‘Maracanazo’ del Madrid y paliza al Barça (72-91) en la final de Copa de baloncesto
El Barcelona probó la medicina que en los últimos años ha aplicado al Real Madrid y a casi todos sus rivales. Se sintió siempre inferior (lo fue), lo probó todo y no encontró ninguna manera, ninguna esperanza. No tuvo ninguna ventaja en el marcador y no encontró más luz que una reacción rabiosa en el tercer cuarto, un drama extraordinario del que nació un carácter que hasta ahora no le conocíamos a este Real Madrid. De 35-46 a 51-52 en los únicos minutos brillantes de Navarro y Lorbek. Ahí, con la grada rugiendo y la defensa del Barcelona echando humo, apareció un triple de Llull, otro de Mirotic, seis puntos seguidos de Carroll…
El Barcelona remontó el partido y lo volvió a perder casi sin saber cómo. Y ya no volvió. Con Eidson lesionado, Mickeal robótico, y un naufragio absoluto de Huertas, Wallace, Ingles, Rabasedqa… demasiados jugadores. El Barcelona no fue el Barcelona. Ni tuvo su día ni, sobre todo, le dejó serlo el Real Madrid. Lo intentó y da fe la energía eterna de Ndong (19 puntos, 11 rebotes). Pero perdió con una sonoridad estruendosa reflejada en los 91 puntos que encajó. Impropio, en teoría imposible.
Pero no en la práctica. La defensa del Barcelona, la mejor de Europa, fue mantequilla, arcilla en manos de un Real Madrid que fue mejor durante todo el partido. Y antes: Laso aplanó a un Pascual que se perdió en la primera parte en rotaciones que nunca favorecieron a su equipo. El Real Madrid defendió como nunca y encontró siempre formas de anotar. Fue más duro (sorpresa) e igualó la pelea que se disputó por encima del aro (sorpresa aún mayor). Encontró siempre formas de anotar, por calidad o por constancia, por puro talento. De la naturaleza extraña y brutal que enseñó en el Sant Jordi habla que ni ganó el rebote ni pudo correr hasta el último cuarto. Habitualmente sus armas, sustituidas por concentración, energía física, constantes body check y aprovechamiento de cada emparejamiento. Hacer a Navarro más daño del que él te hacía, hacer a Mickeal más daño del que él te hacía, hacer a Lorber más daño del que él te hacía…
Llull, de progresión cuestionada desde los experimientos de Messina, firmó el partido de su vida: 10 puntos en el primer cuarto y dos triples que drenaron psicológicamente al Barcelona sobre la bocina de los cuartos segundo y tercero. 5/7 en total de tres, 23 puntos, 5 asistencias, una lectura inaudita del juego en estático, 25 de valoración y un control absoluto de lo que sucedió en pista. Él demostró que el Real Madrid estaba perfectamente preparado y Carroll que, además, estaba bendecido. El americano dio un recital para el recuerdo en el segundo tiempo, en el que anotó sus 22 puntos, clavos en el ataúd del Barcelona cada vez que éste intentaba levantarse y brochazos de oro en el último cuarto y con el partido ya muerto (56-73 en el minuto 32 y tras ocho puntos seguidos del escolta).
Pero la magnitud y las formas de las victorias no se explican sólo en Llull y Carroll. El partido reivindicó a Suárez como alero integral o a Begic y Pocius como especialistas. El Real Madrid fue un bloque en plena sinfonía, sin rastro de agotamiento físico y sin un ápice de miedo cuando el Barcelona apretó. Lo hizo. Mucho: el segundo cuarto fue una pelea física y sudada, el tercero un hermoso drama en la que cada canasta parecía marcar un cambio de rumbo, cada defensa parecía valer medio título. A todo sobrevivió el Real Madrid, por fin imperial y rotundo, por fin campeón otra vez. Diecinueve años después, con plena justicia y en su mejor partido, y sin duda más importante, de los últimos años. Es rey de la Copa, por fin y otra vez y su futuro tal vez haya comenzado a reescribirse en el Palau Sant Jordi. O esa sensación pareció navegar en los surcos de una final, otra más, para el recuerdo.
El Barça deja celebrar tranquilamente al Madrid el titulo copero porque en los pabellones polideportivos no hay aspesores.
PARTIDAZO,pena de Sergio Rodríguez que sacó la bandera de ESPAÑA cuando el pabellón estaba VACÍO,y del ¿sr.? Llul pidiendo disculpas por cantar en el vestuario QUE VIVA ESPAÑA.HALA MADRID y menos COBARDÍA para enseñar la bandera DE TODOS,pues los independentistas muestran la ¿suya? sin complejos.
DESASTROZO REGAL BARÇA.