¿Revivir a Keynes? (II) Keynes, principio de subsidiariedad, la crisis de 1929 y el crecimiento descontrolado del crédito
José A. Benítez.- “Lo que ha hecho del Estado un infierno sobre la tierra es que el hombre haya intentado hacer de él su paraíso”. F. Hölderlim 1799.
Cuando los ciudadanos pueden alcanzar adecuadamente sus fines, las autoridades estatales son incompetentes para entrometerse en sus asuntos, es el principio de subsidiariedad De igual manera, todo asunto debe ser resuelto por la autoridad (normativa, política o económica) más próxima al objeto del problema.
El término subsidiariedad y su expresión sinónima «la acción subsidiaria» fueron introducidos por la Doctrina Social de la Iglesia a partir de Pío XI.
Según la doctrina social de la Iglesia, es el principio en virtud del cual el Estado ejecuta una labor orientada al bien común cuando los ciudadanos son incapaces de realizarla por ellos mismos. A su vez, este principio pide al Estado que se abstenga de intervenir allí donde los agentes económico-sociales puedan bastarse por sí mismos en sus respectivos ámbitos.
Por tanto, la autoridad central (Gobierno y Estado) asume su función subsidiaria cuando actúa en aquellas cuestiones que, por diferentes razones, no puedan resolverse eficientemente en el ámbito local más inmediato, en los mercados.
Bajo la «paradoja del ahorro», cuando llegan los tiempos difíciles, lo aparentemente racional para los hogares y las empresas es apretarse el cinturón y eliminar los gastos superfluos. Pero, desde una perspectiva keynesiana, esto lleva al desastre ya que la caída del gasto solo reduce aún más los ingresos de la economía.
Por eso para Keynes (de quien F.D. Roosevelt comentó a su secretaria: “Vi a nuestro amigo Keynes. Dejó un galimatías de cifras…. Debe ser matemático más que un economista político“) es necesario que los gobiernos tengan déficit presupuestarios, una forma de ahorro negativo, ya que pueden pagarse a sí mismos inyectando dinero en el sistema a través de los Bancos Centrales.
Admirador de los regímenes totalitario de la época, como él mismo reconoció en el prefacio de la edición alemana de 1936 cuando escribió: “La teoría de la producción en su conjunto, que es lo que el siguiente libro pretende proporcionar, se adapta mucho más fácilmente a las condiciones de un Estado Totalitario, que la teoría de la producción y distribución de una producción dada producida en condiciones de libre competencia y de laissez-faire”, sus tesis no solo proporcionaban una explicación aparentemente científica para la expansión del gasto público sino que amparaban la intervención del gobierno y el Estado en los mercados por el bien común.
En esta situación no cabe duda que a los Gobiernos les interesaba apostatar de los viejos credos neoclásicos herederos de la Ilustración y abrazar la nueva fe keynesiana que les permitía, además, incorporar viejas reivindicaciones marxistas a través del Presupuesto y Deuda Públicos.
Así, como el individuo, a partir de una edad, no es apto para trabajar, el Estado intervendrá para proporcionarle una pensión que le permita subsistir.
Como el mercado educativo no facilita la mejor enseñanza a todos los estudiantes, el Estado interviene y proporciona una educación gratuita y universal.
Por lo mismo, como no todos los ciudadanos tienen acceso a la mejor sanidad, el Estado interviene y proporciona una sanidad gratuita y universal.
Para poder obtener recursos y conseguir estos fines el Estado tiene ahora patente de corso para entrometerse legislativa y fiscalmente en la libertad del individuo que no tiene posibilidad de defenderse.
Pendiente exclusivamente de alimentar el siempre hambriento Presupuesto Público, pisotea el derecho a la intimidad, constitucionalmente protegido, con impuestos como el IRPF para gravar confiscatoriamente sus fuentes de ahorro y sobre todo la vivienda: mientras la posee, con un alquiler al Estado llamado IBI o Contribución y cuando se realiza ese ahorro, con las plusvalías e incrementos patrimoniales.
Así, al limitar sus libertades, destruir su intimidad y administrar sus haberes, los gobiernos desincentivan cualquier esfuerzo y desarrollo personal de la persona, haciéndola depender de las dádivas del Estado Benefactor. Es el “Camino de Servidumbre” de Hayek.
A partir de aquí las Economías de Libre Mercado se convierte en Economías Sociales de Mercado y los Estados en Estados Sociales de Derecho o del Bienestar.
Como se ha dicho, esta transformación tiene un precio en términos de libertad individual, las ideas keynesianas aplicadas sistemáticamente han terminado socavando la tradición judeo-cristiana sobre la que se construyó la Civilización Occidental pues al ser “el deudor siempre será siervo del acreedor” (Proverbios 22,7), la persona se convierte en sierva del Estado.
¿Por qué no se ha producido aún el colapso final de esta etapa de auge económico provocado por la expansión keynesiana del crédito?
¿Acaso Keynes tenía razón y a largo plazo todos muertos?
La creación de la Reserva Federal y el dinero fiduciario (Papel Moneda) permitió el funcionamiento de la banca en régimen de Reserva Fraccionaria a gran escala produciendo una expansión del crédito que acabaría en la Gran Depresión de 1929.
La medicina keynesiana indudablemente contribuyó a la recuperación económica posterior pero no la inmunizó frente a crisis posteriores.
La prevención de futuras crisis vino de la mano de la Glass-Steagall Act y la Bank Company Holding Act que separaron rigurosamente la Banca de Inversión (que gestiona el crédito), la Comercial (que gestiona el ahorro) y la actividad aseguradora tras el Informe de la Comisión Pécora. Un auténtico cerrojazo a la expansión descontrolada del Crédito.
Keynes no entendió las causas que condujeron a la crisis del 29; que la crisis de 1929 era parte de un CICLO económico que nace con la Reserva Federal y la institucionalización del dinero fiduciario (papel moneda).
Hitos de este ciclo de muy largo plazo fueron, 1.- los Acuerdos de Bretton Woods, donde Keynes abomina del Patrón Oro al que se refiere como “esa vieja reliquia”, se fija el nuevo orden monetario internacional tras la S.G.M. y se establece el Dólar como moneda de Reserva, 2.- el Shock Nixon con la ruptura del nexo Dólar-Oro que suprime definitivamente el Patrón Oro ante la incapacidad de la moneda americana de hacer frente a sus obligaciones en este metal, 3.- pero sobre todo la derogación de la Glass-Steagall Act en 1999.
Con la derogación de la Glass-Steagall Act la gran banca vuelve a la situación anterior a 1929 con una moneda ya plenamente fiduciaria que permitía la creación de dinero de la nada mediante la reserva fraccionaria y el Gobierno Federal Americano, por su parte, se hacía con el monopolio de la moneda que le permitía la cómoda emisión y colocación una deuda pública siempre creciente.
La expansión del crédito (deuda) a partir de 1971 hasta 2008 a su vez fue posible 1- por el aumento de productividad que introdujeron las nuevas tecnologías,2- la caída en el precio de las materias primas por la devaluación de la moneda de los países productores y 3- la caída de los costes de producción por la globalización, que interconectó las distintas economías emergentes que demandaban cada vez mayores cantidades de crédito. Dicho de otro modo, la economía crecía más rápidamente que la deuda.
Hummmmmm…….sacar dinero de la nada,…..ESO ES ESTUPENDO.
Permite meter millones de inmigrantes en Europa y darles todo lo que necesitan, y hasta algunos lujos.
El problema es que toda esa MASA MONETARIA artificial creada, mandará a tomar por culo a Europa entera, y los “inteligentisimos” burgueses y burguesas se sentiran como si les estuvieran metiendo por el culo un hierro al rojo vivo.
Pues nada,…..que lo disfruteis cuando llegue el momento.