Sujetadores antitabaco para afrontar la prohibición
Mascar chicles de nicotina, someterse a sesiones de láser, tirar del cigarrillo electrónico o vestir los sujetadores suizos que repelen el olor del tabaco son algunas de las posibilidades a las que podrán agarrarse los fumadores para dejarlo o para compatibilizar su hábito con las nuevas restricciones.
Cuatro años después de que los fumadores se vieran obligados a apagar sus cigarros en la puerta del trabajo, les toca ahora el turno a los locales de ocio.
Se tenga o no la voluntad para dejar de fumar, las restricciones de la nueva ley obligarán a los enganchados a la nicotina a buscar soluciones para convivir con ellas sin perder los nervios.
Los métodos de siempre se han visto complementados por los novedosos a los que contribuyen las nuevas tecnologías. Todos ellos ofertan un mar de posibilidades a las que pueden recurrir los que quieran dejarlo y los que deseen engañar al cerebro cuando no puedan disfrutar del pitillo que les ha acompañado hasta ahora en las sobremesas, en las copas nocturnas o en los cafés de media mañana.
Un grupo suizo de lencería ha ideado una medida cuanto menos llamativa: Un sujetador que desprende un aroma a jazmín o a lavanda que hace que se pasen las ganas de fumar. Hay que llevarlo puesto o bien acercarse mucho a la mujer que lo luzca para embriagarse con su olor.
También como método de distracción, destaca el cigarrillo electrónico. Por alrededor de cincuenta euros, los adictos se pueden llevar a la boca un instrumento, similar al cigarrillo, mediante el que el fumador aspira vapor de agua con aroma de tabaco.
Chicles o parches de nicotina además de a superar la adicción ayudan a engañar al cuerpo en los momentos de mono. El farmacéutico alavés Imanol Monteagudo ha explicado a Efe que la “evidencia científica” señala que estos métodos pueden lograr la deshabituación, cuando dan buen resultado, en un plazo medio de tres meses.
Junto con ellos y también de venta en farmacias, Monteagudo ha apuntado que los fármacos dirigidos a disminuir la ansiedad consiguen asimismo resultados positivos. En su contra, su valor económico y que precisan de receta médica.
Experto entre los expertos Allen Carr y su libro “Es fácil dejar de fumar si sabes como”, del que se han vendido más de 600.000 ejemplares en España. Los métodos con sus aportaciones siguen reuniendo en centros promovidos por él a ciudadanos animados por el “boca a boca”.
Entre las terapias naturales, las reinas son la acupuntura y la homeopatía. Como métodos curiosos también pueden tener efectos positivos la ingesta de productos tan asequibles con el aceite de oliva en ayunas para contrarrestar los efectos de la nicotina o tirar del regaliz de palo como sustituto para calmar la ansiedad.
Además de la hipnosis, cuyos profesionales aseguran resultados garantizados, por 300 euros varias clínicas ofrecen el láser de baja potencia como la vía para interrumpir de manera permanente la adicción física a la nicotina.
Internet se convierte, como en otros campos, en la guía en la que encontrar todo tipo de remedios con todas las promesas posibles para no volver a coger un cigarrillo en la vida.
Desde los anónimos que comparten sus remedios caseros para escapar del “vicio” hasta empresas virtuales que plantean un seguimiento vía mensajes de móvil para alertar a las personas en proceso de deshabituación de que “sólo uno más” es un recaída segura.
También instituciones prestigiosas como la Universidad de California usan la red como nexo entre su método y los interesados en dejar de fumar. En España, la Uned ha desarrollado un programa gratuito de autoayuda para abandonar el tabaco en un mes.
Esta norma más que una ley parece un autentico tratado de hipocresía. El denominarla ley antitabaco supone un eufemismo puesto que no va contra el tabaco sino contra sus usuarios –fumadores-, ya que a día de hoy la producción, venta y consumo del mismo es legal.
Lo que crea bastante inquietud es el por qué se permite fumar a los moradores de determinados lugares (establecimientos penitenciarios, psiquiátricos y en residencias de mayores o discapacitados), ¿qué se esconde detrás de esas excepciones?
Ahora mismo, en el blog de Gyoni: Malos humos