¿Dónde están las asquerosas feministas?
Ha sido un suceso escalofriante, de un salvajismo desbocado. Ocurrió en Alicante. Un ‘mena’ argelino de 17 años agredió sexualmente a una mujer de 80 años tras estrangularla y golpearla violentamente en su domicilio.
Primero le agarró fuertemente del cuello, la estranguló y la golpeó en la cabeza con un bate hasta dejarla sin defensa, para agredirla sexualmente y posteriormente robarle su teléfono móvil, su cartera con documentación y diversas joyas. Tras lo cual huyó del lugar.
Ninguna organización feminista ni ningún partido partido político progresista ha expresado un átomo de compasión por la víctima. Los gemidos de dolor de la anciana son un grito sordo que no alcanza ninguno de esos corazones tan sensibles a otras exposiciones violentas. Las feministas y los progresistas de toda laya guardan silencio. Las televisiones al servicio ideológico de la izquierda, también. Lo sorprendente es que luego nos repitan hasta la saciedad imágenes de naturaleza distinta, no importa el lugar del mundo donde sean grabadas, de cara a criminalizar a otros colectivos. ¿Responderán las organizaciones feministas con la determinación que merece la gravedad de los hechos? Lo dudamos.
El feminismo radical ha sido desde sus inicios una rama del marxismo. Los que dirigieron el movimiento feminista desde la sombra, subvirtiendo el orden natural de la familia a través de la guerra de sexos, siguieron a la perfección la hoja de ruta del revolucionario Antonio Gramsci, que hablaba de la “larga marcha” de las ideas marxistas hasta conquistar la hegemonía cultural. Que nadie se engañe, el feminismo tiene poco que ver con los derechos de las mujeres; es un cáncer que, si lo permitimos, destruirá el orden social. Las ideologías de género responden al interés de los poderes mundialistas para sustituir la “complementariedad” entre hombres y mujeres por una lucha de sexos, con un claro objetivo: destruir los fundamentos de la civilización cristiana. Baste en ese sentido el posicionamiento de las feministas a favor del aborto, el homosexualismo y la inmigración.
Y un aviso a navegantas: ¿quién defenderá a las feministas españolas si algún día tienen que vivir en sociedades mayoritariamente pobladas por individuos como los de la imagen?