Dando caña: Estafando a parados (VII)
Por Enrique de Diego.- Aunque mis relaciones con Julio Ariza estaban cortadas por completo, reducidas a esporádicas reconvenciones y a estrictas consignas de censura, consideré de justicia darle una última oportunidad para que retornara a cordura, defendiera a la gente y preparara al Grupo Intereconomía para la entrada de lleno en la crisis. Fui a verle un día de enero de 2009. Traté de ser lo más directo posible para que reaccionara:
– Tu mundo ha muerto, Julio. Ese mundo, relacionado con el PP, en el que tú te has movido bien, ha quebrado. Esas autonomías gobernadas del PP con la que has gestionado publicidad institucional han quebrado y ya no te van a pagar, te van a dar papelitos. Esas cajas de las que has obtenido créditos políticos, los del PP las han depredado y las han quebrado. Es toda la sociedad la que está en peligro por una evolución errónea del modelo político, por la expoliación de las clases medias a manos de una casta parasitaria y la sociedad es inviable si no hay una regeneración del modelo. No te estoy hablando sólo de la empresa, sino de tu familia. Tienes seis hijos y debes moverte.
– ¿Qué crees, en tu opinión, que debo hacer?
– Buscar otras vías de financiación. Recurrir a la sociedad civil, rearmarla.
Julio Ariza se quedó unos instantes pensativo, como cuando las personas van a expresar una máxima o un juez una sentencia:
– Es un diagnóstico muy lúcido, pero no va a pasar tan rápido como dices.
Ya estaba pasando, pero Julio Ariza no quería verlo. Había perdido el sentido de la realidad. Se pudo poner en marcha entonces el Club de Amigos de Interconomía, pero bien, como un grupo de presión regeneradora, y no a la desesperada, como se terminó haciendo tras el verano de 2011. Ariza formaba parte de la casta parasitaria y no la iba a poner en cuestión. Él mismo se había autoconvencido de su buena suerte, en forma de sablazos a las grandes empresas y siempre con la confianza de que el PP lo sostendría y lo respaldaría, con fe ciega, sin base racional, pues Intereconomía no sólo iba hacia una situación de endeudamiento progresivo, además era inviable.
Su sumisión a la casta parasitaria me la había demostrado pocos días antes. El día 2 de enero de 2009, aprovechando que ese día, tras los excesos de la Nochevieja, no suele querer ir nadie a ningún programa, me ofrecía a Xavier Horcajo para participar en Más se perdió en Cuba y conseguí que fuera conmigo Juan José de los Mozos, brillante asesor fiscal, presidente de ASEFIGET, asociación de asesores fiscales y gestores tributarios, que venía destacando por su lucidez a la hora de denunciar los problemas de la economía y de ofrecer soluciones.
Como medio de presión contra el despilfarro, íbamos a proponer que los autónomos y los empresarios pasaran a la “insumisión fiscal” mediante una medida legal como es el aplazamiento de tributos, que se haría de manera masiva, bloqueando a la Agencia Tributaria.
Durante media hora del programa, yo desgranaba la filosofía de la medida y Juan José de los Mozos aportaba la sólida explicación técnica. Era preciso cambiar el curso de una deriva que llevaba al suicidio colectivo, a la indigencia y al hambre, por la insostenibilidad del sistema, con una estructura social inviable. Volver al principio democrático originario tributación-representación, que fue clave en la revolución norteamericana y que está en la base de toda democracia real.
De los Mozos explicaba que, por debajo, de 18.000 euros, la Agencia Tributaria no podía poner recargo alguno, y por encima de esa cifra sólo del 4%, por lo que la petición del aplazamiento de tributos eran una medida no sólo razonable sino incluso beneficiosa. Del tipo de cómo no se nos habría ocurrido antes. La idea prendió con facilidad y la pantalla empezó a arder como yesca con mensajes de gentes que se sumaban a la iniciativa. Xavier Horcajo empezó a ponerse visiblemente nervioso, como si de repente cayera en la cuenta de la relevancia de lo que estaba sucediendo y le desbordara. Cortó pero la piedra ya estaba lanzada sobre el lago y las ondas se expandían. El lunes un Julio Ariza agitadísimo me abordó minutos antes de que empezara mi programa de radio.
– Estás llamando al delito –me espetó.
– No es verdad, Julio.
– Sí, has llamado a la insurrección fiscal.
– Ese es un concepto. Se concreta en pedir el aplazamiento del pago de los impuestos. Eso es legal. Se está haciendo por necesidad y se hará cada vez más.
– Insurrección fiscal es delito.
– No. No es así. Es, si quieres, una fisura legal, pero plenamente dentro del ordenamiento jurídico, de la Ley.
– Te prohíbo terminantemente que vuelvas a mencionar la cuestión –concluyó un Ariza sin argumentos.
Ahí se pudo haber hecho mucho bien, pero Julio no estaba dispuesto. Estaba, por completo, entregado al sistema. Aún así me permitió que le presentara, a cambio, un proyecto de veinticuatro microespacios, de entre 3 y 5 minutos, que se titularían Apuntes para la regeneración, en los que se plantearían las cuestiones de fondo, como la nefasta Ley electoral, el despilfarro, la necesidad de acabar con la cultura de la subvención, los privilegios de los políticos, la imperiosa necesidad de sacar a partidos, sindicatos y patronal de los Presupuestos, la inoperancia del Senado. Sólo llegó a elaborarse uno relativo a los sindicatos, desgranando sus vías de financiación pública y explicando que su actual condición de entidades parafuncionariales, de ministerios, de mafias organizadas de liberados generaba paro. Se emitiría mucho tiempo después, con motivo del 1 de mayo de 2010, en otro Más se perdió en Cuba y sería un éxito de audiencia. El resto no vio la luz porque el director de Intereconomía TV, Marcial Cuquerella practicó esa obstrucción administrativa a la que son tan dados los mediocres.
Esa Intereconomía por la que había apostado como un Grupo nuevo que podía ejercer el periodismo como contrapoder y desde la que se podía hacer pedagogía para promover un clima de regeneración nacional o no había existido nunca, y yo había confundido los deseos con la realidad, o había muerto. Cualquier mensaje regenerador o era marginado o directamente, proscrito. No había una crisis de modelo, sino una crisis política, de partido; no era cuestión de alternativa, sino de alternancia; bastaba, por tanto, con apostar por el ascenso al poder de Mariano Rajoy y del PP. Esto era, estrictamente, engañar a la gente; fomentar una mentalidad hooligan y jugar con la trampa de la esperanza; era, cuanto menos, anteponer los intereses de Intereconomía, tal y como los percibía el político profesional Julio Ariza y utilizar a las gentes que mostraban una adhesión inquebrantable por esa Intereconomía que proclamaba dirigirse a quienes estaban “orgullosos de ser de derechas”.
Era, sobre todo, utilizar a esas personas como rehenes para negociar en su nombre con el PP. Intereconomía habría entrado, de hoz y coz, en el juego de la gran mentira de los medios de comunicación y nada había más falso que el otro lema continuamente emitido por televisión: “cada vez más libre”. Por el contrario, la censura era cada vez más intensa y cada vez eran más amplias las cuestiones sobre las que no se podía tratar. Nunca había estado admitido hacer la más mínima crítica a Esperanza Aguirre, ni a Mariano Rajoy, ni, cuando ya se vio que Alberto Ruiz Gallardón entraría en el futuro Gobierno, al alcalde de Madrid, con el que Ariza se reunió en “El plató” para mejorar las relaciones.
Por lo demás, Ariza, que nunca había respetado ni tenido en cuenta a los accionistas minoritarios, identificaba, a su vez, los intereses de Intereconomía con los suyos propios, o con sus propios errores, con su alocada huida hacia adelante, y los suyos propios con los del PP. Se trataba, pues, de llegar, a trancas y barrancas, a la tierra prometida, que no era otra que el acceso de Rajoy a La Moncloa y el PP proveería. El providencialismo, siempre muy acusado en Ariza, de raíz supuestamente cristiana. se había trocado en otro de perfil laico y partidario. Todas las conversaciones de pasillo, en unas redacciones por lo demás anémicas y letárgicas, a fuerza de opresión autocrática, giraban en torno a si “Rajoy nos tendrá en cuenta” o si “nos necesitara o no” y se especulaba con como podría salvarnos, porque era ciega la fe en Ariza, a pesar de su patente y progresiva incompetencia.
Tal y como indicaba uno de los directivos, “a Ariza le sostendrá el sistema. Siempre lo ha hecho. Ahora anda desconcertado, porque antes daba un sablazo y salvaba un año y ahora sólo salva un mes”. No faltaba quien establecía ensoñaciones de que Intereconomía sustituiría a la Sexta y a Mediapro en las prebendas monclovitas y que se depredaría, de idéntica manera, a RTVE con series y programas sobrevalorados. No eran expectativas muy éticas. La corrupción moral, que había empezado, como siempre, por la cabeza, se había extendido, como una infección, por todo el Grupo. Era notorio, además, que los más relevantes ‘comunicadores’ de Intereconomía, como Antonio Jiménez o Carlos Dávila, hacían méritos compulsivos, y nada estéticos, para ser colocados en el nuevo orden que se atisbaba. La degradación de los espíritus se acompañaba del chapoteo en la más estricta irrealidad.
La auditoría de 2010 presentaba un panorama desolador que hubiera debido hacer saltar todas las alarmas. “Al cierre de 2010 la sociedad presenta un fondo de maniobra negativo –indicaba el informe realizado por GAAG Grupo Editor-. Esta situación es indicativa de que la posibilidad de hacer frente a su deudas a corto plazo dependerá de la obtención de los recursos financieros necesarios para hacer frente a los mismos en un plazo corto de tiempo. Para la auditora, lo más alarmante era la reducción del activo circulante no financiero y el incremento notable del pasivo. De esa manera, la rúbrica de deudores comerciales y otras cuentas a cobrar se quedó en 8,23 millones de euros, desde los 12,31 del año 2009.
Por el contrario, los acreedores comerciales y otras cuentas a pagar se dispararon hasta los 10,42 millones, por los 7,96 de 2009. En suma, podía tener problemas de tesorería y los tuvo desde el inicio de 2011. Las observaciones de Ariza a la auditoría no admiten otro calificativo que simplemente delirantes. El administrador único de la sociedad indicaba en el propio informe que Intereconomía “dispone del apoyo financiero de los socios y de terceros”, añadía que “tiene la certeza de la recuperabilidad de sus cuentas a cobrar” y que podría hacer frente a su compromisos a corto plazo “sin problemas en el próximo y futuros ejercicios”. Era un brindis al sol. Julio Ariza se estaba engañando a sí mismo y se disponía a hacerlo a los demás, en gran escala, en privado y en público. Se hacía trampas, como suele decirse, en el juego favorito de Ramón Pi: el solitario.
Por de pronto, en enero tomó la irreflexiva y estúpida decisión de ceder la gestión de Intereconomía TV a Publiseis, la comercializadora de la Sexta. Se pasaba, de esa forma, del relativismo moral al estrictamente comercial. La empresa vinculada a la Sexta obtenía el 20% de los ingresos facturados a Intereconomía. La relación, que nunca funcionó, terminó por romperse el 1 de junio de 2011. Desde marzo, se dejó de pagar a proveedores. Un caso especialmente llamativo fue que, desde el día 1 de ese mes, no se hicieran frente a los compromisos contractuales con Alfonso Arteseros, una de las referencias más prestigiosas de Intereconomía TV.
Aunque no se puede hablar de hundimiento de La Gaceta, porque el diario nunca levantó el vuelo, y siempre fue un fracaso por la ineptitud supina de Carlos Dávila, se recurrió a Arteseros y se ofrecieron sus celebrados programas de España en la memoria como promoción opcional con el diario los fines de semana. Fue un completo éxito, que desbordó las expectativas e incluso generó un fenómeno de coleccionismo. Aunque, obviamente, Intereconomía cobraba puntualmente, a través de los puntos de venta, lo vendido en esa promoción, sin embargo, no efectuó los pagos a Alfonso Arteseros por su trabajo, ni tampoco a la empresa catalana que elaboraba los soportes. Al margen de tipificaciones legales, que no me corresponden, era un ambiente moral de estricta estafa.
No era el único caso. Las deudas se acumulaban. Para noviembre serían ya de 34 millones de euros, de los cuales 5 millones eran de deuda vencida; es decir, de facturas vencidas a las que no se había hecho frente. Intereconomía –su administrador único, Ariza- se estaba financiando a través de proveedores generando graves problemas a pequeñas empresas, confiadas en la solvencia de Intereconomía. Un aspecto contante y sonante de que el fin justifica los medios. Al tiempo, Intereconomía defendía el pago en tiempo o denunciaba el despilfarro de las administraciones; exclusivamente de las gobernadas por socialistas, por supuesto.
En junio, entre la desesperación y el engaño, el común de los más de ochocientos trabajadores de Intereconomía fue, tan sorprendido como los espectadores, con un auténtico SOS, una moderna botella lanzada a través de Intereconomía TV. Se solicitaban donativos a los espectadores. Fue, va de suyo, una iniciativa personal de Julio Ariza. Ni tan siquiera se explicaba el motivo y tuvo el efecto inmediato de extender el pánico por las mesas y los pasillos de Castellana, 36. Tuvieron que adornar –Xavier Horcajo aportó ideas- en veinticuatro horas la descarnada petición de auxilio mendicante con el objetivo de frenar “a esa gente que intenta silenciarnos”.
Se inventó una inexistente campaña de acoso por parte del Gobierno socialista. Había una intervención parlamentaria de Alfredo Pérez Rubalcaba en la que se refería, despectivamente, “a esas tertulias de extrema derecha a las que asiste usted”, en respuesta a una pregunta del diputado del PP, Ignacio Gil Lázaro. Y, por una directiva europea, se tuvo que cambiar el canal de emisión lo que produjo una caída de audiencia del 25%, pero fue a causa de la nulidad de Marcial Cuquerella que no previó ninguna campaña solvente de información, ni ningún operativo técnico de ayuda. Era todo una mascarada, porque no había operación política, sino las consecuencias previsibles de una pésima y megalómana gestión. Los espectadores reaccionaron con generosidad. Jubilados con escasos recursos enviaban por carta diez o veinte euros o se acercaban hasta la sede para hacer su donativo en mano. Se notaba tanto la ilusión que ponían como el esfuerzo económico que les representaba. Obviamente, tan entrañable y aleccionadora movilización no tenía un efecto empresarialmente significativo y se extendió la especie explicativa de que el Grupo se estaba dotando de un respaldo ciudadano “por si Mariano no nos hace caso”. Algo así como ‘tenemos tantos miles de personas detrás capaces de darnos incluso dinero”.
Como todo había sido improvisado y caótico, y seguramente con más coste en el mercado publicitario que lo recaudado, se trató de dar cobertura a la estampida: un mes después se lanzó el Club de Amigos de Intereconomía, con una cuota de 14 euros al mes, que incluía una tarjeta de socio y la recepción de un disco, un libro y una película en DVD; sobras de las promociones de La Gaceta. La utilización de espectadores, oyentes y lectores como meros rehenes de un proyecto personal político se había llevado hasta el extremo. No era un movimiento de sociedad civil a la americana, como se pretendió insinuar cuando la campaña ya llevaba tiempo en marcha, sino algo mucho más castizo como poner el cazo. Porque esas personas que estaban dispuestas a ayudar a Intereconomía, incluso con notable sacrificio (“no puedo dar más”, “es todo lo que puedo aportar”, eran frases socorridas), no estaban siendo defendidas, sino desarmadas, de la expoliación a la que eran sometidas por la casta parasitaria, de la que el PP formaba parte. En términos morales, era una completa estafa, una exaltación del relativismo con efectos demoledores en todos los frentes.
Cuando se rompen los límites, cuando se generalizan las autoconcesiones de bulas éticas, la proclamación del compromiso cristiano deviene en coarta e hipocresía, y el resultado puede ser letal, incluso escandaloso a la luz de la mínima moral natural. El 9 de febrero de 2012, el digital diarioelaguijon.com publicó una información en la que daba cuenta de una asociación de parados, ADESORG, se sentía estafada por Intereconomía y varios de sus asociados habían remitido una carta a su presidente, Luis Fernández, exigiéndole que se querellara contra el Grupo. Según esa carta, “se nos estafó prometiéndonos que los fondos irían destinados a la asociación, por lo que nos involucramos y participamos más de 70 personas; gastamos mucho dinero de nuestros bolsillos en organizarlo todo, pese a que algunos no tenemos casi ni para comer, y cuando todo el trabajo estaba hecho se nos dijo que no, que ahora el dinero iba para Cáritas. Eso es una estafa porque se utilizó nuestra imagen y nuestro trabajo para beneficio de Intereconomía de cara a su audiencia católica, y para mejorar su imagen de cara a los parados, y a nosotros no sólo no se nos dio lo prometido sino que no se nos dio ni las gracias”.
La secuencia de los hechos se inició el 29 de septiembre de 2010, cuando el presidente de ASEDORG, Luis Fernández participó en un programa de Xavier Horcajo. Tras hablar, fuera de cámara, de tomar alguna iniciativa para recaudar fondos y descartar un partido benéfico, demasiado recurrente y poco eficaz, se terminó por optar por un Telemaratón solidario. Según la información publicada por diarioelaguijon.com, “Xavier Horcajo se comprometió personalmente y con testigos a que la recaudación fuese para la asociación, si bien no se llegó a firmar un contrato, puesto que todos los conocedores del proyecto, comenzando por el presidente de ADESORG, creyeron en su palabra y trabajaron con la ilusión de aliviar la problemática del colectivo”.
El Telemaratón se emitió el 18 de diciembre de 2010, fecha elegida por su cercanía a la Navidad, momento más propicio para la generosidad. “Unos días antes de la emisión, y cuando ya estaba grabada una hora completa de testimonios de miembros de ASEDORG de toda España, Xavier Horcajo convoca a su despacho a Luis Fernández, y allí le comunica, cabizbajo, que la dirección del Grupo ha decidido, en el último momento, que los fondos vayan destinados a Cáritas en lugar de a ello. Pese a eso, el directivo les promete que él hará gestiones para que, al menos, una parte de lo recaudado vaya finalmente a ADESORG y para que puedan reunirse con Cáritas para desarrollar conjuntamente los proyectos, colaborando ambas entidades”. Mera estrategia para ganar tiempo –los parados participaban en el Telemaratón- o estricto engaño, a tenor de los resultados pues ADESORG no verá ni un euro y Cáritas negará la posibilidad de una colaboración conjunta pues cuenta con proyectos propios.
Cáritas no sólo se dedica a los parados, por lo que también se engañó a la audiencia, que fue ciertamente generosa: la cifra oficial de la recaudación, hecha pública por Intereconomía en nota de prensa, fue de 742.024 euros. En la nota, el Grupo se remitía a aportaciones de última hora, “por lo que las fuentes consultadas por nuestro diario cifran en más de 750.000 los euros recaudados”, apunta el diarioelaguijon.com.
De todas formas, conviene retener la cifra oficial de 742.024 euros, porque el 11 de enero de 2011 se escenificó en el programa de El gato al agua la entrega de lo recaudado. El presidente de Cáritas, Rafael del Río, recibió un cheque por 720.000 euros, que enseñó a los teleespectadores. Hay, por tanto, un descuadre de 22.024 euros que se embolsó Intereconomía. A ese montante, habría que añadir los ingresos por las llamadas realizadas con una línea 902 y los sms que llevan un coste adicional. Según el citado digital, “no se sabe con certeza cuantas son las aportaciones realizadas a última hora, por lo que las fuentes señalan que el negocio para Intereconomía podría llegar a superar los 90.000 euros, quedando en entredicho la falta de lucro de la iniciativa por parte de la cadena”.
Dejémoslo, en cualquier caso, en esos 22.024 euros confirmados de descuadre entre lo recaudado y lo entregado. La idea de hacer negocio con los parados, con el sufrimiento de los demás, resulta tan delirante como increíble. Algunas fuentes internas parecen apuntar, sin dar seguridades completas, que ese dinero Intereconomía consideró que podía apropiárselo a tenor de lo gastos extraordinarios realizados con el operativo las conexiones del Telemaratón. No es muy lícito y tampoco es seguro, porque se supone que el medio aporta su soporte y su infraestructura a la iniciativa solidaria y no actúa a porcentaje o con gastos pagos.
Con el conocimiento de las personas, es sencillo de entender los pasos que se fueron dando hasta producir esta situación patética. Xavier Horcajo es persona que quiere sinceramente hacer bien y que tiene un claro sentido de la deontología periodística. Depende, al tiempo, en exceso, en lo afectivo, en lo profesional y en lo económico, de Julio Ariza. Es probablemente la persona en Intereconomía que más sabe de Ariza, aunque quizás el que menos le conoce, porque lo ha considerado siempre su amigo, algo imposible porque el presidente de Intereconomía está incapacitado para la amistad, por su tendencia compulsiva a utilizar a las personas como kleenex. Como me dijo con una lucidez impresionante, Isabel Ugarte, tras la presentación de mi libro Para salvar a España, en el Centro Segoviano: “Julio no tiene amigos, tiene negocios”. Horcajo le ha ayudado a hacer algunos de ellos.
La corrupción moral de Horcajo, una de las más lesivas para Intereconomía como ámbito periodístico, es proyección de la corrupción moral de Ariza. Aunque nunca se ha dado una explicación de la defenestración de Horcajo como director de la televisión y su alejamiento de la intimidad de Ariza, la razón más profunda es que, por algún resorte instintivo, por alguna autodefensa genética de sus ancestros segovianos, no quiso pasar el Rubicón de la degradación que Ariza le exigía. Pudo ser el no aceptar la dirección de La Gaceta porque no creía en ese proyecto o cualquier otro detonante, pero el distanciamiento fue de orden moral y queda meridianamente claro en el relato de los hechos.
Horcajo se entusiasma con la iniciativa. Sin duda, ello le puede reportar relevancia y legitimación, pero actúa con sinceridad. Es Julio Ariza –sólo él puede hacerlo, los demás no pasan de meros peleles- el que rompe el compromiso, desprecia a las personas concretas, a los parados, para ordenar que el dinero sea entregado a Cáritas. Eso genera mala conciencia en el cabizbajo Horcajo, que incapaz de oponerse al abuso, intenta paliar el desastre, tanto en lo periodístico como en lo caritativo. Por eso, intenta un nuevo compromiso aunque debería saber que no iba a poder cumplirlo.
¿Por qué ese cambio? ¿Por qué esa utilización de Cáritas para ningunear a los parados concretos? ¿Por qué emponzoñar a la meritoria Cáritas en una operación en la que se falta a la palabra dada y se utiliza a gente desesperada con la crisis e ilusionada con la oportunidad? No puede pensarse en un gesto más perverso, más contrario a la caridad cristiana, e incluso al mínimo de sentido humanitario, que esta trastocación de lo concreto por la marca, de la persona por el márketing, que perpetra Ariza, a tenor de los datos aportados y no desmentidos. ¿Por qué iban a mentir esos setenta parados que colaboraron al éxito de la iniciativa, implicándose sin reserva mental? ¿Por qué iba a hacerlo Luis Fernández, cuya ilusión era obtener financiación para el teléfono del parado con el que atender a tantos desesperados, a tantas víctimas de la casta parasitaria? La mentira y la doble moral parecían haberse convertido en normas y estilo de Ariza desde hacía mucho tiempo. Le hemos visto enviar a sus pretorianos para defender la corrupción. Le hemos visto pidiendo dinero a unos espectadores a los que no defendía. Sólo nos faltaba verle estafando las esperanzas de un grupo de parados.
Es sencillo de entender. Favorecer a ADESORG, esa asociación desconocida, inédita, no tiene rentabilidad alguna, es caridad en estado puro, es que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu mano derecha. Cáritas es la jerarquía católica. Cáritas es Rafael del Río, pero más allá, es el cardenal Antonio María Rouco. Es la posibilidad de mostrarle a Rouco, a la Conferencia Episcopal, a Cáritas la influencia, la capacidad de convocatoria y el peso de Intereconomía. Horcajo, al fin y al cabo, es un buen profesional, y el telemaratón será un éxito. De hecho, la cifra recaudada no es nada despreciable. A Rafael del Río se le puede enseñar con el cheque en El gato al agua. Pero ¿quién es Luis Fernández? Un parado anónimo; un parado más, como tantos, como cinco millones. No es nadie.
Cáritas es la COPE. No deja de ser significativo que cuando Federico Jiménez Losantos viera en peligro la renovación de su contrato recurriera a Cáritas como coartada y promoviera una campaña de recogida de fondos. Es la misma filosofía relativista que subyace en esta otra estafa moral. Idéntica hipocresía.
Cáritas es poder, en algún sentido. Ese cheque es, de alguna manera, una medición de audiencia destinada a Rouco. Estos son mis poderes, mensaje de Ariza al cardenal, con el que las relaciones están rotas, que no se pueden ver ni en pintura, porque el primero no le perdona que no le entregue la COPE, que no le bendiga como el único y todopoderoso empresario católico de la comunicación, y Rouco porque, gallego, sospecha que Julio Ariza aspira al capelo cardenalicio o a ser, cuanto menos, el presidente en la sombra de la Conferencia Episcopal. Ariza ha llegado a levantarse, ostentosamente, de una reunión presidida por Rouco. Al cardenal, sus colaboradores, cuando le quieren hacer la rosca, cuando desean animarle, le hablan mal de Ariza y de Intereconomía. Las disputas de sacristía se cuentan entre las más enconadas. Ese cheque es un mensaje a Rouco. ¡Ay, lo que podría hacer si me dieras la COPE! ¡Dame la COPE!
Al lado de ese gran juego, ¿qué son Xavier Horcajo –quien ha llegado a publicar un libro avalando la tesis de que la corrupción es conducta exclusiva de los socialistas- y esos anónimos parados? Nada y menos que nada. ¡Oh, el bonus odor Christi!
Del libro “Dando caña” (Editorial Rambla)
Para su adquisición:
¿Y el tal Ariza habla de delito fiscal?, él, que no paga, que falsifica estadísticas, que manipula información, ahora sobre el PP, en el futuro sobre la izquierda con quien acabará acostado. ¿Y qué delito? Aplazar el pago es una opción legal. No tiene idea. Veta ya a la izquierda y cierra tu cadena del PP.
Sería bueno que alguien le comentara a los de Intereconomía que EN INTERNET DEL AYUNTAMIENTO DE MADRID BLOQUEN LA GACETA DIGITAL PERO NO LOS DEMAS PERIODICOS, me refiero al internet municipal para los funcionarios.
intereconomia es una plataforma del pp, para atraer el voto descontento que por supuesto no funciona. Entre otros motivos, porque pregonan unas ideas que ni ellos mismos cumplen con sus empleados, y posiblemente ni sus socios empresarios-funcionarios accionistas tampoco.
Está quebrada y el pp la está manteniendo con anuncios del estado, junto con el esfuerzo del dinero que quitan sus accionistas a sus trabajadores.
Niñata de cataluña lliure , cuando me cruzo contigo por la calle ya que somos del mismo pueblo , me causas pena ; si personajillos como tu , tienen que levantar el ” PAÍS” estamos bien apañados , anda aprovecha el tiempo estudiando en vez de matar las horas en los bares , si quieres te los describo…
Intertirania a muerto, yo he sido engañado por la cordialidad que se trataba de infundir a los oyentes, incluso estube a punto de hacer esa donaciones que tenian una cuenta abierta en caja madrid.
He sido fiel oyente de el programa Afondo y el pais de las maravillas el viernes a las doce de la noche,incluso ohia se reposicion el Domingo, como no tuvieron la minima decencia de informar a los oyentes del cambio (despido) del director, me borre de la inter.
mensaje para foreros
eis que he encontrado un negacionista de la evolución que si no es broma afirma que venimos de creación divina de Adan y Eva y que eso de la evolución es una mentira progre
se hace llamar Anticomunist
https://www.alertadigital.com/2012/12/04/el-cuidador-de-un-zoologico-polaco-lee-cuentos-a-los-monos/
por favor ya basta tengo que parar algún dia de reir
Macho, pues estas en mal sitio para dejar de reir, en todo caso vete a una Web de Goticos que son mas tenebrosos y mas tetricos, pero aqui es que es un carnaval continuo de sandeces.
Bueno si para ti es un orgullo descender de un mono, tal vez asi sea en tu caso.
paso de leerme el articulo porque por experiencia ya se que no aportan nada.
Veo que aun no sabeis que El Mundo mintió como siempre en su famoso artículo… Vamos que se lo inventó todo, como siempre, en lugar de informar con rigor.
En fin, ya cuando os entereis y lo redacteis a vuestra manera, nos echamos unas risas