Misioneros que se dejan la vida
Al anunciar el Evangelio, la Iglesia se toma en serio la vida humana en sentido pleno. Esta tarea apasionante que implica contribuir a la mejora de las condiciones de vida de millones de personas, supone riesgos importantes para quienes entregan su vida apasionadamente y sin límites a la misión. Nos acordamos de ellos en el contexto del octubre misionero, al celebrar el DOMUND que este año tendrá lugar el próximo domingo 23, o por desgracia, cuando le ponemos rostro a esa entrega total porque algún misionero ha sufrido algún acto de persecución y violencia.
En estos días hemos conocido el asesinato del padre Fausto Tentorio, misionero italiano que llevaba más de 32 años en Filipinas. Un hombre lo asesinó por la espalda, a sangre fría, cuando acababa de celebrar la Eucaristía y se disponía a reunirse con los demás sacerdotes de su diócesis para organizar la ingente labor pastoral que los misioneros católicos llevan a cabo en aquella tierra, dedicada especialmente a los más pobres. Es el tercer misionero italiano asesinado en la isla de Mindanao, donde ataques a la libertad religiosa se suceden. El Evangelio no es un bien exclusivo de quien lo ha recibido; es un don que se debe compartir, una buena noticia que es preciso comunicar. Lo saben bien los miles de misioneros repartidos por todo el mundo, cuyo compromiso ejemplar les lleva en ocasiones a entregar, literalmente, su vida por Cristo.