Los juglares del Averno: todo mal
Cuando uno contempla una rosa, puede centrarse en admirar sus pétalos, o concentrarse única y exclusivamente en la molesta mosca que la sobrevuela. Cuestión de carácter y de motivación.
No he venido aquí, sin embargo, a hablar de rosas (si bien alguno, al rematar de leer el artículo, me podría decir que sí), ni de fútbol (por más que pudiera conectarse alguna esencia de este texto con el espíritu de la legendaria frase de Louis Van Gaal: “interpretación siempre negativa, nunca positiva”; y por más que tenga mi alma blanquiazul efervescente en este momento tras la remontada de los juveniles del Deportivo en Riazor en la Youth League, rememorando el majestuoso “Milanazo” del SuperDépor), sino de enfoques ante la vida y de sus derivaciones políticas.
Desde las últimas elecciones municipales (sesión de investidura mediante) el gobierno del Palacio de María Pita está en manos socialistas, con la alcaldesa (también colega profesional) Inés Rey al frente: primera alcaldesa elegida democráticamente en A Coruña (no está de más destacarlo).
Muchos respiraron aliviados al ver a este ejecutivo del puño y la rosa al frente de la corporación municipal coruñesa. No era para menos. La ciudad de A Coruña en 2019 languidecía exhausta después de cuatro años de parálisis mareante, sumados (con signo negativo) a otros cuatro años PPrevios de PPérdida de impulso y liderazgo, a pesar de contar (en hipótesis) sus entonces gobernantes con medios y contexto PPolítico de conmilitones que podría hacer confiar en un resultado final distinto a un gran agujero: un túnel subterráneo como gran bagaje de su PPaso.
El reto ante Inés Rey y su equipo no era (ni es) menor: rescatar a la ciudad de A Coruña de la apatía y el conformismo; rehidratarla; oxigenarla; reengrasar el engranaje social que la sustenta e impulsa; recuperar frescura social y sensaciones. A mitad de mandato y a pesar de contar con la pandemia como lastrante aderezo, los resultados están ahí, para quien quiera verlos y mal que a algunos les PPesen.
No haré desglose de obras y ejecuciones, ni mencionaré contrataciones otrora eternizadas y ahora francas realidades, sino que me limitaré a mencionar, a título meramente ejemplificativo, temas enquistados durante muchos años y que ahora comienzan a desbloquearse: el mercado y centro de salud de Santa Lucía, la Intermodal, los terrenos portuarios…
Queda mucho por hacer, hay claroscuros, asuntos que mejorar…, evidentemente; pero la ciudad de A Coruña recobra vida, esperanza y liderazgo. Sí, salvo para los juglares del Averno: vida, esperanza y liderazgo.
¿Qué pensarían ustedes de una persona que viajase a París y al regreso de su viaje enfatizase su relato en las cagadas de paloma que salpican la Torre Eiffel? Pues eso.
Entre el “todo” y el “algo” existe un gran espacio que merece ser reconocido y disfrutado. En A Coruña, también.
*Abogado
Dios mío menudo nivel, ahora ya se porque ha sido elegido y es concejal por el PSOE. Piense () Rosa, mosca y caca, ya lo ha dicho usted todo.