Fernando Sempere.- Crecen los nervios y cunde el desánimo en el grupo popular de Elche ante la inoperancia de la alcaldesa, Mercedes Alonso, a la que consideran amortizada y un mal reclamo electoral, después de una legislatura perdida.

La proximidad de las elecciones, y la evidencia de que afrontan una derrota electoral, está incrementando el malestar dentro del grupo de concejales, muchos de los cuales temen por su puesto. “Todos se llevan mal”, señala una fuente conocedora de los intríngulis del grupo, “sólo están unidos por el poder, pero cuando pierdan las elecciones van a estallar todas las contradicciones”.

Por de pronto, una de las concejales, Cristina Martínez pasó al grupo mixto tras denunciar la mala situación de la sanidad en Elche. La mayoría de los concejales se dedican a sestear desencantados, mostrando su malestar en privado por lo que califican de “gestión personalista” de Mercedes Alonso a la que tildan de “manifiestamente incapaz” y “con tendencia a la histeria, incapaz de hacer equipo e incluso de pretenderlo”.

Peor aún están las cosas en el partido, pues éste ha carecido por completo de vida interna a lo largo de toda la legislatura: no ha habido reuniones, ni comisiones, ni en ningún momento se ha preguntado la opinión a los militantes. “Mercedes Alonso y su marido, José Antonio Peral se han tomado el partido como su cortijo, como una simple marca, como una franquicia, para su interés personal”. Cuando el PP pierda el poder, dicen fuentes solventes, “va a haber más divisiones y enfrentamientos que en la época de Manuel Ortuño”, en la que las asambleas partidarias terminaban en medio de la trifulca tabernaria.

Se trata de una legislatura perdida para la ciudad de las palmeras, que sólo podrá ser recordada por la terrible Nit de l’Albà, en la que murió el pirotécnico Albarranch, tras polémicas decisiones de Mercedes Alonso. Lo que se presentó como el proyecto estrella de la legislatura, el derribo del Mercado Central y la construcción de un nuevo edificio, ha quedado en agua de borrajas, sin más realidad que unas catas arqueológicas que han servido para molestar a los ciudadanos y para perjudicar a los placeros.

Mercedes Alonso, en una completa pérdida del sentido de la realidad, parejo a su mediocridad, ha dedicado la legislatura a vender su imagen en los ámbitos regionales y nacionales del partido, pues su objetivo era ser ministra. Para ello, ha hecho viajes semanales a Madrid y en la Comunidad Valenciana se vendió como la única oferta que resistía al descrédito general, por los innumerables casos de corrupción y el fracaso de las obras faraónicas de la nefasta etapa Zaplana. Sin embargo, los resultados de las elecciones europeas mostraron que los sueños de la alcaldesa no eran más que fantasías: el PP fue el partido más votado pero con sólo el 28,35% de los votos, un porcentaje muy lejos de revalidar la alcaldía, y por debajo de muchas localidades de la provincia de Alicante; el PSOE consiguió el 24,55% de los votos, mientras que Podemos, tercera fuerza, irrumpió con el 11,48%, seguido de UPYD con el 9,49%. Ciudadanos obtuvo un meritorio 3,41%, que le daría acceso a concejalía. Opciones localistas de amplio peso, como el Foro de Elche, con Miguel Picher como presidente, azote de la corrupción y denunciador incansable de los desmanes del Ayuntamiento, se presentan como una amenaza para el PP por su capacidad de captar electores descontentos.

La situación es tan delicada que se aventura que “habrá tortas y más que tortas cuando haya que confeccionar la lista electoral”. Crece la convicción de que Mercedes Alonso es un cadáver político.