Que no deje de tronar la artillería
Desde hace días me llegan audios de YouTube de una carta abierta mía al gobierno del Doctor y la Marimacho, escrita en este blog el 16 de julio del año pasado. La había leído en voz alta, y de ahí el audio, en el programa de Luis del Pino “Sin complejos”, donde los sábados (a veces los domingos), entre las 10,30 y las 11.00 suelo tener una intervención de entre cinco y diez minutos. Tenía medio olvidado el comentario, y ayer me abordó en un bar un profesor que se dijo votante del PSOE y que también había recibido el audio. Obviamente no estaba de acuerdo conmigo, pero me reconoció con ecuanimidad que estaba bien argumentado y era convincente.
No sé de quién o quiénes habrá partido la iniciativa de hacerla circular, pero viene inmejorablemente al caso ante la campaña electoral. Llevo mucho tiempo señalando que los comentarios políticos o históricos del blog o de Una hora con la Historia son munición argumentaria que procuro hacer contundente, contra el proceso destructivo de España y la democracia en marcha. Pero la munición sirve de muy poco si quienes la reciben se contentan con verla y no la utilizan a fondo, que es lo que ocurre casi siempre.
Por eso me ha sorprendido muy felizmente la iniciativa de quienes han decidido convertirse en artilleros y emplear a fondo la munición.
La pasividad mayoritaria parte de la idea de que quienes deben hacer la política son los partidos, que disponen de los medios necesarios, y que otra cosa es un esfuerzo inútil. Esto podría ser así en tiempo de normalidad y estabilidad, pero no, desde luego, en tiempos peligrosos como los que vivimos. Hoy es preciso que cada cual se convierta en “artillero” y no cese de disparar esta munición política, no sea que termine siendo necesario disparar otra. Y debe hacerse llegar a amigos y enemigos, procurando que la acción se extienda como una mancha de aceite. Muchos piensan que es inútil enviarla a votantes de izquierda o a separatistas, pero es lo contrario. En su gran mayoría rechazarán el mensaje, pero de momento lo han conocido, y solo eso ya es importante. Y si les llega por diversos canales, tanto mejor.
Un mensaje no es asimilado si no llega de modo insistente, máxime en unos tiempos de infinita proliferación de mensajes contradictorios o irrelevantes, que desconcierta y marea a la gente.
Ante nuestras narices, unos puñados de déspotas corruptos, de “doctores”, tiorras y golpistas están amenazando la integridad nacional, base de toda posible convivencia, construida durante siglos por muchas generaciones con esfuerzo y sangre. Y esas pandillas amenazan la libertad de todos, se proponen multar y encarcelar a quienes no aceptemos sus versiones de la historia, cimentadas en el embuste descarado y la “estupidez canallesca”, que diría Marañón; y fundamento de sus políticas actuales. Es preciso que sean ellos, los tiranos, quienes en todo caso vayan a la cárcel.
En frase de Julián Marías, “no debíamos pensar tanto en lo que va a pasar, sino en lo que podemos hacer”. Que es mucho, si nos lo proponemos. Y en esta importantísima campaña electoral cada uno debe hacer cuanto esté en su manos. “España espera que cada cual cumpla su deber”, diríamos, imitando otra frase célebre. Con su infame profanación, el Doctor, la marimacho perturbada, y los separatistas, han declarado la guerra a quienes defendemos la nación y la libertad. Y es preciso replicarles en el terreno en que hoy se plantea el desafío, porque a todos nos concierne. En estas semanas la artillería debe tronar sin cesar un minuto.
Samizdat: copia y distribución clandestina de literatura prohibida por los gobiernos comunistas. La gente copiaba, a mano, documentos prohibidos y los pasaban de uno a otro. Así se lograba sortear la fortísima censura. Cuando, finalmente, la GC confiscó la documentación relacionada con el golpe de estado separata del 1-O, los cuparras colgaron la propaganda, papeletas de votación, etc., en la red para que los sediciosos las descargaran y distribuyeran. Cada vez que la GC trancaba una de estas webs, los cuparras abrían otras, por lo que frenarlos era casi imposible. La cartelería estaba muy bien diseñada. En B/N, nada de… Leer más »
Estimado D. Pio Moa: Yo soy una de esos artilleros. He enviado su carta a bastantes amigos, familiares y contrarios. Llevo una semana en guerra dialéctica e ideológica con un hijo mío que está trabajando en Una Universidad de EEUU. Le echo mucho de menos al tenerle tan lejos, pero hablamos todos los días por Whatsap. Como él es de Izquierdas rematado y yo de Franco de toda la vida, no vea usted los rifirrafes que nos traemos, pues se cierra en banda a conocer la verdad. Aunque en la familia siempre hemos respetado el pacto de “Olvidar y perdonar… Leer más »
Dígale a su hijo, María Jesús,…que esa enfermedad que padece, sólo se cura leyendo y reflexionando.
Que lea la ingente obra historiográfíca de D. Pío Moa,o a Stanley Payne,Ricardo de la Cierva o tambiėn los hermanos Salas Larrazabal.
Si aún así no se cura,entonces no tendrá remedio posible hasta que estemos en otra contienda y, entonces, ya será demasiado tarde para la terapia.
Muchas gracias por sus consejos, S. Apapurcio. Ya le envié las dos primeras referencias que usted cita. ¿Sabe lo que ha hecho?; Cerrarse en banda como un fanático intolerante y decirme que no piensa escuchar nada porque toda la información que yo le mando es tendenciosa y adoctrinante. Es como si una secta le hubiese lavado el cerebro y le hubiese prohibido informarse a través de otras fuentes que no defiendan los postulados de la secta. De todas formas, no pienso tirar la toalla y pido ayuda a Dios para poder romper este descomunal lavado de cerebro que se le… Leer más »
Yo me he manifestado al respecto en mi centro de trabajo, y le puedo asegurar a don Pío que defendiendo a Franco y condenando el LGTBI te conviertes automáticamente en le rarito de la clase, y en el sapo a evitar. Si todo se limita a una anécdota en un bar, y a moverse habitualmente en un entorno favorable, estar a la contra debe de ser muy gratificante, pero en el mundo real es más duro. En fin, un poco como lo que advertía Jesucristo a los que encomendaba divulgar su mensaje.