Atrocidades y crímenes de guerra
En relación con las matanzas de civiles (genocidios, también se les llama, trivializando el concepto) perpetradas supuestamente por tropas rusas en Ucrania, vienen a la mente enseguida las de la guerra de España achacadas a los nacionales y que han adquirido la categoría de mitos: la de la plaza de toros de Badajoz, la de la Desbandá de Málaga y la del bombardeo de Guernica (esta última explotada recientemente por Zelenski).
Las dos primeras son puras y simples invenciones, y la tercera una exageración desmesurada basada en supuestas intenciones. Pero hay en las tres un fondo común: han sido periodistas anglosajones sus autores. El mito de la plaza de toros fue inventado de arriba abajo por Jay Allen, periodista useño de izquierdas al servicio del Frente Popular; la Desbandá de Málaga supuestamente bombardeada desde el mar, por el médico comunista canadiense Norman Bethune (que iría luego a China y a quien dedicaría Mao Tse-tung un sentido obituario); y el de Guernica por periodista inglés George Steer (en este caso conservador, que quería apoyar así el rearme inglés frente a los laboristas).
Creo que estas autorías son en extremo significativas, porque la propaganda totalitaria no es una invención de Lenin o de Goebbels, como a menudo se cree, sino de la Comisión Creel useña, durante la I Guerra Mundial, para animar a entrar en la guerra europea a una población en principio renuente a ello. Cabe decir también que ya antes, en la guerra del 98 con España, la propaganda de la gran prensa amarilla useña se complacía en inventar atrocidades de los españoles, atrocidades multiplicadas luego por mucho por las tropas useñas en Filipinas. Me parece que no es casual que la creación de tales mitos proceda sobre todo de periodistas o fuentes anglosajones, porque son estos medios los de mayor tradición en estas tareas, y esa tradición les permite manipular con más destreza y apariencia de objetividad.