¿Democracia en el Islam?
Silvino Lantero.- En esta Europa débil hay una tendencia a valorar positivamente las revueltas actuales en las naciones musulmanas. Sin duda a todos nos gustaría que avanzaran en una alternativa democrática. Pero debemos ser cautos e informarnos sobre este fenómeno sin duda importante para España, nación de frontera con el norte de África.
Establecer una democracia no es fácil. Las democracias no salen como setas. Como todas las cosas importantes de la vida, los mecanismos para lograr un gobierno honrado que proteja la vida, la libertad y la propiedad, son asuntos serios que demandan sacrificios, filosofía política, Derecho e instituciones sociales.
No podemos pretender que se instaure una democracia avanzada tipo USA. Disculpen que no ponga de modelo la nuestra. En España podemos hablar más de «partitocracia», «sindicracia» y «autonocracia» que de democracia avanzada, equilibrio de poderes y cumplimiento de la Constitución. La falta de independencia de los tribunales de justicia, la degradación de las administraciones autonómicas y el entreguismo al terrorismo etarra -«caso Faisán y otros»- hace dudar de la solidez de la democracia española.
Lo que sería un avance en los países islámicos es que se respetaran ciertos principios de la ley moral natural y los derechos inalienables de la persona, algunos recogidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948.
Pero lo cierto es que existen muchas cuestiones sin respuesta por parte de quienes lideran estos movimientos alternativos del norte de África y Oriente Próximo. Es más, todo parece indicar que, aunque lo disimulen, grupos islamistas radicales opuestos a toda apertura a la libertad de la persona están presentes en estos conflictos. Al menos así lo entiende el profesor de la UNED Carlos Echeverría Jesús en un interesante informe para el Grupo de Estudios Estratégicos.
Hay, a mi modo de ver -junto con otros, por supuesto-, indicadores básicos para saber si los movimientos ante regímenes tiránicos de Libia, Egipto, Siria, Yemen, etcétera, van por buen camino. Son cuatro: libertad religiosa, condena a grupos terroristas, dignidad de la mujer y reconocimiento del Estado de Israel.
La primera y más importante de las libertades, madre de todas las demás, es la libertad religiosa. Los dirigentes de estas revueltas tienen que responder a preguntas de este tipo: ¿tienen el propósito de impedir las persecuciones contra las minorías cristianas?, ¿se va a permitir a los musulmanes cambiar de religión?, ¿los cristianos podremos construir iglesias y hacer labor de apostolado y culto público en esos países?
Me inquietaría que el presidente del Gobierno de España se interesara por este asunto de la libertad religiosa en el mundo islámico. Su partido se ha ido y es un perseguidor del cristianismo católico.
El segundo indicador diagnosticaría cuál es la actitud de estos grupos respecto a las organizaciones terroristas como el Grupo Salafista de Argelia, Al Qaeda, Hamás, Hezbolá y otras. ¿Han formulado alguna condena explícita y clara sobre estas redes criminales y gobiernos que los apoyan como el de Irán?
La mujer y sus derechos como persona, madre y esposa, es otro asunto clave. No hay nada claro. Y como señala Rubén Kaplan en un libro reciente, «Tras el velo», muchas niñas, adolescentes y mujeres adultas musulmanas siguen padeciendo ablación del clítoris, palizas, lapidaciones, asesinatos de honor, prohibición -en ciertos casos de separación de sus cónyuges-, de ver a sus hijos, etcétera. Tampoco hay en los líderes opositores musulmanes programas o posiciones claras ante la pregunta siguiente: ¿qué se va a hacer para corregir estos abusos inadmisibles?
El PSOE, con su líder, el señor Rodríguez Zapatero, y el feminismo socialista no han destacado en la defensa de la mujer musulmana. La «alianza de civilizaciones» es un concepto relativista que incluye como buenas toda las costumbres y tradiciones, salvo la nuestra cristiana. Les gusta el islamismo.
Por último, considero que para un demócrata occidental que haya superado la mentalidad comunista, el socialismo real y el nazismo antisemita es fundamental que los gobiernos que surjan de estos movimientos reconozcan al Estado de Israel y rompan relaciones con el grupo terrorista Hamas establecido con plenos poderes en la franja de Gaza.
Pensar que un musulman puede aceptar los valores de la democracia es como pensar que don Santiago Carrillo construyo las piramides de Egipto o que Alejandro Magno trabajo en un club de carretera.