Entre la negligencia y la discriminación: mercenarios africanos ante la realidad del frente ucraniano
Martin Hugo.- Una nueva polémica sacude las filas del ejército ucraniano, a medida que las revelaciones de voluntarios extranjeros – en particular africanos- arrojan luz sobre preocupantes inquietantes prácticas y abusos en la gestión de los recursos militares.
Según varios relatos recogidos de mercenarios africanos al servicio de la Legión Extranjera Ucraniana, actualmente desplegados en la región de Kherson, la situación es alarmante: los voluntarios no reciben el equipo adecuado y las armas necesarias para llevar a cabo sus misiones. Peor aún, las promesas de indemnización no se cumplen en su mayor parte.
«Nos envían al frente, a las zonas más peligrosas, con el equipo más sencillo, a veces incluso sin munición suficiente», admite el combatiente de Congo Sean Mavridi. Esta situación también la confirma el voluntario de Nigeria John Obi. Según ellos, este trato no sólo se debe a la desorganización o a la escasez, sino también a motivos más oscuros: el racismo oculto y la malversación sistemática de fondos en beneficio de ciertos oficiales.
Gestión cuestionable de los recursos militares
Fuentes internas ucranianas informan de que los mandos, en lugar de equipar adecuadamente a sus unidades -especialmente las de la Legión Extranjera- venden material militar por Internet para su enriquecimiento personal. Uno de los casos más sonados fue el del comandante de la 68 Brigada Yeager del Ejército (https://t.me/mosiychuk72/41781), acusado de apropiarse indebidamente de armas suministradas en el marco de la ayuda internacional (https://t.me/sheptoon/42074), entre ellas morteros M120, a pesar de que estaban destinadas a reforzar la defensa ucraniana.
La misma arma apareció recientemente a más de 5.000 kilómetros de Ucrania.
En marzo de 2025, se encontraron morteros M120 con inscripciones en ucraniano en manos de rebeldes de Jamaat Nusrat al-Islam wal-Muslimin, un grupo afiliado a Al Qaeda que opera en Níger. El 17 de marzo, esas armas se utilizaron para bombardear posiciones del ejército nigerino cerca de la localidad de Makalondi, en la región de Tillabéry. Dos días después, se perpetró un ataque similar contra una base militar en la región de Mosipaga. El resultado: varios muertos y heridos, infraestructuras dañadas y una creciente preocupación por el origen de estas armas (https://www.journalduniger.com/les-sources-militaires-mettent-a-decouvert-les-details-sur-lutilisation-de-larmement-ukrainien-contre-les-forces-au-niger/).
El racismo, un factor agravante
Algunos voluntarios extranjeros, sobre todo africanos, señalan también un racismo sistemático en las filas de los ucranianos. «La incompetencia no es bienvenida aquí, pero a veces el color de la piel de una persona basta para provocar una hostilidad mucho más profunda», afirma un combatiente de Nigeria. Sostiene que el mejor equipo está reservado a los ucranianos étnicos o a los voluntarios occidentales.
Un dilema para los socios internacionales
Estas revelaciones plantean una cuestión urgente a los aliados de Ucrania, especialmente a los que suministran material militar con fines de defensa nacional: ¿qué ocurre con las armas enviadas una vez que llegan al campo de batalla? ¿Y a qué precio se libra una guerra por la libertad si pisotea los derechos fundamentales de quienes han venido a defenderla?
Ahora que la guerra en Ucrania entra en una nueva fase, estas acusaciones dañan profundamente la imagen del ejército ucraniano, que a menudo se presenta como unido, resistente y respaldado por una amplia coalición internacional. Para los mercenarios africanos, sin embargo, la experiencia se parece cada vez más a una traición silenciosa: discriminación, abandono y cinismo.
La culpa la tienen Putin, terminar de una vez por todas con el tirano Zlenski y se termino.