Los adolescentes que viven en familias monoparentales son más propensos a mostrar comportamientos “delictivos”
Los adolescentes que viven con uno solo de sus progenitores son más propensos a mostrar comportamientos “delictivos”, incluso si hay un padrastro o madrastra en el hogar, según un nuevo estudio.
Académicos suecos han estudiado encuestas realizadas a jóvenes de 14 y 15 años que vivían con ambos progenitores, con uno solo o con un padrastro o madrastra.
Algunos de los adolescentes habían cometido diversos delitos, que iban desde el graffiti hasta el robo y la portación de un cuchillo como arma.
Los adolescentes que viven en hogares de un solo padre, de una sola madre, de un padre-madrastra y de una madre-padrastro, informaron de más delincuencia que los que viven con sus dos padres, según los académicos.
Los autores del estudio han subrayado que si un adolescente vive con uno solo de sus padres biológicos no significa necesariamente que sea un delincuente.
Dado que estudiaron los resultados de adolescentes suecos de un rango de edad bastante reducido, es posible que sea necesario realizar más investigaciones.
El nuevo estudio ha sido publicado esta semana en la revista de acceso abierto PLOS One por Robert Svensson y Björn Johnson, de la Universidad de Malmö (Suecia).
Este estudio demuestra que es importante pasar a utilizar categorías más detalladas de la estructura familiar en relación con la delincuencia”, afirman en su artículo.
Tenemos que aumentar nuestros conocimientos sobre el grupo de adolescentes que cambia de padres.
Estudios anteriores han descubierto que el hecho de no vivir con ambos padres se asocia con los comportamientos delictivos.
Sin embargo, estos han sido “muy simplificados”, en el sentido de que solo comparaban el hecho de vivir con ambos padres con el de no vivir con ambos, por ejemplo.
Para el nuevo estudio, los investigadores tuvieron en cuenta las condiciones de vida más amplias de los adolescentes que no vivían con ambos padres.
Hicieron una distinción entre los adolescentes que vivían en una situación familiar “simétrica” o “asimétrica”.
Los arreglos familiares simétricos son aquellos en los que ambos padres son solteros o ambos tienen una nueva pareja.
Por su parte, las familias “asimétricas” son aquellas en las que la madre o el padre, pero no ambos, tienen una nueva pareja.
Los investigadores utilizaron datos de cuatro encuestas transversales llevadas a cabo entre 2016 y 2019 en el sur de Suecia, con un total de 3.838 adolescentes de entre 14 y 15 años.
Las encuestas se llevaron a cabo en 17 escuelas secundarias de ocho pequeños municipios del condado de Skåne, el más meridional de Suecia, con una población de alrededor de 1,4 millones de habitantes.
Los datos incluían información autodeclarada sobre nueve conductas delictivas -incluidos el hurto en tiendas, los grafitis, el robo a alguien y el llevar un cuchillo cuando se sale de casa-, así como información detallada sobre la estructura familiar.
En comparación con los adolescentes que vivían tanto con su madre como con su padre, el comportamiento delictivo era más común entre los que vivían con un padre soltero, una madre soltera, un padre y una madrastra, o una madre y un padrastro.
Entre todos los participantes, los adolescentes de familias simétricas -en las que los padres viven por separado y comparten la custodia, pero ambos son solteros o ambos tienen nuevas parejas- informaron en general de niveles de delincuencia más bajos que los de las familias asimétricas.
Sin embargo, los expertos también descubrieron que muchas de las asociaciones entre la estructura familiar y la delincuencia disminuían cuando se ajustaban los datos sobre el apego y la supervisión de los padres.
Los investigadores admiten que no probaron la causalidad en su estudio, es decir, no demostraron que ciertas estructuras familiares causan la delincuencia y otras no.
Otra limitación es que la muestra del estudio procedía de adolescentes de un solo país sueco; lo ideal sería que otras investigaciones incluyeran una muestra mucho mayor.
En general, los autores concluyen que una clasificación más precisa de la estructura familiar puede arrojar luz sobre los factores que contribuyen a la delincuencia.