Catedrales del dinero
Hay un mito griego muy interesante, el del rey Midas, que trata esa cuestión. Bueno el de Prometeo es el que más a fondo lo aborda. En la Biblia encontramos la leyenda del becerro de oro, por ejemplo. ¿Seguir las leyes de Yavé, o confiar en el oro, un material que el hombre trabaja y que todo lo puede?
Según esos mitos, el hombre que renuncia a la religión se condena. Pero, ¿a qué se condena? Ya lo hemos visto: en la irreligiosa Europa se tiene más bienestar y más libertad que en épocas o en países más religiosos. No parece mala condena ¿Cómo se concilian esas cosas?
No es cierto que en Europa no haya religión. La religión es fundamentalmente la fe, y la fe es forzosa, porque no conocemos el futuro, no conocemos las consecuencias de nuestros actos más que a muy corto plazo, y la muerte parece anular el sentido de todo. Lo que ha habido en Europa, aparte de los muchos millones de personas que siguen considerándose cristianos, es que la fe cristiana ha sido sustituida por otras fes. Fe en la razón, en el progreso, en el dinero como síntesis de todo ello…
De acuerdo. Hay un cambio de religión. Podríamos decir que la religión del dinero. ¿Una prueba? Observa las ciudades tradicionales: en ellas los edificios más grandes y hermosos, y más céntricos, son las catedrales consagradas a Dios. En las grandes urbes actuales, los edificios más significativos, centrales, altos y llamativos son los de negocios y finanzas, que forman verdaderos barrios, como en París, Frankfurt, Moscú, Londres, aquí en Madrid las cuatro torres del norte… Esas son las catedrales de nuestro tiempo. De la irradiación, llamémosla así, de esas torres gigantescas procede, en definitiva, el bienestar material de miles de millones de personas. Si por una catástrofe se derrumbaran de pronto y se perdieran sus bases de datos, se crearía un caos económico, y el hambre y la miseria se extenderían por el mundo. Considera ahora si se derrumbaran todas la catedrales góticas o neoclásicas o barrocas de Europa. Sin duda lo sentiríamos como una gran pérdida de arte, pero nadie pasaría hambre por ello.
He aquí una observación cínica y aparentemente real. La producción de grandes bienes económicos ha venido creciendo durante siglos, gracias a la técnica. En tiempos de las catedrales góticas, la productividad era más alta que en siglos anteriores, y luego, aunque fuera a trompicones, siguió creciendo. ¿Qué significaban aquellas catedrales? La fe en que el mundo, con sus estrecheces, miserias e injusticias, tenía de todos modos un sentido. La técnica y los conocimientos prácticos, por sí mismos, no dan sentido a la vida, a nada.
¿Y para qué quieres sentido si tus necesidades están bien cubiertas? ¿No es eso, en todo caso, una forma de sentido?
Todo el mundo quiere más y más bienes materiales, y si los consigue se desentiende de muchas preocupaciones como esa del sentido.
Lo diré de otro modo: por supuesto que la gente quiere algo más que comer y fornicar. No propiamente algo más, pues dicho así parece como si la necesidad de sentido fuera un añadido o aditamento al bienestar material. Es algo diferente, algo que baña la vida entera y enfoca desde un plano superior el propio bienestar o malestar material. Lo que dicen esos mitos, así lo entiendo, es que traspasar la fe al dinero no proporciona sentido, sino que lo destruye.
Bueno, llegados aquí, debemos tratar de entender qué es eso del sentido, no vaya a ser que estemos jugando con un concepto sin contenido real, o que cada uno puede interpretar a su modo.
¿Examinamos el mito de Midas?
Yo también pienso que mucho shan pasado de adorar a Dios a adorar AL EURO, es decir, al dinero. Es triste decirlo, pero es así. Este nuevo tipo de “creyentes” son rápidamente identificables, pues no suelen hablar de otra cosa: esto vale tanto. lo primero que te preguntan es ¿cuánto ganas? te valoran por el piso en el que vives, por la ropa que llevas, por el coche que usas, en su caso, etc., o por el restaurante dónde almuerzas. son gente que si no hablas de dinero, no saben hablar de otra cosa. EN DEFINITIVA, ESTÁN VACIOS POR DENTRO.… Leer más »
Que gran verdad esa, “la fe es forzosa”, la fe que tienes cuando te levantas en que no vas a morir ese dia, otros lo llaman “instinto de supervivencia” y como todos los instintos es bueno no haberlo perdido como especie despues de este par de milenios de no hace caso a mama naturaleza y creernos los amos del cotarro. El instinto de supervivencia, o la fe como lo llama el Sr. Moa, benditas sean sus arrepentidas balas verbales, es la base del cotarro, el sustrato fertil en el que como plantas bien regadas pueden crecer algunas virtudes. Enumero alguna.… Leer más »