Julia Navarro.- La diputada y candidata de Vox a presidir la Junta de Andalucía, Macarena Olona, se supera continuamente a sí misma. No como Humphrey Bogart en el film “El sueño eterno”, donde afirmaba que cada minuto que pasaba era cada vez más guapo. En esta ocasión ha sido al revés. El nivel de esperpento barato y ridículo -el de Valle-Inclán era otra cosa- al que esta señorita está llevando a VOX no puede hacer más que afearla ante sus votantes.

El vídeo promocional en el que Macarena Olona aparece flanqueada por dos albañiles delante de un andamio, no para hablar de la reforma laboral ni de la explotación de los emigrantes que, por sueldos muchísimo más bajos, precarizan el trabajo de los demás, sino para echar unas risitas a cuenta de los pechos de Irene Montero, han dejado a la diputada a la altura de la cloaca más profunda.

Vamos, chica, ¡que tienes carrera! Esperamos de los que aspiran a gobernarnos un poco seriedad y educación y tú, Macarena, no las has tenido. Has utilizado la buena fe de dos albañiles para hacerles decir lo que a ti como mujer te debería parecer obsceno: hablar de tetas delante de una cámara, aunque sean las de tu peor enemiga. Porque al pobre albañil se le puede caer el pelo por delito sexista, tanto si dice que le gustan las tetas como si no. Lo cual a ti, Macarena, te trae al pairo porque eres intocable por mujer y por diputada. Por eso te reías tanto con ellos… porque te crees impune como miembro de la casta globalista. En el peor de los casos, Dolores Delgado estará encantada de hacerte el favor de dejarlo todo correr a cambio de que te unzas un poquito más a la agenda 2030. Y es que el seguidismo de VOX con Ucrania todavía no les parece suficiente.

Ay, Macarena, utilizar a dos honrados trabajadores para una burla de esa clase es de lo más abyecto. Porque a ti, Macarena, nuestra maltrecha soberanía nacional te importa un pimiento. Que nuestras principales empresas estén en manos extranjeras, que la deuda externa e interna crezca sin parar, no te importa ni mucho ni poco, a la vista de tus humorísticas preferencias.

Has caricaturizado miserablemente a dos hombres que se ganan el pan con el sudor de su frente y se toman en serio esa patria castiza de la que tú te mofas, Macarena. Ojalá, querida amiga, te hubieses metido entre pecho y espalda dos sardinas de casco con esos dos albañiles y medio litro de vino, y no ese pijillo café con leche en tu hotelito de lujo. Probablemente el polvo del cemento de la obra no te hubiese intoxicado, Macarena.