Los irreconciliables
Una de las demagogias fariseas empleadas por la izquierda (¡y muchos de derecha!) para destruir el carácter del Valle de los Caídos es que debe ser convertido un monumeto de reconciliación y recuerdo de los caídos de ambos bandos, y para ello expulsar de allí los restos de Franco, que “no fue un caído”.
Pero Franco fue quien ideó e hizo construir el grandioso monumento, que lo fue primero a la victoria sobre la revolución y luego a la reconciliación. Pero, ¿qué es la reconciliación? De ninguna manera puede consistir en una fraudulenta equiparación de quienes estuvieron muy cerca de destruir España y convertirla en un régimen a la soviética, con quienes, precisamente, salvaron a la nación y la base cultural cristiana. La reconciliación consiste en que los vencedores ofrecen a los vencidos la anulación penal de las responsabilidades de la guerra y la integración en una labor común de reconstrucción y progreso del país. Las responsabilidades fueron anuladas poco después de la ejecución del chekista Julián Grimau, y ya mucho antes se había integrado en el esfuerzo común la masa de los vencidos, que no querían saber nada de una vuelta a las “delicias” del Frente Popular experimentadas en su carne. Al propio Valle de los Caídos fueron trasladados, con permiso de las familias como norma general, los restos de numerosos caídos del bando contrario.
Por supuesto, siempre hubo irreconciliables, pero bajo el franquismo obtenían (mos) muy escaso eco popular, incluso en la época de mayores privaciones y represión, como demostró el nulo éxito del maquis. Los politicastros izquierdistas y separatistas nunca se reconciliaron, y gracias a la indecente renuncia de la derecha, desde Suárez, a la clarificación histórica e ideológica, han conseguido crear un ambiente artificial de demagogia y una “ley de memoria histórica” totalitaria en su misma concepción, y de carácter pro comunista y pro etarra. Y aún así, todo es un montaje artificial, como la campaña de los años 30 sobre la represión de Asturias, que envenenó al país y que he analizado en El derrumbe de la república.
Al efecto me escribe Jesús Saiz:
Hablas de los “muchos inocentes entre los represaliados de la posguerra ” (más o menos textual). Pienso que ese sí que sería un trabajo encomiable de ‘memoria histórica’ y no dedicarse a elogiar a los asesinos de la brigadas internacionales, los asesinos chequistas o los asesinos del maquis. ¿Se podría hacer algo en este sentido? ¡Sería un contragolpe luminoso a la tergiversación y sectarismos suciatas-comunistas-marxistas!
Se podría partir de las reclamaciones creíbles y publicadas de las familias de los afectados. Es curioso el escaso número de descendientes que reivindican la inocencia de sus parientes en condenas injustas, algunos militares fieles a la república, algunos curas trabucaires desinformados, algún conocido notario…son la excepción. Incluso los descendientes de comisarios políticos, chequistas, brigadistas, maquisards y demás justamente enjuiciados y condenados por delitos de sangre, nunca protestan la bondad e inocencia de sus deudos, claros actos fallidos freudianos, nunca se refieren a un juicio injusto o a revanchas personales, hablan de “juicios sumarísimos” (obviamente, jurisdicción excepcional en tiempos excepcionales como en todos los países) “represión franquista o fascista”, “represión antidemocrática’ o ‘contra los demócratas de la legalidad republicana”, ” justicia sin garantías”…pero, insisto, las palabras inocencia y probidad no las usan.
Sería muy bueno para la “memoria histórica” que los casos de evidente inocencia y condena deleznable por motivos espúreos en la república, guerra civil y postguerra por el bando nacional, salieran a la luz con la correspondiente reivindicación de los atropellados y también, con la condena, siquiera simbólica , de los canallas que hollaron la justicia condenando a seres inocentes.
Ya conocemos algunos sobre los que además se han escrito libros, pero faltaría un trabajo más amplio. Insisto en que un buen punto de partida, quizás el único a estas alturas, sería la propia queja de los afectados recogida espontáneamente o solicitada públicamente( “cuente usted su caso…”, perdón por la pequeña frivolidad) conozco al menos cuatro jóvenes colegas historiadores y juristas que seguro que se unirían con gusto a esta investigación. de los ” mayores ” ya sabemos con quién se puede contar.
Uno de los pocos luchadores antifranquistas (aunque equivocado) en su jueventud que arriesgó su vida por sus ideas en el franquismo.
Los que son antifraquistas desde que murió Franco como Zapatero y demás no se lo perdonan.
Excelente articulo una vez mas Señor Pío, y un placer poder leerle de nuevo mis mas sinceras felicidades
Le felicito Pio es usted un hombre coherente de principio y honesto, al pan pan y al vino vino. La canalla politica deberia tomar ejemplo de sus enseñanzas.