubo un periodismo independiente que hizo su trabajo y un periodismo fiel al poder que intentó taparlo todo, pero que no se quiso limitar al vergonzoso oficio de ser un limpiabotas del gobierno.
Fue entonces cuando empezó a existir lo que vemos ahora: medios y periodistas que actúan como perros de presa del poder político contra el periodismo independiente, señalando a los medios que hacen su trabajo e intentando desprestigiarles para que no incomoden al poder.
Hay caras que han cambiado y algunas cabeceras se han incorporado a ese grupo, pero algunos medios siguen haciendo lo mismo que en esa época. Recordemos, sin ir más lejos, el caso de un famoso diario socialista calificando como “sindicato del crimen” a los periodistas críticos con el gobierno de González. Yo tenía 17 años cuando se publicó esa basura y no me olvido de lo que hicieron entonces.
En la actualidad, igual que ocurría hace cuarenta años, el periodismo de rodillera (como se conoce hoy a los medios que viven de arrodillarse ante el poder político para obtener su favor) se ha convertido en una de las mayores lacras de la democracia en España. Periodistas que, al igual que hace cuatro décadas, no se conforman con tapar las vergüenzas del poder, sino que se dedican a señalar a los periodistas independientes y a apoyar la censura contra los que discrepan del gobierno, hasta unos extremos que ni siquiera se le había ocurrido a el franquismo.
Recordemos, por ejemplo, la reciente queja del citado diario socialista sobre las opiniones vertidas en comidas de amigos, tertulias espontáneas y grupos de WhatsApp, lamentándose de que las autoridades no actúen contra esas conversaciones privadas, confundiendo la España actual con el régimen totalitario que George Orwell describió en su famosa novela “1984”.
En 1996, cuando Felipe González fue por fin expulsado del poder tras 14 años de escándalos, el periodismo de rodillera de los socialistas conservó intacto su poder y su prestigio. Lo primero lo mantuvo, en gran medida, gracias al Partido Popular, que mantuvo una actitud absurdamente servil hacia ese periodismo socialista. Lo segundo ocurrió por el ridículo corporativismo periodístico que considera “compañeros” a los miembros del gremio que actúan como comisarios políticos, como si ser periodista al servicio del poder fuese tan respetable como serlo a la intemperie. Así es como llegamos a la situación actual, con ese periodismo de rodillera haciendo lo mismo que hace 40 años y, además, pretendiendo censurar a medios alternativos como las redes sociales, como si esto fuese una dictadura.
No sé cuánto tardará en caer Pedro Sánchez, pero sé que al final caerá. Más eterno parecía el gobierno de Felipe González y al final cayó. Sé perfectamente lo que ocurrirá después: yo seguiré publicando a la intemperie igual que lo he hecho siempre. Este blog ya ha presenciado tres gobiernos distintos del PSOE y del PP y siempre ha manteniodo una posición crítica con el poder político, fuese cual fuese su color.
Lo que no puede volver a ocurrir es que el periodismo de rodillera salga impune de todo lo que ha hecho. Tenemos que empezar a ser implacables con él. Tenemos que dejar de ser suaves y amables con unos propagandistas que viven de las subvenciones (es decir, del dinero de nuestros impuestos) y que utilizan el favor político obtenido para dedicarse a pisotear nuestras libertades y a perseguir a quienes intentan defenderlas, que es lo que está ocurriendo hoy en España.
Especialmente tenemos que conseguir que de una vez por todas se supriman todas las subvenciones a los medios de comunicación, que se han convertido en una forma de poner al periodismo al servicio del poder político al que tiene el deber vigilar, y el cierre o la privatización de todos los medios de comunicación públicos, que hacen competencia desleal y actúan como órganos de propaganda del gobierno de turno. Si un partido político no contempla esto es porque quiere que todo siga igual, con una legión de periodistas escribiendo al dictado del poder.
¿Es cierto que se está ventilando a Pilar Alegría…???
Tiene buen gusto el cabron.