“Pedrito perdió por goleada en su encuentro con Feijóo”
Carlos Herrera.- Encuentros intergalácticos de nuestro amigo Sánchez. Encuentros intergalácticos en la cumbre; uno con trampa, con trampa manifiesta; y el otro, con cesión manifiesta. Uno en Madrid con el nuevo líder de la oposición, y el otro en Rabat con el sultán de Marruecos, que tiene lo que quería a cambio de dar exactamente lo que daba hace un año, sin más. Para volver a la relación habitual con Marruecos, el gobierno de España por culpa de sus errores manifiestos ha tenido que cambiar la posición sobre el Sáhara. Ahora si quieren analizamos esto.
Porque, miren, hablemos de la reunión entre Sánchez y Feijóo. El partido comenzó con el típico juego sucio sanchista. Sánchez embarró el campo sacándose de la chistera un documento de 11 puntos, de 13 folios, que no había pactado ni siquiera se lo había trasladado a su invitado. Y luego, pues, se negó a admitir cualquier propuesta de su huésped. La trampa ¿cuál era?, su jugada habitual, hacer como está dispuesto a dialogar pero limitarse siempre a exigir a sus rivales que se rindan, aplaudan, se callen, etcétera, etcétera. Llevaba días Feijóo pidiendo documentos, orden del día, cosas que tratar y no se los da. Se los da en cuanto entra en la reunión, 13 páginas, a ver cómo te las miras y como te las lees, que por cierto, filtra a la prensa.
Y luego, complementa el gesto la portavoz diciendo que tú no has traído nada, que hay que ver cómo eres, si es que no, no; en cambio, el presidente ha preparado un documento preparado de las cosas… Esto es lo que suele hacer Sánchez con quién va a verle con buenas intenciones, dispuesto a llegar a acuerdos positivos para España: engañarle primero, ignorarle después, luego criticarle con el portavoz, que dice todas las tonterías y barbaridades que… esta todo lo que le digan y le dicten, lo dice.
Otra cosa ya es si su interlocutor tiene mala fe, busca atracarle, se bebe toda la bodega, vacía la nevera… Hombre, si son Junqueras, Otegis o Mohamed VI, ahí la cosa cambia. Ahí ya Sánchez es sumiso. Se traga el sapo que haga falta, firma los cheques en blanco que sean necesarios y, por supuesto, le acaba echando la culpa a Casado, a Feijóo, al que esté, o a Franco, la ultraderecha o a Viriato, o a Don Pelayo, da lo mismo.
Sin embargo, Pedrito perdió por goleada en su encuentro con Feijóo porque deja en el aire la sensación de que había un adulto en La Moncloa, aunque solo fuera durante 3 horas. Convoca a Feijóo para intentar que el PP se rinda, ya se sabe cómo van aquí las cosas de este muchacho, o haces lo que yo quiero o… O para poder decir que sigue siendo un partido fascista y se encontró con un señor serio que exigía devolverle su dinero a los ciudadanos, especialmente, a los más desfavorecidos y que se apretara el cinturón el Gobierno, que se está forrando a costa de empobrecer al resto.
Esto era muy fácil, Feijóo le dijo cómo devolverle 3.500 millones a los contribuyentes y dónde podría ahorrárselos Sánchez. Y Sánchez le contestó que él no se baja del Falcon. Esa es la imagen que queda del encuentro, un político que habla lo justo para decir bastante y otro que no para de hablar y no dice nada.