Algo siniestro se esconde en la propaganda continua y machacona del veganismo
J. R. Aguirre.- Vivimos tiempos extraños, difíciles de entender si no caemos en la cuenta de que estamos inmersos en plena revolución comunista. Es complejo explicar el sentido último de lo que está ocurriendo si no recuperamos la idea de revolución a la que podríamos bautizar de forma análoga a las nuevas versiones de programas informáticos. Por ejemplo revolución marxista versión 2.0
Vaya por delante que el marxismo no es una ideología política. No tiene nada que ver con el independentismo o el feminismo o los diferentes “ismos” que hoy en día se han apoderado de la mente, del pensamiento de grandes o pequeños, pero influyentes grupos sociales. El marxismo no es nada de eso, pero influye y aprovecha todo ello. El marxismo es en definitiva una religión. Una fe que promete el paraíso en la Tierra en la que prevalecerá la igualdad absoluta lo que excluye grupos diferenciados y justifica políticas sexuales como las “trans” en perjuicio del feminismo clásico al que ha utilizado a placer. Es una religión de Tierra no de cielo o remotamente relacionada con lo espiritual. Para el marxista solo existe lo material y en pos de ese paraíso prometido está autorizado para realizar cualquier acto por extraño, bárbaro, ilógico o inmoral que nos parezca.
El marxismo actual no puede llevar a cabo la revolución basándose en las clases sociales y mucho menos en la clase obrera, por el simple hecho de que el gran financiador del marxismo, el neoliberalismo que en mi opinión es otra religión terrestre y material, ha trasladado la producción industrial y por tanto la necesidad de masiva mano de obra a precios de derribo, a países en desarrollo y comunistas, sobre todo a China.
Debemos tener en cuenta además que el marxismo como religión es básicamente una fe anticristiana. Reniega de Cristo, el Dios de lo trascendente y ataca todo lo que tiene que ver con el cristianismo. A pesar de ello imita en lo terrestre lo que se supone que es el reino celestial. El Dios todopoderoso da paso en el marxismo al líder supremo al que se le rinde el llamado culto a la personalidad y del líder hacia abajo se despliega una suerte de corte celestial asentada en la Tierra. Son las élites, los llamados a detentar diversas cuotas de poder y a dirigir a la humanidad.
Si muere, si desaparece el cristianismo solo queda el comunismo. Por todo ello, el enemigo es Cristo y sobre todo ello, el enemigo a destruir es la cultura occidental que sobrevivió a duras penas a la caída del imperio romano gracias a la fe cristiana y al descubrimiento de América.
El marxismo revolucionario actual corroe hasta los cimientos el mundo occidental y lo hace basándose en esos grupos de personas, de creencias y de sentimientos que en muchos casos actúan de buena fe, pero con grandes dosis de ingenuidad.
El “animalismo” es uno de esos “ismos” que basados en el sentimentalismo de muchas buenas personas se aprovecha por el militante comunista para realizar la correspondiente labor de zapa contra el modo de vida occidental, contra la tradición milenaria que arranca en Roma y llega hasta nuestros días. El comunista Garzón ha arremetido en el extranjero contra nuestras granjas de engorde y lo ha hecho con plena conciencia del daño que estaba causando a esa parte tan importante de la economía nacional. Pero dejaremos estos comportamientos personales y su significado para otra ocasión.
La derivada del “animalismo sentimental” es el “veganismo”. El vegano no soporta el sufrimiento animal y se entrega al plácido consumo de vegetales como base de su alimentación.
Ahora bien, ¿cuáles son las consecuencias físicas e intelectuales que puede causar la renuncia voluntaria al consumo de carne?
Existen páginas en internet que argumentan a favor o en contra del veganismo. Una de las que he leído y lo favorece lo hace, no en base a los beneficios directos para la salud del vegano, sino recurriendo a los perjuicios que las granjas de engorde y el consumo de carne tienen para el medio ambiente. Por encima de todo se evita el sufrimiento animal, los porcentajes de agua consumida, los millones de peces sacrificados para elaborar el pienso de alimentación animal. En definitiva el veganismo es saludable porque beneficia al planeta que es parte de esa religión material que no cree en nada más allá de lo que los sentidos humanos pueden ver, palpar, oler.
En el lado contrario los críticos con el veganismo argumentan una más que seria falta de nutrientes esenciales que conducen al vegano en uno o dos años al padecimiento de graves problemas de salud. El veganismo obvia esta consecuencia. ¿Qué importa el sufrimiento físico individual frente a los “supuestos” beneficios que el veganismo supone para el planeta?
Pero dejaremos esas ideas u opiniones y nos centraremos en algo más prosaico, menos aparatoso y tal vez más clarificador.
Como consumidor de televisión me gustan sobre todo los documentales de vida animal. Soy consciente de que muchos de ellos son pura película. Hay un guion, un director, técnicos en efectos especiales y sobre todo y siempre, una conclusión. El animal sobre el que se hace el documental, el entorno en el que vive, están en vías de desaparición. El hombre ( en este punto se muestra un poblado de gente muy humilde ) se expande sin control y el querido animal va a extinguirse. Esto lo dice el documentalista. Un señor blanco, vestido para la ocasión con uniforme de explorador parecido al de los “boy scoutts”, alto, fornido, por comparación con los famélicos miembros de la tribu amenazante. El “boy scoutt” acompaña el discurso con expresión de sufrimiento y angustia. “¿Qué horror?” Un tigre ha matado a un agricultor y ahora la aldea entera reclama su cabeza. Por culpa de ellos (esto no lo dice claramente, pero se entiende) ha habido que movilizar un tremendo departamento de protección a la naturaleza india. Han tenido que sedar al animal y trasladarlo luego al parque nacional del que ha escapado porque la población de tigres está aumentando (nótese aquí la contradicción entre la inminente desaparición de la especie y el aumento confesado, pero con la intención sibilina de sensibilizar a ese espectador sentimental acerca de que lo necesario no es reducir la población de tigres, sino hacer algo con la molesta aldea que se interpone). Ese algo suele ser el traslado de toda la gente y sus enseres y animales a otro lugar, el que sea, sobre el que se muestran las nuevas casetas e instalaciones en las que se van a recluir los pobres hindúes que con paciencia ancestral aceptan las desgracias, tanto las provocadas por las condiciones ambientales como ahora por la nueva élite animalista y su enorme poder financiero. Recuerda, todo hay que decirlo, a las famosas Reservas indias del norte de América.
Pero, ¿a qué viene todo esto y qué relación tiene con el veganismo?
Para entenderlo nos trasladamos a lomos de otro documental a África.
Unos leones atacan a un búfalo que ha perdido contacto con la manada. El animal cae y en las garras de los felinos llama desesperado a sus compañeros. Estos acuden y con un par de testarazos ponen en fuga a los leones. No se van muy lejos, sin embargo. Se apartan de la presa unos metros y se echan en tierra a esperar. Bostezan, se desperezan una y otra vez, no tienen prisa. El búfalo herido consigue ponerse en pie y sigue a los demás. Por poco tiempo. Vuelve a retrasarse, las heridas son profundas y el animal no puede seguir la marcha de la manada. Nuevamente solo, los leones se echan sobre la víctima. Pide ayuda de nuevo, pero esta vez los compañeros solo desvían la mirada hacia él por unos momentos. Hay algo que les impide volver. Finalmente lo dejan a merced de los carnívoros.
¿Por qué esos enormes animales que con un testarazo son capaces de lanzar por los aires a un león de doscientos quilos, se resignan? La respuesta está en su régimen alimenticio. El enorme búfalo es herbívoro y transformar el pobre contenido en nutrientes de la hierba en esa masa de músculos y carne requiere tiempo. Debe dedicar una gran parte del día, y eso todos los días de su vida a la alimentación. Por el contrario el carnívoro, el león en este caso, tiene tiempo de sobra. Comerá hasta hartarse de la carne del búfalo y luego se dedicará a sestear, juguetear y otras actividades que no estarán directamente relacionadas con la alimentación. Un atracón de treinta o cuarenta kilos de carne y no necesitará comer durante una semana. Esa es la diferencia.
¿No habrá algo más detrás del veganismo que la supuesta preocupación por el sufrimiento animal y el deterioro del planeta? ¿No se estará gestando una élite selecta que tiene derecho al consumo de carne y una mayoría poblacional reducida a la condición de vegetariana que debe dedicar el tiempo de que dispone a alimentarse, mientras los carnívoros elitistas los pastorean amablemente?
El ser humano siempre, al menos hasta estos nuevos planes de educación, se ha incluido entre los mamíferos omnívoros tales como el oso.
Crear una nueva humanidad exclusivamente vegana, probablemente hace salivar de ansiedad a los nuevos marxistas y a sus amos. Una humanidad escasa (siguen adelante los planes de reducción poblacional para esta especie tan dañina) y al mismo tiempo famélica y enferma cuyo sistema alimentario se va a componer únicamente de vegetales, va a ser definitivamente muy manejable. El raquitismo volverá como lo ha hecho la sarna y otras enfermedades que creíamos extinguidas.
La pregunta es: ¿alguien cree que el comunista Garzón o el propagandista Évole tan contrarios a las granjas españolas van a dejar de comer carne?
Detrás de las propuestas medioambientales que vacían el centro de Madrid de coches no hay otra cosa que un futuro en el que solo las élites comunistas van a poder circular a bordo de lujosos vehículos de última generación mientras el resto de ciudadanos tendrán que usar el transporte público.
Detrás de todas las políticas anti contaminantes y el asalto a multas de la DGT y sus nuevas normas están los planes que conducirán a corto y medio plazo a la imposibilidad de utilizar el coche salvo para las élites, a no ser que se disponga del Falcon en cuyo caso se utilizará este.
Algo siniestro se esconde en la propaganda continua y machacona del veganismo.
Totalmente cierto. Un serrvidor estuvo de vegetariano dos años (lo mismo que el veganismo pero con la “permitida” ingesta de huevos y leche) y es cierto: Tienes hambre a todas horas, engordas más, tienes menos fuerza…Vamos que la conclusión fue vovler a una dieta equilibrada y omnívora, como debe ser. Ésta gentuza son acaparadores, lo quieren todo para ellos, todo el planeta, y los que queden, a comer moscas y soja transgénica de Bayer-Monsanto.
La novia de mi hijo es vegana, y francesa, que no sé que es peor, sobre todo viendo como los frances han votado mayoritariamente por suicidarse.
No come nada, pero luego se tiene que hartar de pastillas, con vitaminas, etc.
Está todo el día cansada, de mal humor, necesita dormir mucho, se cansa, etc.
Si se casan o tienen hijos, pienso que nacerán raquíticos…
El veganismo es una secta satanica que induce al suicidio, hace unos dias se ha publicado un reportaje sobre una de sus activistas mas conocidas en los paises bajos, la tia ha abandonado el “movimiento” despues de mas de dos decadas y ha tirado de la manta, tiene una lista de enfermedades cronicas producto de la malnutricion que da mucho miedo leerla
Sr.J.Aguirre está en tratamiento Ud.?! Se pasa toda la nota hablando dl Comunismo,tiene obsesion x ello y Cristianismo.Aqui los Veganos y Vegetarianos hablamos d Cambiar hábitos alimenticios y d Producción d Carne q ni siquiera llega a toda la población mundial,dado q una cuarta parte sumida en la pobreza profunda,no accede prácticamente xq no tiene $$ x adquirir proteína animal.Se trata d repartir más comida nutritiva a millones y no enriquecer a cientos cn Horrorosos Mataderos q le parten el cráneo a Vacas y Caballos,Electrocutan a Chanchos,Visones,Zorros, Degüellan Aves,conejos, Cabritos,Chivitos..etc. Un holocausto d 3Billones d animales x año. Se trata… Leer más »
Toda la razón Helena. Adelante, voten pulgar abajo guiados por su disonancia cognitiva 😉