El “punto azul”: desafiando la Agenda 2030
Por Laureano Benítez.- En el verano de 2022 se estrenó en España el documental «The Big Reset», que en poco más de dos horas exponía la conspiración contra la Humanidad que se estaba desarrollando mediante la plandemia de la COVID-19, con el objetivo —según se afirmaba en su página web— de «ayudar a recuperar el control de nuestras vidas y todos los derechos que nos han sido vulnerados. Y la única manera de lograrlo es ayudar a la ciudadanía a que entienda qué es lo que realmente está pasando». El documental fue un rotundo éxito, llenando las salas de los 20 cines españoles donde se proyectó, traduciéndose además a los idiomas más relevantes.
Dirigido por W —seudónimo de un realizador del que se desconoce su identidad—, y financiado —como no podía ser de otra forma— mediante el “crowfunding”, el documental fue censurado en todas las redes sociales globalistas, pero aun así arrasó en las redes de la disidencia.
Después de exponer los principales hechos de la plandemia covidiana, el documental concluía afirmando que su objetivo último era acelerar la implementación del “Gran Reseteo”, la gigantesca operación globalista que busca la instauración de un Nuevo Orden Mundial totalitario que destruirá la mayoría de nuestras libertades y derechos.
Este Nuevo Orden se explicita en la Agenda 2030, y a la denuncia de este siniestro plan contra la humanidad se encamina el proyecto “The Blue Dot”, nuevo documental que viene a ser la segunda parte de “The Big Reset Movie”.
El nombre del documental proviene del el astrónomo Carl Sagan, quien en 1990 decidió que sería interesante que la nave espacial Voyager 1, después de completar su misión en Saturno, diese la vuelta y tomase una foto de la Tierra. Vista a través de esa enorme distancia, nuestro planeta es intrascendente, como dijo Carl Sagan «una mota de polvo suspendida en un rayo de sol». Pero es una mota azul; de ahí el :famoso nombre de la fotografía: «Un punto azul pálido».
Como se afirma en la web https://thebluedotmovie.com/, «The Blue Dot» tratará de abordar todos los desafíos que amenazan el futuro de la humanidad. Pandemias, guerras, cambios climáticos, destrucción económica, implantación de una renta básica universal, digitalización del planeta y control personal con microchips sólo son los peldaños para lograr los objetivos: el control absoluto de los recursos del planeta, además de la mente y el cuerpo del ser humano.
Bajo bonitas palabras como “El fin de la pobreza” o “Hambre 0”, y adornado con tonalidades coloridas se esconde una agenda que pretende cambiar todos los aspectos de nuestras sociedades libres en favor de unos pocos conglomerados privados.
Este Nuevo Orden Mundial tiene varios nombres: Gran Reseteo, Agenda 2030, Ecologismo, Globalismo, Transhumanismo… pero todos responden a un mismo programa dirigido a implantar un nuevo modelo de sociedad bajo el control de las élites globalistas».
La joya de la corona del globalismo —agotada ya la plandemia— es el cambio climático: «El relato del calentamiento global generado por el CO2 proveniente de la actividad humana, se ha convertido en un dogma que no permite debate alguno, a pesar de que infinidad de físicos, climatólogos, Premios Nobel, y máximos expertos sobre la materia a nivel mundial afirmen lo contrario. Adornado como ciencia, se presenta como una nueva religión, el nuevo totalitarismo ecológico del S.XXI».
Por este motivo, «The Blue Dot» da gran relevancia a la despótica y distópica «Agenda Verde»: «De nuevo con el WEF a la cabeza, la política “My carbon” apunta a una cantidad inimaginable de restricciones que amenazan las sociedades libres. En el documental mostraremos los escenarios que, si no hacemos nada para remediarlo, tienen diseñados para nosotros: planes coercitivos de movilidad, Identidad digital, prohibición del dinero en efectivo y monedas programables, junto con la política Net Zero de impuesto al carbono, convertirían nuestra vida diaria en un escenario orwelliano».
Obviamente, para la realización de este nuevo documental es absolutamente imprescindible recurrir otra vez al «crowfunding», con el fin de cubrir los elevados gastos que conlleva la elaboración de un proyecto de esta envergadura, pues en él se entrevista a destacadas figuras de la disidencia contra la Agenda 2030, lo cual conlleva gastos de desplazamiento del equipo técnico a diversas ciudades de España y del extranjero. Como es obvio, un proyecto de esta naturaleza no puede contar con ningún tipo de ayuda institucional, sino todo lo contrario.
Es algo recurrente que siempre que se quiere realizar un proyecto de la disidencia —documentales, congresos, foros, simposios, etc.— surgen las habituales voces críticas que acusan a los organizadores y creadores de buscar un beneficio económico con sus actividades, sospechando que quieren llenar sus alforjas con las aportaciones de los donantes. Aparte de esto, también es un hecho típico y tópico el agrio vocerío de los que se dedican a criticar todo, sea lo que sea, se haga lo que se haga, porque se dedican compulsivamente a ver fallos por doquier, reprochando con acritud cualquier cosa que no estuviera hecha a su gusto.
Naturalmente, nada ni nadie es perfecto, pero lo que da grima es que estos críticos suelen ser personas que ven los toros desde la barrera, que solo mueven el dedo que necesitan para pasar mensajes por los chats, creyendo que con esto están contribuyendo a la causa de salvar el mundo de los depredadores luciferinos.
Esta actitud refleja bastante la lacra tan española del cainismo, que consiste en hacer la guerra a tus propios amigos, a tu familia, a los que comparten la misma visión… es como un fuego amigo, pero que, por repetitivo y cansino, pasa a ser enemigo.
La mafia satánica que nos quiere llevar a los vertederos de la historia representa solamente un 1% de la población humana, lo cual quiere decir que si nos uniéramos, si hubiera una auténtica colaboración y un compromiso solidario, la batalla se ganaba en un día. Por este motivo, la élite siniestra que conspira contra la Humanidad quiere dividirnos a toda costa, seccionando la disidencia en chiringuitos, en capillitas, en banderías que, a pesar de tener un objetivo común, se enfrentan con no poca frecuencia a garrotazos de tipo goyesco: que si los espiguistas, que si los grafenistas, que si los ateos, que si los católicos, que si los de derecha, que si los de izquierda… En este sentido, proyectos como «The Blue Dot» son una magnífica ocasión para aunar esfuerzos, para crear solidaridad, para superar sectarismos.
Si al cainismo le añadimos el ancestral pecado de la envidia —nuestro principal pecado capital— y la tendencia española al “sopabobismo”, la mezcla de estas lacras hacen que cualquiera que en España se signifique en una gran empresa va a tener que soportar generalmente el estruendo de los críticos de siempre.
El “sopabobismo” se refleja en nuestra lengua con expresiones como «estar a la sopa boba», «vivir de la sopa boba» o «andar a la sopa boba», aplicándose estos modismos a aquellas personas que se dedican a conseguir el sustento y/o comida sin realizar esfuerzo alguno por ganárselo. Traducido al ambiente del movimiento disidente contra el NOM, vendría a decir que esta «sopa boba» es la de aquellos disidentes que, en vez de colaborar con el activismo anti-NOM, pretenden de disfrutar de los beneficios de una victoria —que se dará, sin duda— sin dar un palo al agua, sin dar un solo euro para la causa.
Este «sopabobismo» está en el eje de esa tendencia a la pereza que dicen que también nos caracteriza como pueblo —ese «vuelva usted mañana» sobre el que escribiera Larra—, y puede llegar a la tacañería para aportar donativos a causas nobles.
Realmente, a mí me resulta pasmoso que un disidente pueda pensar que la disidencia se debe poder “descargar” gratuitamente, como quien piratea una serie de «Netflix», recurriendo a los documentales disidentes para entretenerse y pasar el rato gratuitamente, pues no soportan la mugre globalista de los medios de comunicación generalistas. Imbuidos de esta creencia, se hacen cicateros con los donativos mientras se gastan sus buenos euros en las birras de cualquier terraza cervecera, sin comprender que hay gente que ha perdido sus trabajos, que dedica mucho tiempo y esfuerzo a la lucha contra el globalismo, que soporta la discriminación y el fuego graneado en las trincheras, y después, cuando se pide una ayuda para continuar el combate, aparece la roñería, la pereza, el desinterés, la crítica cainita…
De todos nosotros depende que el documental «The Big Dot» salga adelante, para ayudar a una mejor comprensión a los despiertos de este apocalipsis total que se avecina, y a un claro despertar a los dormidos, como sucedió con el primer documental; que realmente podamos convertir el «The Black Dot» de la Agenda 2030 en un luminoso y feliz “Punto azul”.
«Hacer una donación es la máxima señal de solidaridad. Las acciones hablan más fuerte que las palabras». (Ibrahim Hooper)
«Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo». (Eduardo Galeano)
«No hay nada más fuerte en el mundo que el corazón de un voluntario». (Coronel James H. Doolittle)
«Había una vez una aldea, la cual estaba habitada por cuatro personas, llamadas: TODOS, ALGUNOS, CUALQUIERA Y NADIE.
Hubo que realizar una importante tarea, y TODOS estaba seguro de que ALGUNOS lo haría. CUALQUIERA pudo haberlo hecho, pero NADIE lo hizo.
ALGUNOS se enfadó, porque era tarea de TODOS.
TODOS pensó que CUALQUIERA podría hacerlo, pero NADIE se dio cuenta de que TODOS no lo haría.
La cosa terminó en que TODOS le echó la culpa a ALGUNOS, cuando NADIE hizo lo que CUALQUIERA pudo haber hecho».
Para colaborar con «The Blue Dot»: https://thebluedotmovie.com/como-ayudar
Para ver el documental «The Big Reset», pulse aquí
El título en inglés resulta incongruente. Se debe emplear el español. Precisamente es el globalismo el que quiere terminar con la diversidad idiomática y que todo el mundo utilice ese idioma intruso.
Nunca había visto pedir ayuda e insultar de antemano al posible benefactor. Envidioso, cainita, sopabobo… Estas etiquetas son utilizadas normalmente por antiespañoles, y son falsas. Se podrían aplicar con argumentos históricos en muchos otros países: EEUU, Francia, Italia, Bélgica, Reino Unido…
Ya, sí, el título debería estar en español, pero el documental está también destinado a verse fuera de España. El primero e llamaba THE BIG RESET porque ése es el título que emplea Schwabb para su maléfico plan, y se ve que para el segundo siguen usando el inglés. En cuanto a lo de insultar, no es ningun insulto decir de los españoles que tendemos a ser cainitas, es una realidad. Sobre la sopaboba, es también otra realidad histórica. Y la envidia es el pecado capital de los españoles, ¿aún no lo sabe? Envidiosos, cainitas, criticones, perezosos, sopabobos haberlos haylos…… Leer más »
Sopabobismo, cainismo, envidia, cerveceros…bien, bien, insulta y luego exige donaciones….buena forma de pedir. Sólo le ha faltado decir lo de país de pandereta. Mire, aquí se han formado chiringuitos desde el principio para sacar dinero a los disidentes…bueno a los que no ven como falsos pastores sólo buscan enriquecerse. ¿No gana dinero Natalia Prego con sus conferencias y vendiendo remedios o qué? ¿Por qué seguís pediendo dinero a los de abajo?….recordáis a los políticos. ¿Cuánto gana Cristina Martín por publicar sus obras? y el coronel Baños? Y Fernando Mirones? Con ver a éste último participar en el documental ya ni… Leer más »