Ubrique hasta en la sopa
Casiano López Pacheco.- Zapeaba la pasada noche, aburrido y somnoliento culebreando entre varios canales de TV, buscando algo que pudiese retener mi atención , ya fuese una película medianamente aceptable, un debate sobre algún asunto de interés o un documental en horario trasnochado. En esas andaba, casi al borde del sueño y la desidia, cuando vine a parar sin querer en uno de esos famosos programas de telebasura, que no citaré para no darles publicidad gratuita y que mi salud mental y conciencia me impiden ver, y cuál fue mi sorpresa de que el tema subyacente, ya casi monotemático y persistente, venía a ser, como no, el tratamiento que se daba al pueblo de Ubrique a través de una serie de personajillos- de un marcado carácter friky, sin desmerecer de estos últimos- que se dedicaban a despotricar entre sí con un lenguaje soez y verdulero que giraba en torno de las incidencias, desavenencias, vicios ocultos, braguetazos e infidelidades diversas, arrebatos pasionales, secretos inconfesables, ataques de cuernos o supuestas corrupciones que acontecían en sus glamourosas vidas de estrellas de farándula de tres al cuarto. Detrás, todo un pueblo indignado que asiste como convidado de piedra a este espectáculo de mal gusto, y que poco o nada tiene que ver el submundo de basura y miseria que se presenta al resto del país para divertimento y escarnio público , como si esa fuese la principal faceta de una población de la que antes de que se le viniera encima esta avalancha desproporcionada de detritus por arrobas, era reconocida internacionalmente por otros valores- industria, laboriosidad y buen hacer- que aunque siguen ahí, solapados tras las cortinas de podredumbre y desprestigio con que nos atosigan , tratando de tirar por tierra a un pueblo tan trabajador y tenaz como el ubriqueño, intentan desplazarlo del lugar que nunca debió perder como uno de los puntales preclaros de la provincia gaditana, de Andalucía entera y del propio país al que tanta fama y renombre ha contribuido a darle con las excelencias de sus manufacturas marroquineras.
Hasta tal punto llega el tsunami de porquerías que se está aireando semana a semana, sin importar las nefastas consecuencias que se derivan de la cascada de barbaridades que vomitan por esas boquitas deslenguadas esa tribu que habita el plató, que hasta el mismo Ayuntamiento de Ubrique ha tenido que salir a la palestra emitiendo un comunicado institucional, para reivindicar lo que resulta tan evidente- al menos para las personas sensatas de cabezas bien amuebladas- en el que se manifiesta a las claras que la realidad y la historia de esta famosa población- verdadera perla de la Sierra de Cádiz y de los pueblos blancos- no tiene ninguna relación con la distorsionada e interesada imagen que determinadas cadenas poco escrupulosas, con tal de hacer caja y elevar la audiencia, por lo que serían capaces de prostituir a sus propias madres, están haciendo con el prestigio ganado a pulso de Ubrique, horadándolo sin piedad.
Seamos serios, señores. Ubrique es algo más que estos cuentos chinos con que nos intoxican, por mor de unos personajes convertidos de golpe y porrazo en un fenómeno mediático que con demasiada frecuencia raya la paranoia más demencial, en la que la figura de una persona que alcanzó la fama y que fue un personaje relevante y polémico en su campo, pero que hoy por hoy ya no goza del mismo estatus y que ahora debe su participación y su protagonismo en lo social, sobre todo gracias a las ondas y círculos concéntricos en los que se mueve su esposa y familia y de los encarnizados enfrentamientos que los mantiene en liza constante con la despechada “ princesa del pueblo” en un circo que se repite continuamente sin que parezca tener visos de detenerse, mientras corra la pasta a raudales, convertido ya en un culebrón interminable. Un dinero que se lo llevan calentito una legión de paniaguados y aprovechados a los que se han añadido como guinda del pastel algunos listillos-as que también quieren lo suyo, exprimiendo la teta al máximo.
Pero como decía, Ubrique es mucho más que todas esas infamias. Ubrique es la cuna de la industria marrroquinera, que lucha a destajo contra la competencia china para mantener el nivel de calidad de sus productos sin tacha. Sus gentes son trabajadoras y afables, y trabajan más que una huelga a la japonesa en tiempos tan ruines como estos. Madre de una legión de pintores increibles, que moran a los pies de un hoyo a la sombra de la Cruz de Tajo, lo nuestro es trabajar en silencio y sin alharacas.
No nos merecemos este sambenito de pueblo de chiste con el que quieren crucificarnos. Loa ubriqueños/as de bien no dejaremos que nos robe la cartera esta pandilla de descerebrados que medran entre el fulgor de los focos, con su falso maquillaje.