Tres de cada diez jóvenes dicen querer más a su smartphone que a sus padres
La dependencia por la tecnología sigue aumentando entre los jóvenes donde más de un tercio antepone su smartphone a sus propios amigos. Además, uno de cada tres lo valora igual o más que sus padres y un 20% lo quiere más que a su pareja.
Así se desprende del estudio realizado por las universidades de Würzburg y Nottingham Trent. En la encuesta se pedía a los participantes ordenar personas y objetos según el orden de preferencia e importancia.
El 37,4% de los encuestados pone su teléfono en el mismo nivel que a sus amigos íntimos o por encima de ellos. Casi el 30% lo antepone a sus padres y dos de cada diez lo prefiere antes que a su pareja.
“Nuestros teléfonos son una parte importante de nuestras vidas, y este estudio aporta pruebas psicológicas sobre ello. Nuestra conexión con estos ‘amigos digitales’ refleja que depositamos un increíble grado de confianza en un objeto inanimado. Tanto es así, que consideramos que es un elemento incluso más cercano e importante que muchas otras personas de nuestro entorno”, explica la psicóloga de la Universidad de Würzburg, Astrid Carolus, que dirigió el estudio.
Amigos y familia, próximos
En el experimento realizado por ambas universidades pedían a los encuestados colocar a las personas y objetos más importantes en sus vidas sobre un tablero de ajedrez. La mayoría de los encuestados comparte su número PIN sin preocuparse por la privacidad
Mientras que la familia, los amigos y mascotas en general se situaban más cerca del participante que su ‘smartphone’; otras personas como compañeros de trabajo o de clase pasan a un segundo plano, colocándose los ‘amigos virtuales’ por encima de ellos.
Sin embargo, la privacidad y la seguridad sigue siendo el principal problema para los más jóvenes. El 93% de los encuestados accedió a dar su número PIN cuando se les pidió por parte de los investigadores.
Solución: No se le compra el móvil y punto.
Los jóvenes, en especial las chicas, son auténticos yonkis del smartphone. Yonkis, con todas las letras, dependientes al extremo y con síndrome de abstinencia.
El cáncer mundialista avanza.Los valores humanos cristianos, defensa natural de la civilización, se desmoronan. El organismo terminará por colapsar inevitablemente si antes no se aplica la única cura conocida contra la estupidez: La tranca.