Barcelona huele a cloaca
Cada rincón de la ciudad de Barcelona tiene su olor característico, que depende de ciertos factores como son la presencia de restaurantes, la cercanía de una carretera con gran densidad de tráfico o, por ejemplo, el estado de las cloacas en una zona determinada. Según un estudio cualitativo realizado por la empresa Odournet, los olores que más predominan en la ciudad condal son de tráfico, comida y cloaca, en orden de frecuencia.
La plaza Sant Jaume (Ciutat Vella), la Sagrada Familia (Eixample), el Carmel (Horta – Guinardó), la Sagrera (Sant Andreu), Ciutat Meridiana (Nou Barris), el Fòrum (Sant Martí), plaza Lesseps (Gràcia), Tres Torres (Sarriá – St. Gervasi), el Camp Nou (Les Corts) y Sants- Estació (Sants-Montjuïc) son las zonas de la capital catalana donde se ha realizado la prueba olfatométrica. En cada uno de estos puntos predomina más un olor que otro, aunque el que más destaca, en prácticamente todos los casos, es el de gases resultantes de la combustión que son el dióxido de carbono (CO2), monóxido de carbono (CO), óxidos de nitrógeno (NOx), hidrocarburos y aerosoles. El olor característico de estas emisiones es esencialmente causado por los óxidos de nitrógeno e hidrocarburos. (Consulte el vídeo para ver el resultado de cada uno de los distritos).
En el estudio también se ha tenido en cuenta el nivel hedónico – si un olor resulta desagradable para el ser humano – y la intensidad de cada olor. Cloacas, basuras y, en general, los residuos son lo que más molestias olfativas ocasionan a los ciudadanos. “Pero el olor más insoportable es el de animal muerto, que suele emanar de industrias que trabajan con este tipo de subproductos”, explica Antón van Harreveld, director de Odournet.
Uno de los olores más frecuentes en las ciudades es el de comida. Y es que la mayor parte de los alimentos acaban convirtiéndose en residuos, que van a parar a los desagües y, posteriormente, a las cloacas. “Barcelona es bastante inolora si la comparamos con ciudades de la India, un país donde la gestión de los residuos no está tan desarrollada”, comenta.
No matan, pero molestan
Los olores son el resultado de la combinación de moléculas químicas de origen diverso. La gran mayoría no son tóxicas ni irritantes, pero pueden causar ciertos trastornos físicos y psicológicos a la población expuesta. Cuando un olor es tan intenso que se llega a colar dentro de las viviendas, puede tener un impacto en la vida íntima de las personas dependiendo de su nivel de sensibilidad olfativa. Los ciudadanos con olfatos poco tolerantes pueden llegar a sufrir síntomas de estrés como dolor de cabeza o insomnio, similar a lo que ocurre con los problemas de ruidos.
En España no existe una normativa común sobre esta materia como sí ocurre en países como Holanda, Inglaterra y Alemania. En cambio, los olores se regulan a través de licencias de actividad para las industrias. “En Catalunya existe un anteproyecto de ley que quiere fijar los procedimientos a seguir a la hora de realizar estudios de impacto por olores y donde se establecen límites de inmisión – los olores producidos por la industria que causan molestia en su entorno- , concentración y frecuencia”, explica Estel•la Pagans, consultara de Odournet.
El instrumento del estudio: la nariz humana
El estudio cualitativo se ha basado en la normativa de evaluación de impacto medioambiental para olores según el estándar alemán (VDI/DIN3940). En la metodología empleada se utiliza la nariz de personas calibradas olfativamente, es decir, que han superado el test olfatométrico que establece la normativa estándar europea. El hecho es que no existen sensores capaces de medir los olores de una manera tan sensible como lo hace el olfato humano.
En los diez puntos de la ciudad donde se ha efectuado la evaluación, un panelista cualificado ha ido oliendo el aire, a intervalos de diez segundos, durante diez minutos consiguiendo un total de 60 registros de cada una de las zonas seleccionada. La observación se llevó a cabo en un día puntual, el pasado 16 de noviembre, en que, según el Meteocat, los vientos soplaron de dirección noroeste hacia suroeste con una intensidad de leve a moderada.
Este tipo de análisis suele aplicarse a empresas que emiten olores que causan molestias en el municipio donde están ubicadas. Es el caso de las industrias que tratan residuos municipales, aguas residuales, fábricas dedicadas a la elaboración de productos como detergente, café o carne.
El estudio para medir los olores no tiene en cuenta el nivel de partículas en suspensión y se tiene que llevar a cabo durante un período mínimo de seis meses. Además del análisis por olfatometría, los olores se pueden estudiar mediante otras técnicas como el análisis químico de sus compuestos.