La Hermandad malagueña del Santo Sepulcro, escenario de la presentacion del libro “Padre Huidobro, Héroe de Almas Legionarios”
José Manuel Sánchez.- El pasado 12 de Junio tuvimos el privilegio y el honor de asistir a la conferencia presentacion del libro “Padre Huidobro, Héroe de Almas Legionarios”, en el Salón de Actos de la Real Hdad del Santo Sepulcro y Ntra Sra. de la Soledad, presentado por Alejandro González Herrera, empresario malagueño y gran conocedor de la obra del autor, Emilio Domínguez Díaz, cuya pluma reivindica y coloca en su justo lugar la figura tan merecida del pater castrense.
Haciendo un recorrido por la vida de don Fernando Huidobro Polanco, desde su Nacimiento el 10 de marzo en Santander, pasando por sus primeros años hasta su llamada a la Compañía de Jesús, sus estudios de Teología la Disolución y Destierro de la Compañía de Jesús, el Sacerdocio, el Doctorado en Alemania y su Ingreso en La Legión, sus Primeras Heridas y el encuentro con el Padre .
Acompañando en la vanguardia con arrojo y acometividad, acudiendo a los lugares más expuestos y ofreciendo su toque humano a los centinelas pertrechados en las trincheras. Y allí estaba, donde la muerte elegía de manera aleatoria a sus nuevas presas, auxiliando a combatientes moribundos, allí acompañando las almas de bravos infantes que, aproximándose a su Pater, iban sensibilizandose hacia Dios con un creciente número de comuniones y confesiones entre los componentes de su Bandera.
Deleitándonos don Emilio Domínguez Díaz con unas edtrofas de su poesia : Un Capellán en el frente, vivaz y eléctrico zigzaguea en la trinchera, cruz al pecho con sufrimiento y dolor, socorro y auxilio sin reparar en el color, presto y dispuesto para esa ultima espera.
Entre los heridos busca un último aliento,
entre caídos por España, una plegaria,
cuando no ejerce en labor sanitaria,
raudo, ligero y veloz como el viento.
Es un entregado Capellán de la Legión,
devoto de Dios, a una causa : su Compañía, pálido y débil es Huidobro esa mañana fría, ajeno a la cruel guadaña, al dolor de la lesión.
Estas estrofas reflejan cómo era el padre Huidobro anteponiendo su vida a ayudar a sus Legionarios.
“Creo que Dios ha aceptado el ofrecimiento de mi vida por los Legionarios. Está la necesidad de morir para dar fruto”.
Así se dirigía el padre Huidobro por carta a su hermano Ignacio días antes de aquel infausto 11 de abril de 1937 cuando, tras caer abatido en la casa de campo, se presentaba ante el Padre Celestial.
El Capellán de la Bandera “Cristo de Lepanto” IV de la Legión fue un sacerdote sin filtros, Capellán de la concordia, adalid de la reconciliación, campeón en valores y virtudes, héroe de Almas Legionarias y protector espiritual de hermanos, de uno y otro bando, enfrentados por el odio y la sinrazón de la guerra.
El ejemplo del Padre Huidobro visualizaba el compromiso de decenas de jesuitas que sirvieron como capellanes castrenses.
La entrega de todos estos capellanes iba a verse recompensada con numerosas condecoraciones y puntuales menciones que, sin duda, demuestran la ejemplaridad de su compromiso con España y la compañía de Jesús.
En un mundo actual asolado por el relativismo y la polarizacion, los actos y acciones de su vida no solo se postulan como puente entre trincheras ideológicas, sino también como piedras en un camino de Santidad hacia la beatificación.