La herencia mundial de la gran época de España
Debe insistirse en este resumen y divulgarse, porque el olvido de la historia es una de las enormes taras de la España posterior a la Guerra de independencia; incluso a la Guerra de sucesión. La Reconquista permitió una especie de acumulación de fuerzas, manifestada en siglo y medio de hegemonía europea y mundial, cuya herencia, en líneas generales es esta:
El conocimiento del mundo, sus continente y océanos, es la obra de las expediciones, descubrimientos y conquistas de los españoles de entonces.
La formación de un vasto conjunto idiomático y cultural en América y en menor medida en otros continentes, es también producto de aquellas hazañas, a veces inverosímiles.
También lo es la expulsión o permanencia del islam en la parte sur del Mediterráneo, excepto en la parte oriental extrema. Por tanto la permanencia de la cultura occidental cristiana en la parte norte, especialmente en Italia.
La permanencia del catolicismo en Bélgica, Francia, Italia y parte de Alemania se debe de modo muy importante a la intervención española.
Es decir, el mapa cultural y religioso actual de Europa occidental, sus divisiones profundas, proviene del esfuerzo extraordinario de España, durante los siglos XVI y XVII frente a otomanos, berberiscos y protestantes. Y lo mismo cabe decir del conjunto del mundo. Es asombroso cómo estas evidencias han sido pasadas por alto por una historiografía que expresa así su mediocridad.
Al mismo tiempo creó España una grande y original cultura, ¿en relación privilegiada con Italia? Como fuere, la cultura española desde el siglo XVIII ya no se desarrolló sobre una base propia sino como reflejo un tanto pálido de la francesa, en parte de la inglesa, sobre todo en la actualidad.
¿Están muertas las raíces de la gran época hispana o sería posible volver a ellas de modo creativo? Algún intento ha habido de esto, pero hasta ahora ha naufragado en las aguas de la retórica y la grandilocuencia ajenas a la realidad actual. En cualquier caso siempre viene bien recordar los mejores tiempos.
La muerte de un imperio lleva a la par la destrucción de una cultura, coinciden en el espacio y tiempo, también coincide en que hay que ir desmantelando los rescoldos agonizantes que con un soplo aún podrían avivar un fuego.
Del imperio solo queda un amargo por nostálgico recuerdo, para otros incluso un odio. Con este pasto, no vale una chispa aunque haya vientos