El día que Adolfo Suárez acudió al rescate de “La cabina”
Luis Ángel de la Viuda.- Arthur Conte, francés meridional que se expresaba de manera fluida en catalán, fue un carismático Presidente Director General de la entonces emblemática Office de Radiodiffusion-Télévision Française (ORTF). Responsable del organismo televisual escasamente dos años, marcó una pauta que también influyó en las entonces vacilantes televisiones europeas. Conte precisó de modo magistral lo que era para él la televisión: «Una reunión de saltimbanquis y burócratas». El mundo ha dado muchas vueltas pero la explicitación de Conte sigue siendo lejanamente válida, aunque fuertemente capitidisminuida por gobiernos y conglomerados empresariales transfronterizos.
El 30 de marzo de 1970 tomé posesión del puesto de Director Adjunto de TVE para sustituir a Juan José Rosón. Mi nombramiento correspondió al entonces Director General de la indefinida Radio Televisión Española, el futuro Presidente del Gobierno de España, Adolfo Suárez. Un día antes, y siendo responsable la Segunda Cadena de TVE, se emitió, todavía en blanco y negro, el primer programa «Estudio Abierto», presentado por José María Íñigo, creado y dirigido por el escritor y cineasta judeo-argentino Solly Wolodarsky y realizado por el francés Pierre Baldié. Los guionista del espacio eran -ni más ni menos- los periodistas Jesús Picatoste, Julián García Candau y Manu Leguineche.
La idea de Solly y las posibilidades de Íñigo (saltimbanqui), desgraciadamente desaparecido, encontraron acogida favorable en el fundador y primer director de la ahora conocida como La 2,Salvador Pons Muñoz, a quien, desarticulando un tanto el entonces organigrama de la Casa, el ministro Manuel Fraga le encomendó diseñar y dirigir ese canal, con la intención de equilibrar la programación mayoritaria de La Primera con otra opción de espacios culturales para un público minoritario. Pons (Oliva, Valencia, 1927-Valencia, 2009), al que unos meses después nombré Director de Programación con jurisdicción en las dos cadenas, pertenecía al Cuerpo de Técnicos de Información y Turismo, en el que ingresó por oposición, tras una brillante licenciatura en Derecho con premio extraordinario en la entonces Universidad Central de Madrid. Se distinguía, además de por su formación jurídica y humanista, por su sensibilidad para generar ideas y, sobre todo, para detectar las posibilidades visuales de los proyectos que llegaban a su mesa. (En otras palabras, un burócrata).
Con Pons al timón de la nave de la entonces única televisión en España, dependiendo directamente del Gobierno de la nación a través del Ministerio de Información y Turismo, se puso en antena «Un, dos tres…, responda otra vez», programa-concurso creado por Narciso Ibáñez Serrador que se emitió durante diez temporadas. Realizado en directo y emitido en blanco y negro, desde el primer momento, la idea de Chicho, basada en un concurso que él mismo había realizado en Argentina «Un, dos… Nescafé» y con el añadido de otro concurso que Kiko Ledgard presentó en Perú llamado «Haga negocio con Kiko», constituyó un éxito; con la gran novedad que sorprendió a los espectadores al contar con la presencia de un personaje negativo y en contra de los concursantes, Don Cicuta, interpretado por Valentín Tornos, que se alegraba cuando se llevaban un mal premio y sufría un disgusto si ganaban. Desde 1978 a 2004 fueron relevando como presentadores después de Ledgard: Mayra Gómez Kemp (1982 1988), Jordi Estadella (1991-1993), Miriam Díaz-Aroca (1991-1993), José María Bachs (1993 1994) y Luis Larrodera.
La fecundidad creativa de Pons y de su equipo, Miguel Ángel Toledano, Marino Peña y en la producción Feliciano Lorenzo Gelices, José María Otero, Fernando Labrada y Antonio del Olmo, todos ellos igualmente burócratas, activaron la creación de espacios como «Juan Soldado», telefilm español de 1973, protagonizado y dirigido por Fernando Fernán Gómez, basado en una novela de Fernán Caballero, inspirada a su vez por el cuento «Juan sin miedo» con guión de Lola Salvador Maldonado. Y como «Los ríos», serie documental con guión de Eduardo Delgado, sobre «Viaje de los ríos de España» y textos de Pedro de Lorenzo, y realización de Antonio Castro Bobillo, Pascual Cervera, Mario Gómez y Arturo Ruiz del Castillo.
El difícil regreso de «Los payasos de la tele»
Especial singladura supuso la repatriación española de la compañía de payasos formada especialmente por Gaby (Gabriel Aragón, 1920-1995), Fofó (Alfonso Aragón, 1923-1976) y Miliki (Emilio Aragón Bermúdez, 1929-2012), a los que con posterioridad y sucesivamente se unirían Fofito (Alfonso Aragón hijo, 1949, hijo de Fofó), Milikito (Emilio Aragón hijo, 1959, hijo de Miliki) y por último Rody (Rodolfo Aragón, 1958, hijo también de Fofó). Todos saltimbanquis. Gaby, Fofó y Miliki, herederos de una tradición familiar de payasos españoles nacidos en Madrid, salieron de España a finales de la Guerra Civil y no fue ni sencilla ni corta la tarea que nos impusimos para su regreso pues, para muchos, entre los que se contaban dirigentes de la televisión, la familia Aragón tenía un claro tufo republicano.
En el campo de los programas dramáticos, dolorosamente actualizada por el fallecimiento de Antonio Mercero, la peripecia de «Crónicas de un Pueblo» fue un trabajo de positiva plasmación de una idea que, al comienzo de los setenta, el Almirante Carrero Blanco encargó personalmente a Adolfo Suárez. Era un ambicioso proyecto: confeccionar un programa seriado de ficción, para emitir en horario principal, en «prime time», que tratase de divulgar las Leyes Fundamentales, Fuero del Trabajo y Principios del Movimiento Nacional. Con guiones de varios escritores, pero fundamentalmente de Juan Farias y de Juan Alarcón Benito. Antonio Mercero estableció un estudio en un pueblo cercano a Madrid, en Santorcaz, y filmó toda la serie, que se hizo en cine. El éxito de la misma radicó en la pericia cinematográfica de Mercero, en el equilibrio de los guionistas y en el casting con unos actores que llegaron a identificarse con sus obligaciones municipales o sus diversos oficios. En un momento, a Mercero le ayudaron otros grandes realizadores cinematográficos, especialmente mi amigo y paisano Antonio Giménez Rico.
Los primeros pasos de «La cabina»
El espacio televisivo que más ha significado en la carrera de Mercero fue «La cabina». Era un angustioso a la vez que fascinante telefilme: un absorbente texto del propio Mercero y de José Luis Garci sobre un relato corto de Juan José Plans (estrictos saltimbanquis) y protagonizado por José Luis Lopez Vázquez. Con aquel guión, el espectador sentía la parálisis que padecía la sociedad de entonces ante la opresión representada por aquella cárcel en forma de cabina telefónica.
La elaboración cinematográfica del espacio se hizo bordeando siempre la disciplina reglamentaria de la Casa, que culminó con una admonición, ruidosa, pero cómplice, de Adolfo Suárez, quien al visionar la copia definitiva nos insultó cariñosamente y colaboró con autoridad y pericia para enviar el programa a varios concursos internacionales, donde obtuvo el muy valioso premio Emmy Internacional de Ficción de 1972 al mejor telefilme producido fuera de Estados Unidos, otorgado por los profesionales de la industria norteamericana de la televisión, lo cual abrió las puerta para emitirlo con normalidad con los consiguiente honores.
Al final se estuvo a punto de perturbar seriamente la vida posterior del programa cuando el entonces delegado del Gobierno en Telefónica, el teniente general Alfonso Pérez Viñeta, entendió que «La cabina» era un ataque directo e intolerable al monopolio telefónico español. Pero menos mal que ahí encontramos la sensibilidad y el entendimiento de su presidente Antonio Barrera de Irimo, que tranquilizó al exasperado general.
(ABC)
«… no fue ni sencilla ni corta la tarea que nos impusimos para su regreso pues, para muchos, entre los que se contaban dirigentes de la televisión, la familia Aragón tenía un claro tufo republicano».
¿Dónde está la gracia? Los republicanos no tenían que haber regresado jamás.
TV2,.. La Dos, fué magnífica apuesta.que nos sentaba tan bien…
Y como el que tuvo retuvo, todavía conserva de aquel pasado un perfume que neutraliza la grosera acidez, el esperpento cotidiano de las programaciones de esas cadenas que desconocen el buen gusto, la cultura, la sensibilidad…
Por eso La Dos sigue sentando bien…
Es verdad.
Es la única cadena de televisión que veo. Y tiene programas culturales, de viajes, etc., QUE SON UNA VERDADERA MARAVILLA.