Confinamiento, elecciones libres en un País Vasco “normalizado” y Zaldivar… ¿para cuándo?
Por Jose Manuel Leston.- Estos días todavía de pandemia, pasados los comicios vascos, nos despertamos con la decisión del departamento vasco de salud de imponer en una parte de su territorio la mascarilla obligatoria, limitando el aforo y el horario de cierre de los bares, a la vez que descarta un eventual confinamiento. A día de hoy quienes todavía siguen confinados bajo tierra son los dos trabajadores de Zaldívar, al igual que siguen confinadas las libertades de los vascos no nacionalistas, que no pudieron hacer campaña electoral en el País Vasco libremente. Esa es la “normalización” que quieren para aquel territorio, mientras profetizan desde hace más de un siglo su ansiada liberación. Una renovada normalidad, a diferencia de la nueva normalidad sanchista (ambas convergentes entre sí como falso paradigma de su respectivo y ‘benefactor’ estado de bienestar). Seguro que para ambas normalidades, para ambos regímenes, salvando las distancias, “nadie se va a quedar atrás”, independientemente de los muertos habidos por una u otra causa, por acción u omisión. La negativa a recibir ayuda del ejército español en plena ‘era covid’ no es un buen comienzo, se mire por donde se mire.
La cuestión, entre unos ‘eventuales’ confinamientos descartados por el departamento vasco de salud y otros más ‘soterrados’, es tapar su pésima gestión al frente del gobierno vasco. En el texto bíblico que alude al Sermón del Monte de Jesús se dice en alusión a los falsos profetas: ‘Por sus obras los conoceréis’. Y yo añado: “por sus vertederos también”. Concretamente el de Zaldívar, en cuanto a mala gestión se refiere, se lleva la palma. No sólo por la toxicidad de los vertidos sino también por un inadecuado contenedor de los mismos, que juega en contra de una salubridad responsable. Joaquín y Alberto ya llevan enterrados mas de 155 días, cifra pequeña si se compara con los años de “supuestos” vertidos incontrolados altamente peligrosos para la ciudadanía. Pero claro el silencio o blanqueo mediático de lo allí ocurrido es costumbre en el nacionalismo vasco, que siempre se ha jactado de no tener en su seno casos de corrupción como en otras formaciones. Otro tópico más del mito nacionalista que se desvanece, como tantos otros. ¡Qué se va a esperar de un nacionalismo que a pesar de sus tensiones internas siempre va unido, con una historia comúnmente compartida, a diferencia de un constitucionalismo dividido, desleal y sin una historia común que defender!. Es curioso cómo los nacionalistas nos acusan de ‘nacionalistas’, valga la redundancia, mientras al mismo tiempo los propios ‘constitucionalistas’ renuncian a aplicar y defender los fundamentos jurídicos y normativos vigentes en la Constitución.
Nótese que hace un momento he elegido la palabra “constitucionalismo” en vez de nacionalismo (español), debido a la inexistencia de este último en las últimas décadas desde nuestra reciente Transición, salvo alguna emergencia de última hora, que no necesariamente ha de comportarse de forma antidemocrática si la comparamos con la aterradora trayectoria de HB-Bildu. Obviamente esa trasnochada acusación de todo el nacionalismo vasco hacia lo español como algo opresor es falsa de cabo a rabo. Si realmente se comportase como tradicionalmente se ha comportado el nacionalismo vasco (de forma sectaria y excluyente, tanto “física” como doctrinalmente hablando) hoy las cifras de víctimas se invertirían, siendo más cuantiosas en el bando separatista vasco. ¿No creen?. Una obviedad así es irrefutable, por mucho que nos hablen de un “conflicto político” del cual surgen varias y equiparables violencias, en un claro intento de autoexcusar alguna de ellas bajo el prisma de una calculada e injusta equidistancia.
De ahí sólo hay un paso (ya dado) hacia la construcción de un falso relato, que algunos acertadamente llaman posverdad (la verdad de después, la inventada, no la de antes, la factual, la de los hechos). Es simplemente mediante el blanqueo de la historia de Eta, y de un nacionalismo vasco supuestamente moderado, como se aliña el infame proceso de paz heredado de Eguiguren-Zapatero-Ternera-Otegui. Todo ello bendecido desde El País por Luis R. Aizpeolea, ex-redactor de Egin en el pasado. En sus últimos libros sobre el tema da cuenta de su posicionamiento al respecto. Claro está hoy que en la sociedad vasca sigue instalada, desde la consecución de esta falsa paz, la idea de que quien pronuncie cualquier mensaje combativo contra un separatismo vasco eminentemente excluyente o se manifieste por sus calles defendiendo nuestras libertades es un provocador (cuando no, un fascista). A esta idea firmemente instaurada han contribuido buena parte de los “hacedores del proceso de paz”, que casualmente hoy son socios del Gobierno de la nación. De aquellos barros provienen estos lodazales. Si esto es triste y desalentador aún lo es más el que te vendan esta mercancía ideológica averiada desde incluso parte del sector poblacional no nacionalista.
Esta parte de la sociedad y también por tradición la nacionalista vasca te hablan de asentar una “paz de convivencia”, cuando realmente lo que debería buscarse es una auténtica “paz social”. La reconciliación sólo admite esta última, pues la otra paz es sectaria y excluyente, justo lo que le conviene al nacionalismo vasco para mantener su preponderancia institucional. ¡Hay que abstraerse¡ te dirán para mantener esta paz. ¡Es mejor así para que Eta no vuelva a matar!. Obviamente cualquier proceso de paz que termine en un “silencio de percutores”, siempre será aparentemente mejor que volver a la situación anterior. Pero esto no debe de ser condición sine qua non para instaurar un Régimen Nacionalista Vasco en el cual sus víctimas carezcan de derechos y libertades. El silencio de los corderos no sólo asienta la trayectoria excluyente del nacionalismo vasco sino que a la vez fomenta la injusticia y la muerte civil de ese rebaño ‘cercado’. ¿Y para qué? ¿Para que le perdonen a uno la vida mientras le condenan a un claro aislamiento sociolaboral si no colabora?
El rancio nacionalismo vasco sólo integra y/o reinserta a los suyos, salvo que te conviertas, dejando en un segundo plano tu identidad y también tu propia lengua materna si con ello puedes desarrollar finalmente tu proyecto vital. Es como vivir una libertad condicional. Ustedes pueden por un momento intentar visualizar lo que supone vivir ‘adaptado’ por imposición ideológica o violenta, en un ambiente represor, aunque ya no suenen las pistolas, y también pueden trascender que tal adaptación no significa ser libre sino más bien un superviviente. En mi opinión obrando así, ignorando lo que sucede y sobreviviendo simplemente por sobrevivir, sólo podemos ser cómplices del trágico y persecutorio destino infligido a aquellas víctimas que dieron su vida por la libertad de todos, convirtiéndonos en meros ‘seguidistas’ del falso relato construido por mirar hacia otro lado, tras no reivindicar su comprometida, entregada y valiente trayectoria.
¿Dónde está la solidaridad de esos antiguos paisanos con las más de 250.000 personas exiliadas por acción u omisión del nacionalterrorismo vasco, máxime cuando esos mismos que ahora se abstraen en los 90 acudían masivamente a las manifestaciones contra Eta?. ¿Se han olvidado de esa democrática y sacrificada diáspora que abandonó su propia tierra para curarse en salud ante una incipiente muerte anunciada y también para poder ser totalmente libres?. Cuando ciertos espacios para la defensa de nuestras libertades se desocupan… son los miserables quienes los ocupan. Para los aún confundidos nadie está hablando de romper un proceso de paz necesariamente mejorable. Únicamente se está hablando de que una paz como la actual con unos rudimentos democráticos inapreciables nunca puede ser viable. Aún hay algún incauto que dice que esta paz necesita de tiempo para su consolidación.
¿Alguien cree reinsertable a cualquier preso de eta que se reinserte en clave nacionalista (sectarista), sin pedir perdón y sin colaborar con la justicia mediante delación, con el fin de poder aclarar los asesinatos sin resolver, cuando dicha reinserción sin esa obligada colaboración está supeditada únicamente a una efectiva amenaza contra cualquier disidencia dentro de la organización terrorista y a una negociación política colectivista que le resta su libertad individual o, lo que es lo mismo, el practicismo de poder ejercerla?. Luego te acusarán de nostálgico de una época pasada y te conminarán a que te adaptes a los nuevos tiempos (o nuevas normalidades). ¿Me quieren decir qué ha cambiado en estos años?. ¿Acaso se ha reparado convenientemente a todas las víctimas del nacionalismo vasco?
ETA sigue de pie (Zutik) presionando a quien diside de los sacrosantos estereotipos del fundador del nazionalismo vasco, mientras el PNV continúa su labor como abonador del nogal que agita el recalcitrante abertzalismo de siempre.
De todas formas la reflexión o pregunta que hemos de plantearnos en estas elecciones vascas quienes disidimos de cualquier régimen nacionalista excluyente es la siguiente: acaso, visto lo visto, ¿es posible un “despertar constitucional” que se conforme en aquel territorio como alternativa factible al Régimen Nacionalista Vasco, viendo que tienen más derechos y libertades los verdugos y sus cómplices políticos que el Juan Nadie de las Víctimas y de la Sociedad No Nacionalista?
En mi opinión sí es posible, aunque dicha conformación sea una tarea ardua y complicada, y con un coste personal y de amistades nada desdeñable. Ese necesario cambio, que realmente pasaría por romper con ciertos mitos que acapara como propios el propio nacionalismo vasco, supondría una revolución constitucionalista sin precedentes en aquel territorio, siempre y cuando el PSE-PSOE no blanquease como hasta la fecha con ‘blancura profident’ la historia del nacionalismo vasco. Pero esta posibilidad es bastante inverosímil, pues socialistas, comunistas y nacionalistas comparten una convergente memoria histórica, tan afín como irregular en su lucha contra el franquismo. Muy atrás y olvidado quedó el pacto de reconciliación que supuso la Transición, ese mirar hacia delante sin revisionismos históricos revanchistas.
En resumen, todo juega en contra de esa revolución democrática y liberadora tan esperada. Incluso el salvífico sermón que defiende la normalización del P. Vasco exclusivamente en clave nacionalista, pues no hay salvación fuera de esa homogeneización. Cabe recordar también los salvíficos discursos racistas del fundador del nacionalismo vasco (todo un régimen teocrático que aún hoy pervive en los ‘jeltzales’, en ciertas siglas políticas y en el papel desempeñado de cierta Iglesia Vasca), sin olvidar aquellos sermones de la montaña proferidos por el errático e iracundo profeta Arzallus en ciertas campas, además de particulares homilías obispales. Pero bueno de estos temas ya hablé con más profusión en un artículo anterior titulado “Jesús de Vascaret” (colgado en el perfil de Twitter BASQUINTON POST).
Volviendo al tema que nos ocupa, toda esa cosmovisión del nacionalismo vasco define un contexto de actuación y unas reglas ‘propias’ que condicionan el avance de cualquier alternativa o despertar constitucional en aquel territorio. Mediante su falso y forzado victimismo, y también mediante una contínua negociación compensatoria del mismo, ejercen otra exclusión más sobre los no nacionalistas. Es así precisamente como consiguen un progresivo y competencial autogobierno, que les conduce inexorablemente a su buscada independencia. De hecho desde hace muchos años ya actúan como ‘Estado de facto’ sin aún todavía serlo, gracias a la traidora e interesada aritmética parlamentaria que conforma pactistas legislaturas autonómicas (mejor dicho “autónomas”) y nacionales. Es el bipartidismo tradicionalmente imperante el que nos ha traído hasta aquí.
Por otro lado, no se engañen con las mismas proclamas constitucionalistas de siempre, que se repiten en cada campaña electoral. En el País Vasco y en Cataluña nunca habrá una alternativa constitucional real mientras no se reconquiste aquellos territorios para el Estado de Derecho y exista consecuentemente una seguridad jurídica para cierta ciudadanía, la oprimida. Allí el Estado no existe, surgiendo consecuentemente del miedo o de la comodidad el voto útil hacia el nacionalismo ‘moderado’, que ya se viene dando desde las municipales ( voto derivado del centroderecha no nacionalista pero también de la izquierda, que tampoco llega a despegar nunca).
Es triste que ante esa falta de presencia del Estado aún piense una parte importante de los no nacionalistas votar como mal menor al PNV, en el caso concreto de las elecciones vascas, para evitar el mal mayor de Bildu. Y todo porque el partido de Sabino Arana se presenta supuestamente con un perfil aparentemente moderado para representar a todos los vascos, mientras aplica su particular “normalización de las cosas”. Hoy por hoy no pueden estar más normalizadas las cosas, teniendo el Gobierno sociocomunista de España por socios a Bildu y al Pnv, los dos grandes agitadores y recogedores de nueces de siempre, respectivamente. De este modo los bilduetarras consiguen más en su nueva posición institucional que la ETA cuando mataba, mientras los peneuvistas siguen con el “qué hay de lo mío”. Y de los socialistas vascos mejor no hablar: hace décadas que abandonaron la defensa de aquella Vizcaya trabajadora y obrera en manos del vizcainismo pre-nacionalista, al no combatirlo ideológicamente, entregando con ello al pnv el feudo del Gran Bilbao. Como curiosidad hay que resaltar el papel siempre combativo del PSOE hacia la derecha española, mientras sus siglas autonómicas reniegan del mismo combate con las derechas nacionalistas, plegándose a sus separatistas intereses. Este es un dato más que corrobora la Transición inacabada de un PSOE sectario, que sólo se reconcilió con sus habituales y nuevos socios.
Cambiando de bando, en el lado teóricamente opuesto una oposición dividida, desnortada y entreguista, salvo algún verso suelto y con poca relevancia (electoralmente hablando). Ya hablé en otro artículo que las Sumas electoralistas de una oposición constitucionalista realmente poco suman, mientras no haya un proyecto unitario, constante y duradero en el tiempo. Los nacionalistas sí lo tienen y saben el papel que debe representar cada una de las marcas electorales que conforma dicho bloque. Todo aquello que se salga de este tan necesario propósito sólo puede significar un insignificante repunte o un descalabro electoral sin precedentes. Por lo tanto, no preveo unas cifras demoledoras que aúpen al fragmentado bloque vasco-español a la categoría de alternativa. En cualquier caso al Sanchismo le valdría conformar un acuerdo o un gobierno vasco tanto con el pnv como con Bildu, si los resultados dieran la victoria a cualquiera de esas formaciones nacionalistas. Según dicen las encuestas el partido hegemónico en el P. Vasco seguiría siendo el PNV. Más difícil sería que se produjera una aritmética “a la navarra”, con presencia de un socialista en la Presidencia. En cualquier caso la disgregación del voto está servida por la tradicional fragmentación de ideologías en diferentes marcas electorales. Siempre ha sido complicada la política vasca con tantas aristas que armonizar.
Como penúltima exposición hay que reconocer al partido de Sabino Arana la conformación creativa de su actual cartel electoral, pues recoge una tradición del nacionalismo al elegir eslóganes “autoafirmativos” como Euskadi Zutik (Euskadi de pie). En otras ocasiones se parte de “imperativos”. A ese eslogan le añade en castellano un “Saldremos” para dirigirse a los “no euskoparlantes”, refiriéndose con ello a un esperanzador horizonte pos-covid. Y todo con un fondo a modo de paso de cebra, con los colores de la ikurriña, que como dato curioso no atraviesan en el sentido de cómo lo hacen los Beatles en su archicélebre álbum titulado Abbey Road. Seguramente por llevar la contraria caminan paralelamente a las rayas, quizás para ‘no pasarse de la raya’. Lo que sí aparece es más gente joven que mayor, precisamente porque el voto de más edad Urkullu lo tiene por tradición más asegurado, como conservadores que son, haciéndole así un guiño al sector juvenil más ‘radikalizado’.
Por último, en vísperas electorales la suerte estaba echada y también ‘condicionada’. El dilema planteado al votante de a pie no era otro que el de votar por dignificar a las víctimas y por la defensa de los derechos humanos fundamentales allí coartados o votar por un segregacionismo lingüísticamente sectario y frentista. Se ha votado por lo segundo. Ahora bien no olviden esta máxima: “El supremacismo moral del sociocomunismo es en lo sectario y excluyente equiparable al supremacismo racial (étnico-lingüístico) del nacionalismo, frente al liberalismo cuya superioridad se basa en la propiedad/libertad del ciudadano dentro de una sociedad abierta”.
He tenido un sueño. El presidente del gobierno español convocaba un referéndum en España (exluido el país vasco) en el que se proponía crear una frontera impermeable con dicha nación, raza, etnia, dicho pueblo, etc.,vigilada por la legión y por la división acorazada Brunete. Una vez celebrada la consulta -celebrado también el resultado- dicho presidente era aclamado como héroe nacional y salvador de la patria, y la fecha del evento pasaba a ser fiesta nacional de España, en sustitución del 12 de octubre. Hace poco le contaba esto a un periodista, el cual me aconsejó inmediatamente acudir a un especialista. Y… Leer más »
No te lo crees ni tu.No se regala terreno español a esta panda dde judios que eslo que son el puto pnv,bataeta y laq gran mayoria de politicos,putos marranos infiltradfos desde hace generaciones en España.La frontera esta en Francia y un buen presidente con cojones meteria en la carcel a estos perros judios,quemaria el arbusto de Guernica,les quitaria la hacienda y por supuesto la autonomia y demoleria Ajuria Enea te lo dice un español vascongado.