La izquierda que roba
Edurne Uriarte.- Gabriel Rufián suma a su populismo izquierdista y nacionalista una gran capacidad para la política espectáculo. Y como forma parte de la autodenominada mayoría progresista, todo el mundo le ríe los shows y las gracias, por muchas barbaridades políticas o éticas que incluya en sus espectáculos. Y aún más desde que se convirtió en el firme escudero de Sánchez en los debates parlamentarios. Como esta semana le dio una colleja, la inevitable para intentar salvar el honor de ERC en su sostenimiento del Gobierno corrupto, sus seguidores lo han celebrado con el habitual entusiasmo, obviando el relato de fondo con el que sigue cerrando filas con la que ahora es la mayoría de la corrupción. Es el relato de la supuesta superioridad moral de la izquierda.
Dijo el showman independentista el pasado miércoles en el Congreso que «la izquierda no puede robar, nosotros no podemos robar», a lo que añadió, mirando y señalando hacia los bancos de la derecha, que «esta gente, sí». La izquierda no roba, le dijo a Sánchez, para ayudarle a apuntalar uno de los argumentos fundamentales del PSOE en su defensa de la corrupción socialista: nosotros no somos como la derecha explotadora e insolidaria, porque hemos venido a este mundo a salvar a los desfavorecidos y a luchar por la justicia social; y si alguien se desvía del camino, es una anécdota, como lo llamó Sánchez, y lo fulminamos inmediatamente. Por lo que Rufián está dispuesto a sostener al Gobierno corrupto hasta el final, para evitar que esa derecha inmoral, esa que tiene el gen innato del robo, pueda ganar las elecciones.
Y es increíble, nos repetimos todos, pero ese relato sigue funcionando, en contra de los datos de la historia y del presente. Les da igual el latrocinio sistemático de todos los dictadores comunistas, del pasado y del presente. Rufián seguramente dirá que la dictadura comunista china es de derechas, y de ahí que al menos 100 miembros de la Asamblea Popular Nacional sean multimillonarios. De los millonarios de su dictadura amiga de Venezuela, ni se habla. Y a algunos millonarios corruptos se les defiende abiertamente, como ocurre con Cristina Kirchner, quizá el mejor ejemplo de que la izquierda que roba no se corta un pelo en hacer el relato de su superioridad moral.
Cristina Kirchner ha sido condenada por un caso de corrupción en el que ella y sus secuaces tienen que devolver 500 millones de dólares robados. Y le quedan 3 juicios más en el que se suman otros muchos cientos de millones robados. Pero les da igual, y el Grupo de Puebla, del que forma parte Zapatero, se ha solidarizado con ella y dice que la condena es lawfare contra los progresistas. Lo mismo que insinúa la prensa socialista en España, o defienden abiertamente los amigos de Sánchez, como Baltasar Garzón. Y todo el peronismo en la calle en Buenos Aires aclamando a la ladrona. Impresionante.
Cientos de millones robados, una corrupción sistémica ante los ojos de los argentinos, primero en pareja con Néstor, y luego en solitario, y el progresismo mundial, incluido el español, la sigue defendiendo y ensalzando. Con el mismo relato que ese progresismo le aplica a la corrupción sanchista: aunque lo parezca, la izquierda no roba, y el que diga lo contrario, o es un pseudomedio o practica el lawfare. Y si no, que le pregunten a Rufián.