España en decadencia
En noviembre de 1700, recién fallecido Carlos II, llamado el hechizado, Don Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga, Grande de España y VIII duque de Escalona, en una carta dirigida a Luis XIV de Francia, solicitándole la aceptación de su nieto Felipe V, como rey de España, decía lo siguiente:
“El actual estado del gobierno es el más lastimoso del mundo, porque el débil gobierno de los últimos reyes y la baja adulación de servidores y ministros, han producido un horrible desorden en los asuntos. La justicia abandonada, la policía descuidada, los recursos agotados, los fondos vendidos, la religión disfrazada, la nobleza confundida, el pueblo oprimido, las fuerzas enervadas y el amor y el respeto al soberano, perdidos.”.
Así estaban las cosas en aquella época ¡Casi nada! Aunque en España o la Monarquía Hispánica, como también era conocida, era todavía una muy potente nación, que seguía dominando unos extensos territorios en Europa y América, el futuro se preveía negativo.
Trasladando el ambiente de hace más de trescientos años a la realidad de hoy en día, y comparando la carta arriba citada con la actualidad, resulta que:
El actual estado del reino sigue siendo lastimoso, quizás no del mundo ni siquiera de Europa, pero sí uno de los peores.
¿Qué decir de la debilidad de nuestros gobiernos ante los verdaderos problemas existentes desde la transición? Ni uno sólo aprueba, y ya ha habido seis presidentes.
La baja adulación (alabanza, en aquellos tiempos), de servidores y ministros. Pocos ministros y gente principal – como se decía en aquella época a los que ocupaban cargos importantes en el gobierno – se salvan. Los que no fracasan en algo, naufragan en otra, independiente del signo político al que pertenezcan o hubieran pertenecido. Pocos ponen verdadero interés en sus gestiones, eso sí, hablan mucho, pero no creo que la historia los recuerde por su buen hacer, quizá es que no haya habido ninguno que mereciera la pena, y si lo ha habido, alguien se ha ocupado de ocultar sus éxitos, porque seguramente su máximo dirigente es o ha sido un inútil. La historia se repite.
Desorden en los asuntos. En este aspecto, la lista de desarreglos puede llegar a ser interminable, no hay más que echarle un vistazo a cualquier periódico. Demasiados políticos, cargos, sociedades y ministrillos de tercera categoría. Nadie está contento.
La justicia abandonada. Es para echarse a llorar. Todos nos quejamos de su lentitud y parcialidad, sólo por comentar algunas sus características – ¡Basta ya de ladrones en la política y de los que quieran enriquecerse con ella, que se vayan a otro lado! – decía claramente un periódico no hace mucho. Y no hay ninguno que no lo diga de una manera u otra.
Los recursos agotados. No hay más que ver la Deuda Pública que tiene el Estado que está llegando a límites insostenibles. Y se sigue endeudando.
Los fondos vendidos. ¡Cuánto interés hay en recaudar impuestos, todos en cuantía totalmente exponencial! Eso indica que poco tiene el Estado para respaldar sus importaciones y las de sus Organismos, si el lector no lo cree, lo puede comprobar en la Balanza de Pagos.
¿Y la religión disfrazada? Se ve claramente que la hipocresía sobresale, cual calle en la que todo el mundo pasea a diario, – como decía Quevedo – porque hay multitud de sepulcros blanqueados que llevan sotana y si no la llevan, predican en muchos casos lo que ellos no hacen, en contra de naturaleza lógica de las cosas.
El pueblo oprimido. Sería innumerable citar aquí la cantidad de prohibiciones a las que nos vemos en la obligación de cumplir. Por citar algunas: las de Tráfico, las que dicen que van en contra de la salud y multitud de impuestos. La capacidad de sacarse de la manga impuestos es inimaginable.
Las fuerzas enervadas o ablandadas. No hay una verdadera autoridad que busque, encuentre y controle el desarrollo normal de España. Constituimos un país débil.
Con respecto al respeto al soberano, el tiempo, que nunca se equivoca, lo dirá.
Pero que nadie se extrañe, la situación española nos la hemos ganado a pulso, año tras año, siglo tras siglo. No hay más que revisar nuestra historia, para comprobar que hemos ido cuesta abajo desde tiempos de Carlos V, o por lo menos de Felipe II. El interesado en la historia no tiene más que comprobar el camino torcido que ha tomado nuestra patria, repitiendo los mismos errores una y otra vez, sin solución de continuidad. Ahora nos quejamos, con razón, que no hay decencia y cada vez es más raro encontrar personas y organismos honrados en política, ¿pero es que en tiempos del tercero y cuarto Felipe no los había también? ¿Y en tiempos de Carlos II? y no digamos cuando entraron en danza los borbones ¿Y en las colonias americanas, que se perdieron para siempre, por la incompetencia de nuestros gobernantes y reyes?
En aquella época había la misma corrupción que la de ahora, exactamente la misma y una desidia semejante a la existente en la actualidad. En la triste carta que Escalona envió al rey Sol, hablaba de la “justicia abandonada”, pues la realidad que en aquellos tiempos, bastantes cargos públicos se podían comprar como si de un kilo de arroz se tratara, y no sólo eso, sino que había un mercado de “cargos futuribles”, como si fuera un mercado de futuros de divisas, como el actual ¡Era el colmo! Había que pagar, en la mayoría de los casos, para ocupar un cargo público antes que cesara o falleciese el que ocupaba el sillón y además a todos los niveles, gobernadores, alcaldes, jueces, alguaciles (policías), etc. y encima había cola.
Parece que con el advenimiento de Felipe VI, las cosas no han mejorado gran cosa (de momento), debe ser cosa de la rama y sus gobernantes, porque el título que se puede añadir a este artículo es ABURRIMIENTO ¿Por qué?
Aburrimiento, porque no hay día en que en cualquier medio de comunicación social no se hable de corrupción, mordidas y untajes. No hay otras noticias, porque no existe ni corrillo, ni tertulia en que no se hable siempre de lo mismo. Por lo visto no existen otras noticias.
Aburrimiento, porque parece que no hay otro interés que no sea decirnos la existencia o hallazgo de una nueva red, cual arañas, de robos y extorsiones, en una determinada persona, en éste o en aquel partido u organismo.
Aburrimiento, porque las incontables trapacerías, de los que parecían honrados, se multiplican como si de una epidemia se tratara.
Aburrimiento, porque los españoles estamos hartos de oir la frase “Es deslealtad institucional” cuando personas, partidos e instituciones se acusan los unos a los otros, salpicando su mierda, como si de un ventilador se tratara.
Aburrimiento, cuando oímos a un presidente de gobierno y a sus adláteres decir una y otra vez “La justicia está actuando, dejémosla trabajar”.
Aburrimiento, cuando la inmensa mayoría se pregunta todos los días ¿Pero cuando va a actuar verdaderamente la justicia? Y todos esperamos que actúe, pero ¿en qué año? ¿en qué siglo? Y nadie responde. Nadie. Porque como todo siga así, vamos a estar criando amapolas cuando se decida actuar, si es que alguna vez se hace.
Aburrimiento y paciencia, esperando el santo advenimiento, de que las cosas se arreglen, o existan visos de que tal cosa ocurra, como si de un nuevo mesías estuviéramos hablando.
Aburrimiento, de no saber que explicarles ya a nuestros hijos, la razón de que tengamos una clase política tan ladrona y que no haya NADIE que lo remedie. Dan ganas de decirles al paso que vamos, que tendremos que construir cárceles en vez de colegios y hospitales, lo malo es que por muchas cárceles que haya, nunca se llenarían, aunque aspirantes a ocuparlas no faltan, para desgracia nuestra ¡Qué vergüenza!
Aburrimiento, porque nuestra justicia da asco.
Y estas ideas son sólo relativas a la justicia, porque si comentáramos otras cosas, de las que hay mucho que decir, este artículo no acabaría nunca.
“Vigila tus pensamientos que se convertirán en palabras, vigila tus palabras que se convertirán en actos, vigila tus actos que se convertirán en hábitos, vigila tus hábitos que se convertirán en tu carácter y vigila tu carácter que se convertirá en tu destino”. Por lo visto, Margaret Thatcher, autora de esta cita, parecía que estaba pensando en la forma de ser de los españoles. Yo lo relacionaría con la honradez de las personas. A buen entededor, pocas palabras bastan.
Honradamente, y salvando las distancias en el tiempo, pocas diferencias existen entre aquellos años y los actuales. España realmente está en decadencia.
España realmente está en decadencia.
No. Está muerta. Sólo un cataclismo puede abrir una puerta y ahora por ahora no se va a dar.
Quien crea que España será grande como en siglos pasados es simplemente tonto. Incluso como los idiotas de la derecha que sólo saben abrir la boca y decir Franco, (y en verdad no tienen ni idea de nada de ese tema) levantar un puño y hacer el pena y el ridículo. No se enteran de nada.
Esto está ya visto para sentencia.
Sólo hace falta ver el ridículo que hace el memo de Rajoy-podredumbre tramposa, comparado con lo de Escocia-limpio, para ver que España está en decadencia.
la perdida inexorable de territorios y la tozudez de hacer de España una nación etnocidando culturas por doquier, imponiendo leyes sin consenso social con jueces y magistrados al servicio de la casta, bancos y constructoras compinchaos con el gobierno, sindicalistas con targetas opacas, una pésima gestión de los recursos y una ineficaz lucha por los valores ecológicos, financiando ganaderias, AVEs a ninguna parte, autopistas sin coches rescatadas, una farsa que llamamos España y que no es más que un Estado que carcome las naciones históricas como la catalana
indepnedéncia ya!!!
http://es.helpcatalonia.cat/2013/08/el-complejo-militar-industrial-espanol.html
Tir al cap YA!!!