La dura vida de Ramón, el anciano asesinado por un gitano en Torrejón por una discusión de tráfico
Luchador. Esa es la palabra que definía a Ramón, el anciano de 81 años que perdió la vida, inesperadamente este martes, tras una pelea de tráfico a escasos metros de su casa en Torrejón de Ardoz.
Acababa de salir de la farmacia, situada en la avenida de los Fresnos para adquirir medicación, tras haber sido visitado por su médico en el Centro de Salud situado a escasos metros, en la calle de Zeus. Era mediodía y se dirigía a su casa. Jamás llegó.
Tres minutos después, cuando cruzaba por un paso de peatones, a la altura del número 18, se cruzó en su camino con José María Pardo Suárez, un conductor novel de etnia gitana, que iba demasiado rápido, según reconoció él mismo ante el juez y vieron los testigos.
Estos precisaron que el chico tuvo que invadir el carril contrario para no arrollarle, mientras que el anciano se paró para no ser alcanzado por el vehículo. Le reprochó su actitud y le dijo que fuese más despacio. Se apoyaba en un bastón ya que acababa de superar un ictus que le dejó paralizado el lado izquierdo del cuerpo y se había caído en varias ocasiones, según explicó el día después de la tragedia su hijo mayor, al que puso su nombre.
El joven, de 18 años, que conducía un Citroën C3 de color azul metalizado e iba acompañado por una mujer, paró de inmediato en la rotonda situada junto a la botica. El piloto se dirigió al octogenario y de un puñetazo en el rostro, le hizo caer de espaldas. El fuerte golpe que se dio Ramón en la cabeza provocó su fallecimiento.
«¡Vámonos, que bastantes problemas tenemos ya!», le dijo la chica que le acompañaba en vista de que él estaba «muy gallito» y la gente se arremolinaba en torno al anciano, pensando que le habían atropellado. Pardo Suárez se había encarado ya con un hombre que recriminó su conducta, precisaron los testigos.
La gente del barrio de Los Fresnos se quedó consternada al saber la verdad. «¡Pobre Ramón, era muy buena persona. Llevaba viviendo aquí mucho tiempo. Yo le conozco de toda la vida. Cuidaba a su mujer, enferma de alzheimer, y eso que caminaba muy despacito después de todo lo que le había dado!».
«Cuando mi madre tiene momentos de lucidez pregunta por mi padre y no sabemos qué decir»Su rutina diaria era salir cada día a hacer los recados ya que no podía llevar mucho peso al tener que llevar un bastón. «Compraba el pan, la fruta, el periódico…», ese que quedó olvidado en mitad de la calzada junto a su garrota una vez que levantaron su cadáver para trasladarlo hasta el Instituto Anatómico Forense de Torrejón.
Sus tres hijos acudieron al lugar de los hechos. Estaban destrozados. No podían dar crédito a lo ocurrido. A que su padre perdiera la vida de una forma tan absurda e inesperada después de haber sufrido varios achaques. A día de hoy, aún siguen en «shock». Su viuda, aquejada de alzheimer en grado tres, según relató su hijo en una entrevista el programa de «Herrera en COPE», seguro que echa en falta su cariño y apoyo, aunque a veces no le reconociera.
«Siento rabia. No sé qué espero… Mi madre, cuando tiene momentos de lucidez pregunta por mi padre y no sabemos qué hacer ni qué decir…», concluyó Ramón.
«Xulo hasta la muerte»
Mientras, Enrique Pardo, el padre del joven acusado de homicidio doloso por el juez encargado del caso, dio una versión diametralmente opuesta, en la línea de lo manifestado por su hijo ante el magistrado. «Murió de un infarto. José María no es agresivo ni conflictivo. Quiero que salga a la luz la verdad», indicó en declaraciones a «Herrera en COPE».
Reconoció que su hijo «iba fuerte» y que se paró en el paso de cebra para dejar pasar a Ramón. Y que fue el anciano el que dio bastonazos al capó. «Mi hijo le pidió amablemente en varias ocasiones que se apartara», repitió. Y concluyó diciendo que el octogenario dijo: «¡Ah, gitano tenías que ser!». Una etnia que ningún medio había citado, a pesar de saberlo. En cuanto a la denegación del deber de socorro, subrayó que no la hubo: «Le estaba atendiendo ya el Summa».
El presunto homicida, que cumplirá el próximo mes 19 años, que ante los testigos a modo de excusa mintió y dijo: «Tengo prisa porque se ha muerto mi padre». Además, negó ante el juez haberle dado un puñetazo a Ramón. «Le empujé porque dio garrotazos en el coche y me los iba a dar a mí, pero no le di ningún puñetazo», recalcó.
En cuanto a la mujer que le acompañaba, el acusado se negó a revelar su nombre, se sospecha que para protegerla. Alegó que «era prostituta», un extremo que se contradice con el comportamiento de ambos y las palabras que le dijo la mujer. «¡Vámonos, que bastantes problemas tenemos ya!». En su perfil de Facebook figura una frase que define su actitud el día de autos, según los testigos: «Xulo hasta la muerte».
Fuente: ABC
Lo único que se puede hacer para aprovechar a este subser es sacarle algunos órganos para trasplantes. Que aún es joven y no sa habrá drogado hasta el punto de destrozar sus órganos.
Escuché las declaraciones del padre a Herrera, en la COPE. Increíble! sólo con escucharle te dabas cuenta de la cantidad de mentiras que contaba. Estos con Franco, cuando veían a la Guardia Civil se cagaban, ahora se ríen de ellos y me dá que hasta del juez. Si no condena a este tipejo, ya si que no hay justicia y habrá que obrar por nuestra cuenta.
Este gitano cabrón es escoria protegida por nuestros gobiernos masones. Si tuviéramis un gobierno nacional español, estas cosas ni pasarían.
No voy a decir lo que se merece este criminal gitano, porque si lo digo me llevan al tribunal masón de Estrasburgo.
“Chulo” hasta la pena de muerte…y entonces se cagaría patas abajo y dejaría de ser “chulo” , que anda que no los conozco yo. Todos iguales.
¡¡¡A la cárcel, asesino!!!
Esto es una prueba más de la agresividad y la impunidad de la que goza toda esta ralea de chulos, macarras y matones que campan por sus respetos.
Todo hampón quiere ser alguien e inaugurar semanalmente su cementerio particular
Y nosotros, los que respetamos las leyes y el orden establecido, como el caso de Ramón, gracias a la MIERDA DE DEMOCRACIA, DE JUSTICIA, Y DE GOBIERNO que tenemos, nos encontramos a merced de cualquier “mascachapas” que quiera indultarnos o quitarnos la vida.
El cuento de siempre recurrir al racismo para justificar lo injustificable, en otro tiempo ese asesino no se hubiera atrevido ni a levantar la mano pero vivimos en un tiempo donde la victima la hacen culpable y al agresor lo ponen de victima, ¿ahora por qué no se aplica con ese sujeto la ley gitana de ojo por ojo diente por diente?
Qué pena de garrote vil para el niñato. Y el padre, qué bien se tiene aprendida la lección de lo que hay que hacer, acusar de racista a la víctima…pero qué gentuza.
La propia palabra “payo” es un insulto racista: significa “ignorante y rudo”. Así nos llaman los gitanos a los no-gitanos.
Y porqué no se pone que era un gitano. No están tan orgullosos de serlo? Y lo del padre es de traca, justo lo que los califica: chulos, mentirosos y gandules
Los cánceres debiera extirparse de la sociedad. De cuajo.
Descansa en paz, Ramón. Tenías cara de santo varón, no como el chulo embustero que se cruzó en tu camino. No sabemos si tu asesino pagará en esta vida lo que ha hecho, pero sin duda lo pagará en la otra.