Carta de una limpiadora: “Ojalá esta pandemia sirva para valorar los trabajos más precarios pero necesarios”
Vanesa Durán.- Hace años trabajo como limpiadora de comunidades, para mi siempre muy necesario además de un trabajo muy duro y poco valorado como demuestra la típica expresión “antes me pongo a limpiar escaleras”. Pues señores, llevo 14 años limpiando escaleras y gracias a ello he llevado un sueldo a mi casa que ha dado de comer a mis hijos. Eso sí, matándome a madrugar y a echar horas.
En esta pandemia de coronavirus nos hemos visto un poco más reconocidas, o quizás debería decir más visibles, porque el reconocimiento viene cuando te mejoran tus condiciones labores y eso no creo que ocurra nunca.
Me paro a pensar en las horas de más que estamos haciendo (sin remunerar) porque nosotras desinfectamos diariamente. ¡Cuántos virus habrán matado una fregona y una bayeta!
Psicológicamente ha sido duro también para nosotras. Salir a la calle a las cinco de la mañana y ver a la UME (Unidad militar de emergencias) desinfectar o ver cómo salían féretros del portal que te tocaba fregar despues de días de saludar a esa persona… Quedarte con la mujer o con el marido de la víctima en la puerta, intentando darle ánimos pero sin poder ni siquiera darle un abrazo de consuelo…
Y llegar a tu casa con el miedo en el cuerpo, pensando: ¿lo habré cogido yo? ¿He tocado algo? Darme miedo tocar a mis hijos y a mi marido… Pero armarme de valor y volver al día siguiente con más fuerza, aunque con el mismo miedo y respeto, preguntando a los vecinos más mayores si necesitaban compra o medicinas, porque seremos más o menos invisibles, el último eslabón de ese sector llamado “otros”, pero somos personas con corazón y, lo crean o no, cualificadas. Ojalá esta pandemia sirva para valorar los trabajos más precarios pero necesarios.
* Vanesa Durán Lechuga vive en Móstoles, Madrid.