Democracia en crisis
La democracia es un método de selección pacífica de oligarquías basado en elecciones, que naturalmente, deben ser completamente fiables, o el sistema cae por su base. En estas últimas, en Usa, los indicios de fraude son tan fuertes que probablemente deberían repetirse los comicios con verdaderas garantías. En todo caso las sospechas se han extendido incluso a muchos votantes de Biden, según encuestas. Esto marca una situación nueva y crítica, precisamente en la democracia original y más importante del mundo, tomada comunmente por modelo.
No habría elecciones válidas sin libertades políticas, ideológicas y religiosas, que reprodujeran en la política la realidad plural de las sociedades. Al efecto conviene repasar la historia reciente: desde la implosión de la URSS, en Usa se ha ido imponiendo un dominio progresivo de la ideología llamada corrección política o corpol, en y desde las universidades, los medios de manipulación de masas, Hollywood, y los propios aparatos de gobierno, incluido el judicial. Sus formas principales son el feminismo, el abortismo, el multiculturalismo y el homosexismo, de los que quiere partir toda una concepción cultural o concepción global del mundo de rasgos mesiánicos.
Dejando de lado ahora el análisis de la misma, lo significativo es que los medios de manipulación de masas, principales creadores de opinión, compartían casi unánimemente esas políticas, marginando cualquier otra y dando la impresión de que toda la sociedad las hacía propias, salvo casos secundarios, marginados y denigrados constantemente. Se trataría de una “democracia” de ideología y casi de partido único. Un fenómeno bien visible también en la Unión “Europea”.
A primera vista, las mencionadas libertades tienden a desgarrar la sociedad y destruir los países, y así sería en efecto si bajo ellas no se mantuvieran valores unitarios o al menos muy ampliamente compartidos, que permitieran a los perdedores aceptar su derrota electoral sin reacciones violentas y con esperanzas de ganar otra vez. Valores consignados en parte en la Constitución y en parte en la asimilación de tradiciones e historia comunes. Sin embargo, la victoria de Trump en 2016 demostró al menos tres cosas: que la corpol de los medios y muchas instituciones no representaba las ideas, sentimientos e intereses de grandes masas de la población, prácticamente de la mitad; que, por lo tanto, esas masas se habían visto privadas de voz y voto durante largo tiempo por esos medios de manipulación de masas y los intereses adjuntos; y que la corpol no estaba dispuesta a aceptar el resultado electoral, al que reaccionó con actos destructivos y violentos por todo el país, en medio de una auténtica histeria de masas, y con los medios dedicados a hostigar constantemente al presidente del país, hasta censurar sus mensajes. Esta reacción recuerda la de las izquierdas y separatistas españoles ante la victoria de las derechas en 1933, y mucha gente en Usa teme estar acercándose a una nueva guerra civil.
Otro enfoque nos ayudará a plantear el problema. Al hundirse la URSS pareció asegurado en todo el mundo el éxito de la democracia de tipo useña, con las características corpol. Y no solo por el fracaso del marxismo, sino también por una riqueza material gigantesca y unos presupuestos y técnica militares sin posible rival. Esa convicción llevó a diversas aventuras en países musulmanes, que resultaron costosos fracasos en vidas y dinero, y a intentos de cercar militarmente a una Rusia que se sentía asediada, no sin razones. Las acciones militares, precisamente por su fracaso, no han podido impedir el surgimiento de grandes potencias regionales como Irán o Turquía, ni, sobre todo de China, una verdadera superpotencia económica y cada vez más militar, con un régimen totalitario especialmente siniestro.
Y así han hecho agua las impresiones y esperanzas del “fin de la historia” bajo democracias imitadas de Usa, dedicadas fundamentalmente a la economía, hasta llegar a un posible gobierno mundial de ese carácter. La implosión de la URSS acabó con la guerra fría e hizo creer en la imposición general de una democracia corpol, y ahora vemos que la corpol ha llevado a la democracia tradicional a una profunda crisis.
Sobre la democracia en España no vale la pena extenderse. Aquí, la izquierda y los separatistas odian la historia y la cultura del país, que aspiran a sustituir por sus despóticas y en el fondo estúpidas ideíllas. Con una Triple M especialmente degradada, de rasgos burdelescos. En lo que han avanzado ya demasiado.
A la vista de la ralidad, la democracia está en crisis incluso como idea…