Odriozola, presidente de la Federación Española de Atletismo y caradura nacional: «No voy a dimitir, soy una víctima»
El presidente de la Federación Española de Atletismo, José María Odriozola, se ha declarado “víctima” de la trama de dopaje investigada en la Operación Galgo y aseguró que no va dimitir porque sería “de cobardes abandonar ahora el barco”. “Por supuesto que no voy a dimitir. Me considero una víctima y sería de cobardes abandonar ahora el barco, ha afirmado el curso de una multitudinaria rueda de prensa en la sede de la Federación Española.
“Ha sido el mayor disgusto en veintitantos años de presidente y en muchos más años de atleta y en otros cometidos. Me considero una víctima del tema. Creo que he cumplido mis obligaciones de presidente y no podía imaginar que algunas personas faltaran a mi confianza. Lucho contra el dopaje desde hace más de 30 años públicamente, polemizando en muchos casos con el doctor Eufemiano Fuentes, y ahí están las hemerotecas de los años ochenta”, ha afirmado.
Odriozola recuerda que ya en aquella época promovió un manifiesto para que lo firmaran los atletas solicitando controles por sorpresa. “Lo firmaron casi todos, excepto, qué casualidad, los de Manuel Pascua”, ha indicado. “Mi primera decisión como presidente fue romper con el doctor Fuentes, que se fue al ciclismo desde entonces. A Manuel Pascua, que era responsable de velocidad y vallas, le quité entonces. Me considero engañado en la confianza que últimamente volví a depositar en él. Cobraba una gratificación y me dio la sensación, tal vez fui ingenuo, de que había cambiado”.
Luces y sombras de mandato
José María Odriozola tomó posesión de su cargo en 1989, en plena preparación para los Juegos Olímpicos de Barcelona. El trabajo realizado dio sus frutos, un éxito sin precedentes. Fermín Cacho en 1.500 metros, Daniel Plaza en 20 kilómetros marcha se colgaron el oro; Antonio Peñalver fue plata en decatlón y Javier García Chico, bronce en salto con pértiga.
Al igual que en otros deportes, el impulso y la repercusión mediática de Barcelona 92 no fue todo lo bien aprovechada que se debía. Entre Atlanta 1996, Sydney 2000 y Atenas 2004, España sumó otros cinco metales, siempre plata o bronce. Desde los oros de Abel Antón y Niurka Montalvo en el Mundial de Sevilla, en 1999, hasta el de Marta Domínguez en Berlín, pasaron 10 años. Entre tanto, se alternaron decepciones en las grandes citas con buenas actuaciones en los Europeos. Actualmente, España es una potencia continental con bastantes menos opciones de éxito en los Mundiales y en los JJOO, donde el atletismo es el verdadero motor.